Al inicio de la pandemia, hubo un nuevo sujeto social que se volvió objeto de manifestaciones racistas: la gente de origen asiático. Los chinos fueron asociados con el inicio del Covid-19 y se los discriminó de una manera brutal por temor al contagio. Funcionarios de la embajada China tuvieron que restringir sus salidas por motivos de seguridad, dueños de supermercados denunciaron que no les permitían ingresar a comprar a los mayoristas y miembros de la comunidad japonesa denunciaron ser hostigados en la calle por esa costumbre argentina de definir a cualquier persona con rasgos asiáticos como chinos.
Liam es de Taiwán y trabaja en un supermercado chino del barrio porteño de Caballito. Está casada y tiene dos hijos. Llegó en 1997 al país, unos años después que lo hiciera su esposo. Hay días que está sonriente y otros, más seria. Aquella tarde no parecía ser su mejor jornada. Había tenido problemas con un distribuidor y estaba de mal humor. “Muchos se aprovechan del virus para engañarte con los precios”, llegó a decir en un acento muy marcado. Liam ha sufrido a lo largo de su vida varios episodios de racismo. “Me han insultado muchas veces por no entender palabras en español o confundirlas. Más de una vez me han empujado en la calle y gritado que me vuelva a mi país”, cuenta en un tono cotidiano que denota cuán a menudo le sucede.
En marzo, cuando la epidemia del coronavirus, detectado originalmente en la ciudad de Wuhan, se volvió un tema global: comenzaron las estigmatizaciones en contra de la comunidad china en Argentina y tanto Liam como su familia tuvieron que sufrirlo en carne propia. “Mucha gente ha llegado a limpiarse la ropa o las manos, si los he tocado sin querer. También me han mirado con asco en la calle, como si estuviera infectada por ser china”, cuenta la mujer taiwanesa, que entiende que si bien los adultos pueden tener conciencia de la situación y sobrellevarla, los niños lo sufren más. “A mi nieto, que tiene siete años, los demás niños le dijeron que el virus era culpa suya por ser chino y él llora por esto. Los niños son crueles sin quererlo, pero seguramente eso lo escucharon de sus padres, que no lo hacen sin querer”, explica Liam a NOTICIAS.
La locura por el coronavirus también trajo otras discriminaciones que no llegan a ser racistas, pero que también estigmatizan. Médicos, inquilinos y pobres sufrieron en carne propia el miedo social al Covid. Ya sea como continuación de una situación histórica y estructural o como nuevas formas de discriminación, los índices de denuncias en plena pandemia aumentaron cerca de un 40% en relación a febrero de este año, según datos del INADI.
“Con el Covid-19 surgieron nuevos sujetos de discriminación como los médicos”, asegura Lorena González, jefa de gabinete del INADI. Las denuncias por parte del personal de salud apuntaron a intimidaciones en barrios o edificios donde residen porque los vecinos los consideran como posibles vectores de contagio. “No son en sí un nuevo colectivo discriminado porque pasada la pandemia los médicos no van a ser discriminados por médicos, al contrario, hay una valoración social importante de su actividad. Pero, en este caso, se los vincula al peligro del contagio. Hubo muchas denuncias porque les dejaron notas, los amenazaron y en algunos casos les querían impedir entrar en sus hogares”, agrega.
El siguiente tipo de discriminación que comenzó a notarse fue el relacionado a la vivienda. Debido a la crisis económica que profundizó la cuarentena, algunos propietarios deciden desalojar a sus inquilinos por no poder pagar el alquiler, a pesar de estar en vigencia un decreto que lo prohíbe. Dentro de ese mismo grupo se incluyen casos donde se señalan casas de personas contagiadas, a modo de escrache social.
También empezó a aparecer en los registros del INADI denuncias de vecinos de barrios populares que se sienten señalados. Al racismo histórico que sufren estos sectores se agrega la idea del “nos van a contagiar a todos”. Al respecto, González agrega: “A veces creemos que somos menos racistas porque no tenemos negros, pero nosotros tenemos muy enquistado el racismo y lo vemos fundamentalmente en los sectores populares. Se va reforzando una idea sobre la peligrosidad. Antes lo peligroso estaba vinculado a la delincuencia y ahora, al virus y a cierta desobediencia. Son todas construcciones y relatos que van reforzando los paradigmas discriminatorios”.
*Alumno del Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL.
por Aldo Nuñez*
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