Países del primer mundo como Gran Bretaña convivieron con estancamiento económico en el periodo posguerra de 1945 a 1955. América Latina vivió en su conjunto su década perdida en los 80’ con grandes desequilibrios macroeconómicos, volatilidades cambiarias e inflacionarias, deudas en dólares muy elevadas y una situación externa que era compleja debido a decisiones económicas por parte del ex presidente del Banco Central americano para bajar la inflación galopante en Estados Unidos.
Sin embargo, a diferencia de lo que ha sucedido en otras economías latinas, Argentina ha vuelto a convivir con una nueva década perdida de estanflación, es decir, nulo o bajo crecimiento con inflación muy elevada.
Por ello, analizaremos las implicancias y los resultados económicos de Argentina de los últimos años. Al tener una moneda propia, ¿hemos sido capaces de exportar más en la última década? ¿Hemos evitado crisis financieras por contar con el respaldo de un Banco Central? Veamos que dicen los números.
Economía cerrada: evolución de las exportaciones. Si consideramos el período post convertibilidad, - 2002 a 2015 –, las exportaciones a precios constantes avanzaron a un magro 0,5% promedio anual, no solo muy por debajo de Asia emergente (que avanzó al 9,7% anual), sino también por debajo del promedio de las economías emergentes (6,6%), del total mundial (4,7%) e incluso del promedio de América Latina y el Caribe tomados en su conjunto (3,7%) (datos IMF, CAC). En diciembre de 2011 exportamos por más de US$ 80.000 millones mientras que a diciembre 2020 esa variable fue menor a US$ 55.000 millones. Es decir, hemos perdido terreno notablemente en el aspecto comercial. A pesar de contar con una moneda propia, Argentina solo ha perdido terreno en el comercio exterior. En esta última década se ha acentuado la malaria argentina porque exportamos un poco más que la mitad que en el 2011.
Por otro lado, es interesante ver que la composición de nuestras exportaciones se ha deteriorado. Esto hace referencia a que no es lo mismo exportar soja, es decir, bienes sin un alto grado de elaboración y desarrollo de valor agregado, a exportar autos eléctricos. Lamentablemente, los productos que tienen menor grado de elaboración se pueden considerar commodities, es decir, bienes que no tienen un alto nivel de diferenciación y se pueden producir de manera similar en distintas partes del mundo. En el 2020, las exportaciones de oleaginosas representaban el 30% de las exportaciones netas mientras que en la década de los 90’ este llegaba al 20%, es decir, exportamos cada vez más productos sin alto valor agregado. Esto nos expone cada día más al valor y el ciclo de las commodities y los precios internacionales. Es por ello que en Argentina existe cada vez mayor dependencia de cómo estará el valor de la soja para crecer en vez de dinamizar una economía productiva que venda productos con alto grado de desarrollo y tecnicismo al mundo.
Para concluir, veamos que sucedió respecto al valor total de las exportaciones respecto al producto bruto interno. Este es un indicador para ver el grado de apertura económica que tiene nuestra economía con el mundo. Históricamente Argentina ha sido una economía extremadamente cerrada, es decir, exporta e importa poco del mundo y vive de lo interno. Para el año 2019 la participación de las exportaciones en el producto bruto interno fue de 14,5% mientras que en la década de 2003-2010 este indicador representaba un 22% respecto al producto bruto interno. Te traduzco este dato: nos preocupa abrirnos al mundo, pero somos una de las economías más cerradas del planeta. Todas las economías cerradas en las últimas décadas han tenido peor performance económica que aquellas que tienen una mayor apertura.
Performance económica. La realidad es que contando con una moneda propia y con un Banco Central capaz de brindar herramientas para amortiguar o evitar crisis económicas, en los últimos 10 años hemos tenido 6 períodos recesivos, lo que resulta en una de las peores performances a nivel global. Argentina tiene una década de estanflación, es decir nulo crecimiento con altos índices inflacionarios (Datos: INDEC, Mecon). Entre 2011 y 2019, el PBI argentino cayó más del 2%. Si le agregamos el 2020, el deterioro llega a 11,9%.
El PIB per cápita a precios actuales cayó alrededor de un 6% en una década, al pasar de U$S 10.400 en 2010 a U$S9.900 en 2019 y reduciéndose U$S8.400 en 2020 (datos banco mundial). Para tomar algunas referencias del desastre económico de esta última década, en el 2010 teníamos un pbi per cápita de US$10.285. Haciendo comparaciones, en el 2019 Uruguay cuenta con un PBI per cápita de US$16.000, Chile de US$15.000. Es decir, seguimos perdiendo escalones respecto a nuestros pares latinos año tras año.
Para concluir, crecimos menos que cualquier país hermano de Latinoamérica. Todos nos han superado en cuanto al crecimiento económico y la estabilidad. Desde el 2011 nuestra economía no crece. Ecuador durante los últimos 20 años sólo tuvo una crisis en el 2016 (sin contar la crisis global del Covid del 2020). Colombia no tuvo caídas y en Chile sucede algo muy similar. Obviando el caso de Venezuela, todos nuestros vecinos han logrado mejores resultados en términos económicos que nosotros en la última década. Argentina tiene que tomar decisiones profundas y de impacto para salir de la debacle de la última década. La dolarización debería ser el camino para generar esos cambios profundos que necesita el país para volver a crecer.
# Alfredo Romano es director de Romano Group y director de la diplomatura de Mercado de Capitales de la Universidad Austral y máster en Finanzas y Políticas Públicas (Universidad de Columbia). Web: www.alfredoromano.com
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por Alfredo Romano
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