Tuesday 10 de December, 2024

EN LA MIRA DE NOTICIAS | 10-06-2020 10:26

No aclare que oscurece, Presidente

En el momento más caliente del arranque de su mandato, Alberto Fernández se enreda con el fantasma de la jefatura de Cristina Kirchner.

Alberto Fernández ya está harto que lo traten de segundo de su vicepresidenta. Viene tratando de explicar lo inexplicable: que él manda sobre la persona que le ofreció el cargo. Ese exitoso experimento electoral diseñado por Cristina Fernández de Kirchner tenía ese Talón de Aquiles, la inversión simbólica de los roles naturales de poder, especialmente en una cultura política como el peronismo. Es inevitable recordar los malos resultados de los dos engendros institucionales parecidos que había pergeñado Perón: primero poniendo a Cámpora y luego dejando a Isabel. Ambas fórmulas fueron eficaces para ganar elecciones, aunque resultaron catastróficas para gobernar el país.

 

Es curioso que Cristina haya hecho precisamente aquello que le criticó siempre al establishment y a los medios de comunicación “hegemónicos”, cuando los desafiaba a que armaran un partido y se presentaran a elecciones. La expresidenta se quejaba de que sus críticos no asumían formalmente el poder que aspiraban a ejercer, que no ponían la cara ante la sociedad, y que pretendían que los políticos fueran meros títeres de sus ínfulas de liderazgo corporativo. La historia argentina le daba la razón: cuando no gobierna quien que controla el poder real, todo termina a las patadas.

 

Pero aquí está Alberto Fernández, un presidente que en apariencia pilotea la pandemia como pocos en el planeta, que por eso goza de niveles altísimos de imagen positiva en las encuestas, y que está tomando una de las primeras decisiones fuertes para la gestión de su modelo económico, como es la polémica medida de expropiar un gigante cerealero intervenido por la justicia comercial. En el momento más caliente para el ejercicio de su investidura, con toda la inercia política a favor propia de cualquier gobierno nuevo, el Presidente siente la necesidad imperiosa de salir a decir que Cristina no lo reta y que él no le pregunta lo que tiene que hacer. Algún asesor de su staff de comunicación debería couchearlo urgente para que calle de una vez por todas a su inconsciente atormentado por esa duda de origen sobre su poder de mando.

 

La lógica es simple: si él de verdad manda, no debería aclararlo tantas veces desde que asumió. Y si no manda, pero ordena por el poder delegado de Cristina, debería asumirse finalmente como cualquier CEO que no es dueño: es tan obvio que, en una empresa sana, un director general representa a sus principales accionistas, que no hace falta explicarlo ni mucho menos relativizarlo o desmentirlo. Cuanto más se aclara el origen de la autoridad, más se oscurece su legitimidad, porque el consenso es una convención política para sostener la institucionalidad, no una ley de la naturaleza. Por eso no aclare más, Presidente: ya entendimos todo.

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Silvio Santamarina

Silvio Santamarina

Columnista de Noticias y Radio Perfil.

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