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MUNDO | 07-11-2016 00:00

Efecto Trump: Los estadounidenses que planean irse a Canadá

Disconformes con una victoria tanto de Hillary como de Trump, muchos analizan la posibilidad de mudarse más al norte.

Manuel Quieto, líder de la banda La Mancha de Rolando, había prometido el año pasado que si Mauricio Macri ganaba las presidenciales, se iría a vivir a México. El periodista Diego Brancantellí había advertido que rumbearía a Ezeiza. Ninguno se fue. En Estados Unidos también muchos bromean con que migrarán cualquiera sea el que gane las elecciones de este 8 de noviembre. Es que nunca ha habido candidatos con tanta imagen negativa como la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, por lo menos desde que esta variable se mide en las encuestas.

En el local de souvenirs del museo del periodismo de Washington, el Newseum, en la avenida Pennsylvania, camino del Capitolio, se pueden comprar remeras que anuncian: “Elección presidencial 2016. Nos vemos en cuatro años. ¡Nos mudamos a Canadá! Tiempo para un cambio de escenario”. En la imagen aparece el ciervo canadiense.

Detrás de este fenómeno, varias inmobiliarias de todo el país publicitan sus servicios: "¿te mudás a Canadá? Yo vendo tu casa", rezan los avisos en la vía publica que varios medios televisivos replicaron.

Colapso

Claro que si la tendencia ascendente de Trump se consolida y revierte en las urnas la desventaja de las encuestas quedarán pocos lugares incólumes en el mundo. Una victoria suya podría provocar una hecatombe en los mercados financieros mundiales, con el consiguiente perjuicio para países necesitados de financiamiento, como la Argentina. Es que el millonario inversor inmobiliario que jamás ocupó un cargo público en sus 70 años de vida prometió romper el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) con Canadá y México; rechazar la Asociación Trans Pacífica (TPP, según sus siglas en inglés), que aún debe ratificarse en los parlamentos de los 12 países americanos, asiáticos y oceánicos que la integran; poner más barreras a los productos chinos, levantar un muro en la frontera mexicana y aislar a su país de conflictos internacionales a la vez que aumentar el gasto militar. En caso de vencer, ¿cumpliría con sus promesas, en especial aquellas proteccionistas que se chocan con la tradición republicana? Casi nadie se atreve a predecirlo ni lo saben los analistas políticos y funcionarios de carrera en Washington, capital en la que reinan por su ausencia los carteles callejeros que promocionen a los postulantes presidenciales. En los postes de luz de las calles bajas del barrio de Georgetown apenas cuelgan algunos que difunden candidaturas locales. En el Newseum también puede comprarse la Birome Parlante de Donald, que no es el pato de Disney sino otro que habla más claro y polémico. De un lado tiene la punta y del otro, el rostro enfurecido de Trump. Si se lo aprieta, lanza ocho frases célebres, de esas que hacen temblar al mundo pero que también ha conquistado a la mayoría del electorado blanco no latino (69,1% del total) frustrado por la globalización de personas, productos y guerras. “Seré el mejor presidente que Dios haya creado”, es la primera máxima. “Mira, soy realmente rico”, “voy a construir un gran, gran muro en nuestra frontera austral, y tendremos a México para pagar ese muro”, “no luzco un peluquín, es mi pelo, lo juro”, “amo a China, acabo de vender un departamento por 15 millones de dólares a alguien de China”, “nuestros líderes son estúpidos, nuestros políticos son estúpidos”, “tendremos tantas ganancias si yo resulto electo que pueden llegar a aburrirse” y “pienso que soy una persona simpática, les gusto a las personas que me conocen” son las otras definiciones. La birome cuesta 16 dólares.

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