Hace una década David Señoran estrenó “Las bestias”, una obra para ‘no mansos’, según su propio decir, y desde ese entonces el coreógrafo la ha repuesto en varias oportunidades, incluso incorporando algunos cambios. Aún así, la creación de Señoran mantiene intacto su atrapante magnetismo, y esto porque se trata de un trabajo que habla de temas que hacen al origen tribal, el salvajismo primigenio, la pertenencia comunitaria, la violencia y la expulsión, planteados en términos preeminentemente masculinos. Comienza con una inquietante ambientación sonora, semejante a una desordenada cabalgata, en medio de una cerrada oscuridad. Un foco cenital se abre apenas sobre un torneado cuerpo desnudo, que la vista cosifica luego de unos minutos de observación en la penumbra. Ese cuerpo indefenso, que trabajosamente intenta erguirse con movimientos cuasi femeninos, es el único atisbo de fragilidad y armonía en los sesenta minutos de duración de esta pieza feroz, como permanente contrapartida a la fiereza de la ‘manada’.
Rugidos roncos, movimientos bruscos e intermitentes con una serenidad uniforme, percusión corporal, son algunos de los elementos que integran el lenguaje de Señoran y que resultan eficaces para expresar la brutalidad que recorre la pieza. Cada una de las ‘bestias’ conserva su gesto identitario y reconocible, aunque se pliegue al grupo. En un admirable juego visual y simbólico, los bailarines se encaraman unos sobre otros para convertirse en atemorizantes centauros, con los pies hacia atrás y actitudes enraizadas en el baile folclórico varonil. Mucha información emana del desarrollo escénico, derramada sin filtro sobre el espectador.
El vestuario compuesto por retazos o jirones colabora con la ferocidad de la obra. El elenco responde de modo impresionante a las consignas del coreógrafo, en un interesante mix de individualidades que forman el todo.
Misteriosa, cruda, visceral y llena de símbolos, “Las bestias” nos espeta la animalidad del ser humano: aquella que aunque parezca superada, nos acecha amenazante a la vuelta de la esquina.
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