Friday 6 de December, 2024

EN LA MIRA DE NOTICIAS | 07-04-2020 19:28

Cómo vacunarse contra el “roban pero desinfectan”

La transparencia en los gastos extraordinarios del Estado para luchar contra la pandemia puede ser la próxima víctima del Coronavirus.

Según un reciente informe especial de la ONG Transparencia Internacional, el próximo foco de contagio que puede explotar por el Covid-19 será la corrupción en el manejo de fondos estatales destinados a la lucha contra la pandemia. Aunque se trata de un flagelo mundial, la malversación presupuestaria es una mala costumbre muy arraigada en la cultura latinoamericana, lo cual la convierte en una región particularmente señalada por los especialistas en transparencia institucional como grupo de riesgo durante el estado de excepción administrativa que impone la emergencia sanitaria.

Una de las patologías más comunes en la administración del dinero aplicado a la prevención de una catástrofe humanitaria es la mala costumbre de los sobreprecios en la compra de insumos por parte del Estado a los privados. El caso de los alimentos caros adquiridos por el ministerio de Desarrollo Social puso en aprietos al propio Alberto Fernández, que salió a a aclarar que de ahora en más, no volverá a pasar. Pero la experiencia global sugiere que la prevención de estos abusos no depende tanto de la buena voluntad personal de un jefe de Estado demasiado ocupado en atender una emergencia nacional larga y compleja, que plantea dilemas urgentes las 24 horas. 

Más bien se recomienda que el seguimiento de los gastos extraordinarios para atender la pandemia quede a cargo de un organismo de control “ad hoc”, conformado de modo plural para procurar un mínimo de independencia ética que le permita vigilar, en tiempo real, el cumplimiento efectivo de las normas de emergencia legisladas por el Congreso o dictadas por el Ejecutivo. Eso ayudaría a evitar, por ejemplo, la pulseada tóxica que podría darse entre algunos jueces o fiscales y funcionarios a cargo de hacer compras exprés para paliar la urgencia sanitaria. 

Esta clase de comité de seguimiento podría también ayudar a darle cauce y revisión a las denuncias incompletas e instantáneas que circulan en redes sociales, tanto para prevenir las “fake news” de las que se queja el Gobierno, como para frenar la tentación autoritaria de cierto oficialismo que llama amordazar a la opinión pública no alineada, con la excusa de preservar a la Argentina de la “infodemia”.

Si la grieta ideológica no bloqueara la creación y utilidad de instancias de control independientes durante esta crisis, se podrían chequear rápidamente y sin chicanas denuncias como las que hoy circulan en Twitter sobre compras de alcohol en gel a precios muy poco cuidados, ordenados por la directora ejecutiva de PAMI, la influyente militante K Luana Volnovich. La cosa podría empeorar si, al calor de la emergencia, tuviéramos casos escandalosos como el que denuncia la prensa brasileña sobre la gestión Bolsonaro: parece que ese gobierno pagó 12 veces más cara de lo normal una partida de barbijos quirúrgicos a un proveedor vinculado con el presidente de Brasil. Todo se justifica con el relato de la necesidad urgente de obtener insumos escasos.

Del viejo “roban pero hacen”, se puede pasar al más patético “roban pero desinfectan”, o “roban pero testean” o “roban pero vacunan”, y sigue la lista. Con el Ejecutivo abrumado por dar respuestas minuto a minuto, el Parlamento podría aportar mecanismos consensuados de control, que le den garantías a la población de que el el 100% del dinero que sale para gastos extraordinarios por el Coronavirus llega a buen destino, y que a la vez sirva de garantía de transparencia en tiempo real para que los funcionarios no tengan que actuar bajo sospecha permanente en plena emergencia. Pero el Congreso estuvo ocupado en las últimas semanas en discutir proyectos para crear nuevos impuestos a ricos y macristas, bajar todos o algunos salarios de funcionarios, y combatir contra el fantasma del Lawfare que desvela a la familia ampliada K. Paciencia: será para la próxima pandemia.

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Silvio Santamarina

Silvio Santamarina

Columnista de Noticias y Radio Perfil.

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