Los fríos datos históricos cuentan que Juan Bautista Vairoleto (o Bairoletto) nació en una chacra del paraje Colonia Los Algarrobos, Santa Fe, en 1894, y se suicidó en Atuel, Mendoza, en 1941. Era uno de los siete hijos de un matrimonio piamontés muy humilde, llegado de la provincia italiana de Cúneo.
Por desgracia, a los 24 años, en un burdel de Colonia Castex, en La Pampa, se enamora de Dora, la misma prostituta que deseaba el policía Elías “el Turco” Farach, quien no tolera la atracción entre la joven y ese mocito rubio y de ojos claros. Los celos lo enferman y comienza a hostigarlo hasta que decide meterlo en un calabozo. Allí lo tortura para intimidarlo y le ordena que se aleje del pueblo. El gaucho se va, lame sus heridas en soledad y cuando recupera fuerzas regresa armado, con las ínfulas propias de su edad. El cabo intenta detenerlo de nuevo, pero Vairoleto, le dispara tres veces y este cae muerto ante el asombro de los parroquianos de la casa de comidas donde se produjo el fatal encuentro. Ese día de 1919 comenzó a escribirse la leyenda del último de los bandidos rurales, cuyo campo de acción se extendió por toda la región pampeana.}
Prófugo de la justicia, en la clandestinidad, inicia una ola de asaltos, robos y muertes en estancias, haciendas y almacenes de ramos generales. En un contexto de gente pobre y sumisa se vuelve una especie de fantasma imposible de capturar. Su astucia tiene mucho que ver con lo aprendido en el campo ya que sabe manejar a los caballos, escuchar los sonidos de la naturaleza y sobrevivir en medio de la nada. A pesar de estos conocimientos, varias veces es detenido y metido en la cárcel.
En 1939, cansado de vivir en forma clandestina, en pareja con Telma Cevallos con quien tuvo dos hijas, se hace llamar Francisco Bravo, uno de los tantos nombres que usó a lo largo de los años. Pero a pesar de sus intenciones, la vida le pasa factura y es delatado por su antiguo secuaz Vicente Gazcón, alias “El Ñato”, oriundo de la ciudad española de Orense. El 14 de septiembre de 1941, emboscado por la policía en su rancho, decide arrebatarse la vida con un disparo en la cabeza.
Por sus acciones a favor del pueblo, en épocas donde reinaban la desigualdad y las pésimas condiciones laborales, se transformó en un defensor de los desprotegidos, una especie de Robin Hood criollo porque robaba a gente adinerada para ayudar a los pobres. La creencia popular le atribuye condiciones de sanador y el lugar de su muerte ostenta numerosas inscripciones en las que puede leerse: “En agradecimiento por los favores recibidos”. Se dice que tenía dotes de curandero y que los animales embichados sanaban cuando él les hablaba y les clavaba su mirada profunda y penetrante.
Las versiones
Semejante figura histórica, transformado casi en un mito donde se confunden acontecimientos reales con imaginarios, con relatos que aumentan sus habilidades ecuestres y que lo sitúan en diferentes lugares al mismo tiempo agigantando así su radio de acción, merecía ser trasladado a las artes escénicas y cinematográficas.
Eduardo Shaw, en 1965, dirigió el filme “Lo llamaban Vairoleto”, que no llegó a estrenarse comercialmente. Atilio Polverini, en 1985, dirigió “Vairoleto, la aventura de un rebelde”, en la que el recordado actor Arturo Bonín interpretó al bandido. El músico y cantante León Gieco rescató sus andanzas en “Bandidos rurales”, álbum editado en 2001 donde exaltó a aquellos bandoleros perseguidos por el poder.
El teatro, al conmemorarse los 130 años de su nacimiento, asiste al estreno de “Juan Vairoleto”, la obra póstuma del gran creador, actor y director de escena Juan Carlos Gené, escrita a instancias del deseo del entrañable Pepe Soriano. Se trata de una especie de oratorio teatral, a varias voces, donde se rescata el valor de la palabra, en un texto con gran valor artístico que permanecía inédito. El actor y director Fernando Martin leyó la obra durante un obligado reposo por un accidente y averiguó que el escenógrafo Carlos Di Pasquo, habitual colaborador de Gené, tenía realizados los bocetos escenográficos para representarla. Martin le propuso codirigirla y fue estrenada con el protagónico de Juan Gil Navarro (de sorprendente parecido físico con Vairoleto) en la sala TACEC del Teatro Argentino de La Plata. Ahora, tras aquella experiencia, la propuesta verá la luz en la sala Dumont 4040, los miércoles 13, 20 y 27 de noviembre. Ocasión imperdible para adentrarse en la figura y el tiempo del “Padrecito de los Pobres”.
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