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CULTURA | 20-11-2019 11:27

Museo de Bellas Artes: una colección valiosa

Un importante conjunto de piezas precolombinas fue donado a la institución. La importancia de la visión prehispánica.

La reciente donación de mi colección de 1583 piezas de las culturas precolombinas al Museo Nacional de Bellas Artes permitió la apertura de la sala permanente de arte prehispánico en esa institución, que puede ser visitada por el público.

Esta nueva sala representa un evento trascendente para los argentinos, porque el ahora renovado guión del Museo Nacional de Bellas Artes inicia su recorrido a partir de las expresiones culturales de los pueblos prehispánicos; ya no, como era antes, del arte europeo.

Es por ello que debe ser considerado un evento fundacional, no solo por su volumen, sino porque consagra una nueva mirada, una reinterpretación de lo que somos a través del “descubrimiento” de nuestro pasado remoto. Este logro fue posible, además, por la oportuna decisión del Museo y el apoyo de su Asociación de Amigos. 

Mi donación al museo es la culminación de un largo proceso de coleccionismo que se inició hace 30 años, cuando casi nadie se interesaba por la difusión de estas culturas. La colección transferida comprende piezas de las principales culturas prehispánicas de la Argentina, en especial del Noroeste y Patagonia, de la América antigua de los actuales países Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y México, entre otros, más algunas piezas indígenas de los períodos colonial y republicano muy significativas, que fueron incluidas porque dialogan con las precolombinas.

Son objetos de diversos materiales: metal (oro, plata y bronce), cerámica, piedra, jade, textiles, madera, hueso y conchas marinas, de diversos períodos culturales que se extienden del 500 a.C. al 1470 d.C., es decir, en un arco de dos mil años. Muchas de estas piezas fueron expuestas, estudiadas y publicadas por especialistas del país y del exterior; ahora, están al alcance de todos.
 
La nueva sala de arte prehispánico de nuestro Museo Nacional expone una selección de cerca 200 objetos, únicamente del Noroeste argentino. Incluye una muestra de mi colección donada, junto con otros objetos que ingresaron en 1988 provenientes de la colección de Guido Di Tella, y unas pocas pero estupendas piezas de metal provenientes de la Cancillería argentina y que el Estado adquirió en la década de 1990 a la familia Hirsch.
 
Los objetos que se aprecian en la sala están cargados de simbolismo; no son decorativos ni utilitarios. Son bellos porque expresan cierta sacralidad y trascendencia, la visión del cosmos de los pueblos originarios. Su decodificación y correcta interpretación requiere aprender a mirar y despojarnos del enfoque tradicional. Se destacan las figuras duales e híbridas, zoomorfas y antropo-zoomorfas, en las que formas humanas se funden con animales sagrados como felinos y saurios que recorren la superficie de morteros de piedra, vasos de cerámica y discos de metal.

El chamanismo y las plantas sagradas ocupan un lugar destacado y recuerdan cómo estas culturas fueron modeladas a través del fenómeno visionario.

Sorprenden las piezas esculpidas en piedra, como las máscaras mortuorias, las pipas, los vasos y los magníficos “suplicantes”. También las cerámicas de la cultura de La Aguada, con sus figuras híbridas grabadas muy complejas. Las piezas de metal son extraordinarias: placas finamente trabajadas “a la cera perdida”, hachas como insignias de jerarquía, grandes discos ceremoniales y campanas sin badajo para su percusión.

La apertura de la sala de arte prehispánico salda una larga deuda del arte y la cultura con el público y con el país, y también con nuestros orígenes, y pone a la ciudad de Buenos Aires al nivel de otras capitales de América reconocidas por sus estupendos museos de las culturas precolombinas.
 
Con esta donación al Museo Nacional de Bellas Artes cumplo con mi vocación inicial de contribuir al conocimiento, estudio y difusión de nuestras culturas originarias, su legado artístico y material y su cosmovisión.

Me siento muy feliz por esta donación al saber que millones de personas podrán a partir de ahora acceder y disfrutar del patrimonio que con pasión reuní y estudié durante tres décadas.

por Por Matteo Goretti, presidente de Fundación Ceppa.

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