★★★1/2 Un señor es sospechado de infiel por su esposa. Llevan varios (¿muchos? Quién sabe qué es “mucho”) años de casados y hay una tercera en el medio, y celos, y peligros. Nada demasiado original en un mundo con las necesidades básicas más que satisfechas (lo que no es para nada un problema, pero a veces la tersura limpia de la riqueza disuelve el efecto del melodrama). Si lo que usted quiere saber es si el domingo a la tarde se va a entretener con este thriller de celos, le diremos que “sí”. Pero si lo que quiere saber es si va a recordarlo el lunes a la mañana, dudamos mucho. El problema de esta clase de productos prolijos y realizados a reglamento no es solo que les falte audacia formal como para generar algo memorable: también les falta audacia moral cuando el arte es -o debería ser- el campo catártico donde todo es posible. Así las cosas, un cuento que vio mil veces pero en paisaje nórdico, lindo y ascéptico.
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