Si le preguntas a los empresarios cómo fue su planificación en enero podemos asegurar que la palabra pandemia no estaba incluida. Ahora bien, ¿cómo fue recibida esta invitada sorpresa? Algunas empresas improvisaron una cena, otras tardaron en atenderla, mientras que otras estaban mejor preparadas para sus demandas.
Lo cierto es que la realidad nos cambió y el futuro se llenó de incertidumbre, no sólo acá sino en el mundo, y expuso falencias corporativas que no eran visibles. Se aceleraron transformaciones de mercado que ya se manifestaban para quienes supieron verlas, y se profundizó la necesidad de adoptar una cultura de cambio.
A raíz de la pandemia y de la cuarentena, ha habido cambios profundos a la hora de definir qué, cómo, cuándo y por qué consumo. Por lo tanto, estar cerca de los clientes y rediseñar la relación es clave, no sólo en el corto plazo sino también para transitar junto a ellos, nuestros principales aliados, esta situación y generar oportunidades en el corto y mediano plazo.
Entender al consumidor es la raíz de la estrategia. Pero comprender profundamente el entorno y sus cambios es fundamental para formularla e implementarla exitosamente.
Evitar caer en la trampa de “sé lo que pasa y cómo sigue” es la clave. A la respuesta rápida que nos exigió esta crisis y a la urgencia del corto plazo, hay que sumarle la necesidad de una profunda lectura de cómo el entorno va a seguir operando, para entender cuál es la mejor estrategia de mediano a largo plazo: ¿Qué está pasando con mis clientes?, ¿mi competencia se está transformando...hacia dónde? ¿debo transformar toda mi operación, o una parte? ¿cómo recuperar rentabilidad? ¿Cómo adquiero las capacidades que me faltan: alianzas, compras, desarrollo interno? ¿qué digitalizar y cómo? ¿debo expandirme más agresivamente, diversificar o enfocarme?
Son éstas algunas preguntas claves necesarias de re-evaluar para formular la estrategia; la respuesta es única para cada organización.
La transformación del entorno nos ayuda a visualizar caminos, siempre y cuando sepamos dónde mirar y formulemos las preguntas correctas.
No se puede realizar un cambio antes de tiempo sin saber qué y por qué, pero sí se puede estar preparado. La cultura organizacional juega un rol fundamental para favorecer la agilidad de respuesta y de implementación, así como la flexibilidad para modificar el rumbo si es preciso.
Junto a esto es esencial el liderazgo y la experiencia para enfrentar la crisis; el manejo apropiado de los recursos; el management creativo para diseñar estrategias y la agilidad para implementarlas.
Sistematizar el pensamiento estratégico, aprender a leer el entorno apropiadamente, entender los cambios tecnológicos y explorar sus beneficios, son los aspectos culturales claves para adelantarse y actuar en el cambio.
Quienes entendieron esto, pudieron sostenerse y crecer a pesar de la invitada sorpresa. Además de los casos de éxito tan conocidos como Amazon, Zoom, Mercado Libre, entre otros, hay en LATAM claros ejemplos de compañías de distintos tamaños y en distintas industrias, que supieron leer los cambios y modificaron sus estrategias en los últimos años, por lo que los efectos de la pandemia no las tomó desprevenidas, al contrario, aceleraron un modelo de transformación que habían iniciado. En otros casos, los replanteos se están haciendo ahora.
Como sea la situación, no hay magia, la formulación estratégica implica trabajar sistemáticamente en las dimensiones claves, para construir empresas más sustentables capaces de navegar los cambios actuales y venideros.
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