Le apasiona tomar el riesgo de pararse sobre la cornisa, abrir los brazos y avanzar. Ese es el ritual que Jorge Suárez repite cada vez que sube al escenario. Cuenta con un as bajo la manga: que en la acción, le crecen alas y sobrevuela. Jura que siente intacta esa osadía y su misterio: cómo es que otros pagan para que él les mienta en la cara, cómo puede tener tantas pieles (y plumas), por qué a pesar de la repetición el teatro es un hecho vivo.
Está feliz de ser parte de “Después de casa de muñecas”, obra dirigida por Javier Daulte que eligió hacer –junto a Paola Krum, Julia Calvo y Laura Grandinetti– y por la que esperó unos meses. En un país en el que los gastos fijos inflaman la urgencia, aguantó los trapos y se negó a otros ofrecimientos. “Esta obra tiene un mensaje interesante, apuesta a un teatro en el que puedo hacer lo que más me gusta: instalarme en la búsqueda, en el intento”, reivindica.
Noticias: Cumple 40 años de profesión, ¿hace balances?
Jorge Suárez: Me empieza a resonar, todavía no me doy cuenta porque tengo... (se le llenan los ojos de lágrimas). Me emociono porque tengo el cuerpo de una persona grande pero soy un hombre joven. Me siguen emocionando las cosas, siempre estoy pensando en el otro, en cómo ayudar.
(Te puede interesar: Nora Cárpena: “Estoy aprendiendo a vivir sola”)
Noticias: ¿Se considera joven porque está conectado con los otros?
Suárez: Y porque siento. Me duele el alma, el cuerpo, cuando algo no fluye, no me resigno.
Noticias: ¿Qué le hace doler el alma hoy?
Suárez: Si tengo un entredicho con la China (su mujer, Laura Singh, ex jefa de vestuario de Polka, hoy artista plástica) o ver que el otro vive su existencia y no coincide con vos o que vive algo que ya pasaste. Por ejemplo, no tengo ya papás. Ella tiene a su madre grande y sufro al ver por lo que tiene que atravesar. Eso me hace sufrir, más allá de vivir en un país en el que no se premia el esfuerzo ni la iniciativa.
“Después de casa de muñecas” plantea preguntas que resuenan, como “¿Quién soy?” o “¿Cuánto soy el rol y cuánto el ser?”. La obra desafía a volver a oír la propia voz. O a encontrarla y, para eso, acallar lo que suponemos que pensamos y filtrar los dichos y creencias ajenas. Suárez sostiene que la mujer sufre más ese mal porque tiene la obligación de ser en este mundo, “en un patriarcado brutal”.
Noticias: Dice que se pelea con esos resabios del patriarcado en el que fue criado. ¿Está cuestionándose cosas que antes no?
Suárez: Sí, con una lucha interna grande y con (luchas con) los hombres amigos; uno no quiere ir al choque porque nunca conduce a mucho, hay tiempos para asimilarlo. El mundo cambió, ya no hay regreso, tal vez haya evolución. En mi generación todavía hay resistencias, tendrán que encontrarse con lo que les parece mejor. Si no va a ser como obligatorio y todo lo obligatorio es peligroso.
(Te puede interesar: Nadya Tolokonnikova: “Cualquiera debe ser feminista: mujeres, varones, aliens”)
Noticias: Le pone el cuerpo a una obra que habla de feminismo y tiene una hija de 17, ¿cómo lo interpela este momento?
Suárez: Estoy a favor de la legalización del aborto, quiero que sea seguro y legal. Y nadie me va a decir lo que es la vida, amar la vida y la otra vida porque amo la vida y amo la vida de los seres que amo, pero no hay que abandonar, no hay que traer hijos al mundo que uno no quiera traer, entendiendo lo que implica el amor incondicional, que significa “sin condiciones”.
A los cuatro meses de gestación, a su madre le dijeron que ese embarazo la ponía en riesgo y le aconsejaron interrumpirlo. La mujer se negó. Cuando finalmente Jorge Suárez nació, se adueñó de cierto halo de superhéroe: había sobrevivido y había protegido de la muerte a su madre.
Noticias: Nació sobreviviente, con esa aura tal vez sea más fácil coquetear con el borde.
Suárez: ¡Sí, claro! Tengo una palabra tremenda para esto que es “coloso”. A los 25 me convertí en diabético insulinodependiente de un día para el otro. Tenía mi carrera por delante, mi deseo, para lo que me había preparado y jugado. Y de repente…
(Te puede interesar: Aborto: los números detrás del debate entre verdes y celestes)
Noticias: ¿Sintió que ese diagnóstico amenazaba su futuro profesional?
Suárez: Sí. Me reuní con mi grupo de trabajo, todos egresados del conservatorio, entre los cuales estaba Julita Calvo, y les dije que esa noticia “No era la caída de un coloso” y me puse la armadura, la capa, la espada y salí a jugarme por mi deseo.
Eso de la armadura es una mentira porque este es un hombre vulnerable e hipersensitivo que asegura poder anticipar que lloverá o detectar si una mujer está ovulando. Dice que le da “Miedo entrar en ese mundo en donde la gente opina de lo que decís” y que por eso, entre otras cosas, maneja con cautela su exposición pública. “A veces duele porque tener el reconocimiento de sólo la chapa, decís: 'Soy un actor prestigioso y no me dan…' y no, le dan al actor que está en el candelero, en los programas de chimentos”.
Noticias: ¿Qué cosa no le dan?
Suárez: ¡No me dan bola!
Desde mayo, se viene transformando en un señor antiguo, fabricante de imágenes religiosas y esposo de Inés Estévez. No puede adelantar demasiado pero está contento con su personaje de “Pequeña Victoria”, tira con idea de Erika Halvorsen y Daniel Burman, producida por The Mediapro Studio y Viacom International Studios. “No sabemos cuándo saldrá al aire (por Telefe), ahora uno trabaja para una multinacional que vende a todo el mundo y eso es una alegría enorme”.
Noticias: En la obra se plantea hasta qué punto los roles sociales nos colonizan. En su caso, ¿el rol de “actor consagrado” lo incomodó?
Suárez: No. Esto de la chapa, del prestigio, de los premios, que agradezco porque trabajé para eso y entregué mi vida al escenario, pero los rótulos que le pone la gente a eso no tienen que ver conmigo. Soy un hombre jugándose por lo que desea, con las capas y espadas que tiene encima. Me tengo que hacer cargo de la chapa de actor de teatro, que construí toda la vida. Lo bueno es que al final, la chapa es igual para todos: dice tu nombre, fecha de nacimiento y de partida; tenemos que pasarla lo mejor posible, ponernos la capa y luchar por lo que uno quiere.
Noticias: Hace unos años dijo que su misión era ser un actor del pueblo, ¿sigue pensándolo así?
Suárez: Quiero elevar el nivel de lo que llamamos pueblo, quiero sentirme un actor de mi pueblo y sentir que vale la pena hacer una obra como esta porque hay gente que la entiende, que necesita encontrarse con estos temas. Tengo un público que me acompaña y que me agradece que me entregue. No me entrego porque estoy loco sino que soy porque ellos están.
Noticias: Como en un gran pogo.
Suárez: ¡Exactamente!
Sonríe y los ojos se le achinan. Es un joven coloso que piensa seguir haciendo de las suyas.
Por Valeria García Testa
@valgarciatesta
Comentarios