Nunca tanto produjo tan poco. Récord de agro exportaciones y arcas vacías en las reservas del Banco Central. Una paradoja que también es un fenómeno” multicausal”, como la inflación ya con un piso del 5% mensual.
El fatídico lunes 13 los dólares “financieros” cerraron con un alza del 13% en un movimiento que se retroalimentó a partir del retiro de fondos de fuertes jugadores en los fondos comunes de inversión ajustados por inflación. La puntada final la dio el propio Estado al desarmar sus posiciones en los fondos Carlos Pellegrini (del Banco Nación) para pagar los preciados y cada vez más caros embarques de gas licuado. El riesgo país volvió a superar los 2.000 puntos (o sea, 20% anual más que el rendimiento de los bonos del Tesoro norteamericano).
Laberinto. Estas idas y vueltas muestran una red de vasos comunicantes muy dinámica. Es la gran restricción que pesa sobre la autonomía de las decisiones de política económica: la vulnerabilidad agravada por la pandemia y un contexto internacional incierto que se exterioriza en un déficit fiscal crónico, reservas en su mínima expresión e inflación alta a través de un largo período de estancamiento.
Lo paradójico es que hay una oportunidad aprovechada por el comercio exterior desde hace un año, con la recuperación de la economía china y el resto del mundo que absorbe materias primas. La soja llegó a tocar un techo de US$ 650. En el primer cuatrimestre del año, la liquidación del agro creció a US$15.300 millones, otro valor nunca visto. Sin embargo, al Gobierno se le complica cumplir con la meta de acumulación de reservas convenida en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. En el último informe de la consultora Invecq, advierte que si bien a fin de mes ingresarán US$4.000 millones del FMI y se tendrá que pagar un total cercano a los US$2.700 millones, será utópico alcanzar la meta de US$6.425 millones para el primer semestre.
A juicio de María Castiglioni, directora de C&T Asesores Económicos el BCRA esto tiene que ver con los factores que sostienen la demanda de divisas: 1) demanda de importaciones; 2) compras de energía; 3) reapertura del turismo internacional y 4) movimiento de capitales. “Todo aquello que implique hacerse de divisas sigue firme, es por eso que el Gobierno no puede incrementar las reservas. No es un problema del mundo sino de Argentina y tiene que ver con la expectativa que pueda darse un salto cambiario y la inflación que desincentiva la demanda de pesos”, explica.
El atraso del tipo de cambio (en 2021 fue del 20% contra la inflación) les pone presión a las importaciones, anticipando una eventual corrección que nunca termina de darse. Pero frenarlas aún más con la maraña de controles y cepos es frenar la actividad económica en recuperación. Otro componente es la importación de combustibles y gas, catapultados por la suba en el mercado internacional. El factor turismo que fue un componente estable en la demanda de dólares ya muestra una vitalidad sorprendente con la reapertura de los vuelos. Finalmente, los movimientos de capitales se intentan controlar por regulaciones, pero el balance sigue negativo: instalar un cepo evita la salida, pero clausura la entrada.
“En síntesis, el problema de fondo es la falta de confianza. En la medida que haya herramientas para hacerse de dividas, la demanda seguirá existiendo. ”, concluye CNo es un problema del mundo sino de Argentina y tiene que ver con las expectativas de un salto cambiario al mismo tiempo que la muy alta inflación desincentiva la demanda de pesosastiglioni.
Embarques. Los precios sostenidos invitan a revisar si estamos frente a un pico o es una tendencia que llegó para quedarse. Para Dante Romano, gerente de Análisis de Mercado de la consultora FyO, la invasión rusa a Ucrania generó una fuerte suba en maíz, trigo y girasol, “pero ahora los precios se estabilizaron un escalón más abajo de los techos, cuando se comenzó a hablar de la posibilidad de embarques por cuestiones humanitarias, pero tenemos que ver esto a futuro, ya que las hostilidades persisten”, aclara. Estos precios permitirán una siembra con expectativa, “pero los niveles de venta son bajos y el mercado está encontrando techos”, sentencia. Además, advierte que la suba de la inflación a nivel mundial es un factor alcista para los granos, pero la reacción esperada de la suba de tasas por la Reserva Federal, puede ser letal para los precios.
Otro factor al que el complejo agroexportador mira con recelo es el del aumento de los costos internos que socava el salto de rentabilidad y convierte en un artificio contable la denominada “renta inesperada” del ministro Guzmán. En particular, hay dudas sobre el impacto del gasoil en el flete, especialmente para el maíz en las distancias largas (más de 300 kilómetros hasta el puerto), con el incrementa el gasto comercial y, por lo tanto, la reducción del resultado final. Sin embargo, Romano anticipa que las implicancias más fuertes estarán en los patrones de comercialización: “podríamos ver menores envíos de grano a puerto, más embolsado en origen y entregas en acopios o consumos locales”. Otra incertidumbre más para anotar en este rompecabezas.
Números. La inflación y el desequilibrio monetario terminan de cerrar este círculo. Para el exministro de Economía Hernán Lacunza, la brecha fiscal se amplió este año, con gastos creciendo al 13% arriba de la inflación e ingresos con un módico 2%, lo que significa una brecha divergente y origen de la deuda futura. La consultora EcoGo apunta al mercado de pesos en el financiamiento del déficit: del total de deuda del Tesoro por $10 billones (estimado en un 14% del PBI), $4,6 billones está en manos privadas. Este mes vencen nada menos que $605.000 millones y de julio a diciembre, se precisarán fondos adicionales para financiar el déficit y las renovaciones por 4.3% del PBI.
Para Jorge Vasconcelos, economista jefe del IERAL estos factores comenzaron a frenar la trayectoria del PBI hasta convertir la recuperación en un estancamiento y hasta en un leve declive para el segundo trimestre (-1%) con relación al período enero-marzo. “La aceleración inflacionaria que se manifestó con fuerza a partir de marzo es uno de los principales determinantes, pero también han comenzado a incidir restricciones del lado de la oferta, por la falta de insumos y partes importadas y por los problemas de suministro energético”, detalla. Es que el Gobierno carece de herramientas para permitir un rebote del nivel de actividad: el crédito al sector privado compite con la colocación de letras por parte del Banco Central y la continuidad de una política fiscal expansiva, “en lugar de derivar en incrementos de la demanda agregada termina acelerando la inflación y la velocidad de circulación del dinero”, concluye. “El ciclo de “stop and go” que caracterizó a la economía argentina economía argentina en la última década, ahora no se cuenta por años, sino por trimestres”, concluye. El cortoplacismo, ya es política de Estado.
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