***** A veces leemos que tal película es extraordinaria y tendemos a creer que no es así. “Historias de Tokyo”, del maestro japonés Yasujiro Ozu es de esas obras. Pero basta verla, dejarse llevar por su meditación sobre el paso del tiempo (son dos padres ancianos que visitan a sus hijos en la gran ciudad y son tratados casi como una molestia) para comprender que cualquier superlativo es poco. Ozu usa planos fijos que parecen estampas, y captura con ellos, de duración justísima y con mínimo diálogo, temas complejos como la influencia de la vida urbana en las costumbres, los choques generacionales y el sentido de la vida y de la muerte, sin dejar de pulsar nunca la cuerda del mejor melodrama. Tokyo es una máquina que devora y muta a sus habitantes, la modernidad opuesta a un mundo tradicional.
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