★★★ Este redactor se niega a seguir discutiendo ese nuevo “gancho de superficie” de tanta serie y película que nos chantajea desde una anquilosada corrección política: la pertinencia étnica de un cast. Si el actor o actriz es bueno y puedo creer que ese personaje existe, alcanza y sobra. De hecho, este spin-off de Bridgeton -quizás a pesar de sus intenciones- no cae en eso: al personaje principal lo conocemos (aunque ahora vemos su juventud tanto como en su adultez) y todo es una combinación de romances, erotismo soft e intrigas palaciegas. El problema básico es que todo está sumido entre el diseño de producción y el cliché de telenovela, realizado con la efectividad de la aceitada máquina de Hollywood. No hay mucho más que eso, y funciona a partir del hecho del enganche visual. Pero al mismo tiempo, resulta un “mentís” a la supuesta atracción de la corrección política y también a sus detractores.
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