★★★★★ Este filme se publicitó como “La Garbo Ríe”, porque la gran actriz hacía comedia. Y la hacía extraordinariamente bien. Ninotchka es una de las obras maestras de ese genio de la elegancia cómica que fue Ernst Lubitsch, quien además era un genio de la elegancia política. Aquí hay una agente soviética que viaja a París con una misión que no incluye enamorarse de un capitalista, pero bueno, así son las emociones y los sentimientos y el libre mercado. Lubitsch destroza, sin caer en el fanatismo, la idea misma de anteojera ideológica, de dogma, de militancia y la sustituye por la (liberal) idea de que cada uno debería de ser aquello que desee y seguir los dictados de su corazón. Lo hace con diálogos de una agudeza que ya quisieran los showrunners de todas las series de hoy. Dicho esto, Garbo es puro garbo porque siempre lo fue. Nunca una figura sobreactuada, siempre una intérprete moderna e inteligente que, a quien solo conoce el mito de la señora del cine mudo, sorprende con cada actuación. Acá es puro timing, una lección de comedia.
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