***** Probablemente “Matrix” se haya convertido, hoy, en una profecía cumplida. En el fondo, trabajaba sobre un mito clásico que está en la base de todas las religiones: vivimos en un mundo que no es la realidad sino una sombra en la caverna que nos tranquiliza. El avance de la computación permitió que, a fines del siglo XX, esa idea pudiera cobrar un verosímil gracias a nuestra propia comprensión del concepto de “virtual”. Que esta película, llena de ideas metafísicas, sea además una gran aventura llena de humor, de momentos de acción brillantes, de fantasía al nivel del mejor cuento de hadas, es algo que raya lo milagroso. “Matrix” sigue siendo una de las películas más influyentes de la historia, y un modo perfecto de comprender el sentido de la ciencia ficción: especular sobre las consecuencias del conocimiento físico en la moral y la emoción humanas.
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