★★★★ "Esto no es la repetición de un homenaje, no es un espectáculo ‘de tango’, es una pregunta que busca generar otra poética, otro lenguaje, otro universo”. Tal es la premisa que inaugura esta original propuesta de
Ollantay Rojas, plasmada desde una estética novedosa, con la impronta de la música de Ástor Piazzolla como eje estético rector. Como su nombre lo indica, no es en absoluto tango en el sentido tradicional, aunque se adivinen dinámicas tangueras en la coreografía de Rojas. En un ecléctico lenguaje, Rojas delinea micro narraciones intercambiando a sus cinco bailarines en dúos, tríos, cuartetos y conjuntos. Enfundados en un vestuario predominantemente naranja, marrón y azul y de rigurosas zapatillas de goma, los intérpretes juegan con su propio peso trasladando el eje del equilibrio, entrelazándose, empujándose, colgándose unos de otros, obedeciendo permanentemente a un concepto coreográfico circular. Más que un encuentro amoroso o seductor, el ‘tango’ (que no es tal) se transforma en un indeciso devaneo de abrazos golpeados.
Tanta ruptura de cánones, tanto apartamiento del tango tradicional, tiene su correlato desde la música. En 1955 Piazzolla presentó un decálogo donde trazaba las líneas de su ‘nuevo tango’, resistido y denostado por los sectores más conservadores. En este espectáculo, la vanguardia piazzolliana está presente mediante la inclusión en escena del Quinteto Revolucionario, herederos del legado del compositor, que aporta la calidad de sus músicos en vivo, aunque con una amplificación innecesaria en tan reducido espacio. Además de tener su ‘momento musical’ aparte, participan activamente en la escena coreográfica, en una conjunción novedosa que sin duda hubiera complacido al mismísimo Ástor.
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