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EN LA MIRA DE NOTICIAS | 27-09-2021 14:35

La falacia napoleónica

A la oposición le cuesta reaccionar ante la salvaje guerra en el Gobierno. Qué hubiera hecho Bonaparte frente al peronismo.

Una de las frases célebres atribuidas a Napoleón Bonaparte aconseja: “Nunca interrumpas a tu enemigo mientras se está equivocando”. Esa máxima viene dando vueltas en la opinión pública argentina desde las semanas previas a las PASO, y se viralizó en las horas posteriores al amargo resultado obtenido por el Frente de Todos en las urnas. El silencio inicial opositor durante la implosión de la alianza gobernante pareció seguir a rajatabla la ley napoleónica. Pero hay un detalle inquietante que conviene tener en cuenta: Bonaparte nunca conoció al peronismo. 

La reciente foto de Juntos por el Cambio, que ofrece unidad en contraste con la impúdica interna K, parece un tibio intento de recuperar el protagonismo lógico que una fuerza triunfante en los comicios debería disfrutar en la primera semana posterior a los resultados. Pero el posmacrismo no tuvo la chance de festejar y ni siquiera de relajarse un par de días, antes de lanzarse a la segunda parte, el tramo final de la campaña por las elecciones legislativas. Con el hackeo cristinista del día después de los comicios, el espacio opositor quedó casi tan shockeado como el perdidoso Presidente de la Nación.

A partir de ahora, la oposición no sabe si reír o temer. Fiel a su estilo de redoblar siempre la apuesta cuando le tocan cartas malas, Cristina Kirchner hizo de necesidad, virtud. Como cuando designó a su presidente y se autoproclamó vice, ella volvió a dar vuelta la razón política. Convirtió una derrota contundente de su frente partidario en una especie de victoria facciosa en la que los suyos ganan y los otros, los cristinistas tibios o reticentes, pierden. Como en las PASO oficiales -que no quiso habilitar puertas adentro- le fue mal, ella se inventó unas PASO de facto, una interna fulminante a cielo abierto que dejóvclaro, en un plebiscito sin votos, quién manda en el Frente de Todos.

Con la normalidad puesta patas para arriba, ¿qué debe hacer la oposición? Y más incierto aún: ¿qué le conviene? Al oficialismo se le criticó, como interpretación del revés electoral, que se distrajo de la pobreza urgente con los debates de género y la señalética inclusiva. ¿Qué hace el Gobierno? Nombra un jefe de Gabinete denunciado hasta por la propia ministra de la Mujer, Géneros y Diversidad. También se dice que el Gobierno fue castigado en las urnas por su política de encierro durante toda la pandemia. ¿La respuesta? Apertura repentina, más veloz y “optimista” que el promedio de la región, al revés de lo habitual. Se le facturó al kirchnerismo un ajuste encubierto y el olvido de los quebrados por la cuarentena comercial. Entonces la Casa Rosada promete una tormenta eléctrica de asistencia económica para los millones de votantes que, aparentemente, votaron mal o directamente ni fueron al cuarto oscuro.

Tantas contradicciones de golpe podrían interpretarse como un grosero manotón de ahogado del Gobierno para remontar lo irremontable. Sin embargo, esa ambigüedad también estrecha el margen discursivo de la propaganda opositora para la votación definitiva. Es difícil estar en contra cuando se estuvo a favor. Y viceversa. Siempre queda la unidad y “la República”, como argumentos cambiemitas. ¿Alcanzarán para noviembre?

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Silvio Santamarina

Silvio Santamarina

Columnista de Noticias y Radio Perfil.

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