***1/2 Destrozada por la crítica universal, ensayemos una defensa de este film, defensa que no nace de querer llevar la contra, sino de una idea legítima: no es lo que uno espera.
Un tipo desgraciado, en el peor día de su vida, encuentra a una mujer que vive en la calle y que cree que estamos metidos en una simulación por computadora.
Pero esto no es una obra de ciencia ficción, aunque en muchos momentos nos crea la duda como al protagonista, sino otra cosa: por qué nos inventamos (por qué vemos, consumimos, adquirimos) ficciones para poder seguir viviendo.
Más allá de que sí, es cierto, no carece de ciertas torpezas narrativas, el asunto es que Hayek y Wilson convencen al espectador de que lo que les sucede efectivamente les sucede, y que creen de modo legítimo en lo que creen.
Quizás por no ser fácilmente clasificable o por despreciar el fuego artificial le pegaron tanto. No lo merece. Si no nos cree, pruebe.
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