El conductor de televisión Alejandro Fantino volvió a sacudir el tablero del fútbol argentino al hablar sin tapujos del dirigente y exjugador Juan Sebastián Verón, en el marco del debate por la actualidad de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
El detonante fue el gesto protagonizado por el club Estudiantes de La Plata cuando, tras la obtención del título por parte de Rosario Central el pasado domingo 23 de noviembre, decidió realizarle un “pasillo de espaldas” al campeón. Ese hecho generó polémica y fue el disparador del crítico análisis de Fantino.
Durante su participación en el programa de streaming “El Cónclave”, Fantino no escatimó en adjetivos: “Yo lo conozco a Verón. No es alguien con quien yo tendría relación; está en las antípodas mías de ver el fútbol. Es un muchacho difícil, soberbio.”
El periodista no se limitó a esa frase: recordó que este tipo de críticas hacia Verón no son un hecho aislado sino parte de un historial de enfrentamientos mediáticos. En 2017 ya había dicho que Verón era “un manipulador” que “en la Selección siempre fue un perdedor”, que “echó a Simeone, Milito y Vivas” y que “hizo lo mismo en Estudiantes”.
La intervención de Fantino se inserta en un momento de fuertes tensiones en la AFA, con interrogantes sobre la conducción, los roles de los dirigentes y la ética deportiva. Los gestos simbólicos —como el pasillo invertido de Estudiantes— adquieren una dimensión política que va más allá del césped: remiten al poder interno del fútbol argentino y a quién define qué es “respeto” y qué es “campaña”.
Verón, por su parte, presidente de Estudiantes, ha sido blanco de cuestionamientos por su estilo de gestión, su condición de exjugador estrella que retornó al país con peso mediático y su capacidad para intervenir en decisiones del club y en el ámbito del fútbol mayor. Fantino lo ubica como una figura incómoda para su mirada del fútbol (“…está en las antípodas mías…”), y con un carácter complejo de manejar en las relaciones públicas.
Más allá de las personalidades involucradas, lo cierto es que el fútbol argentino vive un momento de revisión institucional. Las voces de figuras mediáticas como Fantino se suben al ring para marcar que los conflictos no sólo están en las canchas, sino en los despachos, en los pasillos de las instituciones y en la forma en la que se disputa el poder simbólico.
En definitiva: Fantino irrumpió explícitamente en el debate de la AFA, señaló a Verón como “un muchacho difícil” y puso el foco en que en el fútbol argentino ya no alcanza con jugar bien: también hay que saber negociar miradas, establecer alianzas y responder a la exigencia de una gestión moderna.














Comentarios