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SOCIEDAD | 20-06-2020 11:22

200 años de Manuel Belgrano: Por qué está más vigente que nunca

A dos siglos de su muerte, el prócer fue un pionero en varios temas. Primer defensor de la libertad de género, y adelantado en términos de comercio, educación y agricultura.

A 250 años del nacimiento de Manuel Belgrano, el prócer está más vivo que nunca. Por ejemplo, fue un adelantado en términos de darle más derechos a la mujer. La doctora en Historia, Cristina Minutolo de Orsi, académica emérita del Instituto Nacional Belgraniano, explica que Belgrano fue un adelantado en promover un nuevo rol para la mujer, distinto al que las encasillaba la sociedad de la época dentro del matrimonio y la crianza de los hijos. En ese marco fue también pionera su labor promoviendo escuelas para mujeres con el fin de no solo desarrollar sus capacidades, sino también ayudar a que logren su emancipación. En el pensamiento del prócer, las mujeres "son las encargadas de mejorar la sociedad porque ellas son las que forman a los ciudadanos, son las moderadoras, el instrumento fundamental para el cambio social", y era necesario educarlas para que pudieran cumplir con una misión tan significativa, e incluso abogó para que tuvieran un lugar en la prensa. También abogó para que los hombres no consideren a las mujeres como objetos de su propiedad y defendió el derecho de ellas a elegir al hombre con el que desean unirse, cuestionando el rígido autoritarismo paterno de la época, agregó la académica.

La historiadora señaló que desde su trabajo como secretario del Consulado de Buenos Aires, el prócer predicó el desarrollo de la agricultura, el comercio y la industria y citó que en este último aspecto, alentó el perfeccionamiento de la actividad textil.

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Biografía. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano  nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Cursó sus primeros estudios en el Real Colegio de San Carlos donde aprendió latín, literatura, filosofía, física y lógica. A los 16 años viajó a España a completar su formación, graduándose de bachiller en leyes, en Valladolid, en 1789 y recibiendo el título de abogado en 1793. Su perfil intelectual incluyó amplios conocimientos de economía y manejo del italiano, inglés y francés. Llegó a Europa en plena Revolución Francesa y vivió con intensidad el clima de la época. Pudo tomar contacto con las ideas de Rousseau, Voltaire y Adam Smith y tomó como base el libro “La riqueza de la Naciones”, que ponía el acento en la tierra como fuente de riqueza.

Su dedicación y experiencia en cuestiones económicas le permitió ser nombrado por el rey Carlos IV como Secretario del Consulado que se iba a erigir en Buenos Aires. Esta institución, creada en 1794, tendría a su cargo la administración de justicia en los pleitos mercantiles y el fomento de la agricultura, comercio e industria.

Pero el mayor de los aportes de Manuel Belgrano lo realizó en materia de educación. Durante esa época no existían escuelas para mujeres; él quería crearlas puesto que pensaba que para ser “buenas madres”, las mujeres debían educarse. Cabe destacar el interés de Belgrano, en esta línea, según cuenta en sus “Memorias Consulares”: “Se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñará la doctrina cristiana, a leer, a escribir, coser, bordar, etc., y principalmente, a inspirarles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial o más en las mujeres, que en los hombres”. A su vez, el prócer pretendía que la educación fuera gratuita para todos.

Para Manuel Belgrano la educación era entendida como un fundamental y necesario motor de progreso de toda la sociedad. Otro extracto de sus “Memorias”: «Uno de los principales medios que deben aceptar a este fin, son las escuelas gratuitas, donde pudiesen los infelices (los pobres), mandar a sus hijos sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción; allí se les podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues un pueblo donde no reine éste, decae el comercio y toma lugar la miseria; las artes que producen abundancia que las multiplica después en recompensa, decaen; y todo, en una palabra, desaparece, cuando se abandona la industria, porque se cree no es de utilidad alguna”. En su “Memoria Consular” del año 1802 dice: “Sin enseñanza no hay adelantamientos…” y “he clamado siempre por la escuela (…) como medio para la prosperidad del Estado”.

Desde una posición que algunos definirían como liberal, Belgrano, experto en política económica, estaba convencido de que era necesario formar a las nuevas generaciones en diversas artes y ciencias y, además, que esta formación debía ser gratuita. Sus esfuerzos en materia educativa se plasmaron en la creación de dos instituciones que corrieron diversa suerte: la Escuela de Náutica, que continúa abierta en la actualidad, creada bajo la premisa de que no podía darse el desarrollo económico sin poseer una flota mercante autónoma, y la Academia de Geometría y Dibujo, que tuvo corta vida.

 “Se trata de un pensamiento sabio, avanzado para la época, de una actualidad que asombra, admira y a la vez entristece, porque pasaron 200 años desde que fueron escritas y muchos de los problemas planteados siguen esperando ser atendidos y encausados, y las soluciones propuestas por una de las mentes más lúcidas de nuestra revolución, siguen sin encontrar eco en los que podrían aprovecharlas cumpliendo el último sueño de Belgrano expresado en su lecho de muerte, en medio de una estricta pobreza, el 20 de junio de 1820: ‘Yo espero que los buenos ciudadanos de esta tierra trabajarán para remediar sus desgracias’”, escribió el historiador Felipe Pigna.

 

Por Liliana Chimenti y Carla Villalba, alumnas de periodismo de la Escuela de Comunicación de Perfil.

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