★★★★ Una pareja de actores y bailarines de tango ensayan una obra donde a la vez se ponen en juego sus propias sensaciones e historias. Sólo son Ella y Él, y un constante vaivén entre la ficción y la realidad va entretejiendo, revelando y reviviendo esa pasión que alguna vez los unió, y que ahora amenaza con regresar.
Tal la síntesis de “Amor, ¿es amor?”, ágil propuesta que ocupa la escena del Payró. Con buen ritmo y humor, Gabriela Bianco amasa esa mezcla del hoy y el ayer, rompiendo la cuarta pared logrando la complicidad del público. Hay atractivas secuencias coreográficas intercaladas entre los parlamentos, entradas y salidas de los intérpretes, que matizan y completan la acción.
Un eficaz y estético dispositivo escenográfico permite imaginarios cambios de escena hacia camarines y sugestivos momentos en trasluz, con la colaboración de un inteligente diseño lumínico. Mención aparte merece el bello vestuario y la oportuna utilización de las máscaras.
Verónica Alvarenga y Eduardo Arias se prestan al juego dramático con simpatía y alguna tendencia a la sobreactuación, que a veces les juega malas pasadas con la dicción. Diestros en lo coreográfico, es hacia la segunda mitad de la obra donde alcanzan su mayor entrega en lo actoral. Los avatares del amor, puestos sobre las tablas, son la excusa para pasar un entretenido momento.
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