“Diego no se murió”, gritaba una vecina desde el balcón de unos de los edificios del pintoresco barrio de La Boca. “Diego vive en la bombonera”, le respondía otra. Es que en el barrio xeneize todo era tristeza. La noticia de la muerte de Diego Maradona no pasó desapercibida. Decenas de hinchas se agrupan en la entrada de la cancha de Boca para dejar flores, rosarios y encender velas con un sólo fin: mantener vivo el recuerdo del ídolo.
“Estaba viajando en colectivo y escuché que dos personas decían que Diego murió, nunca me imaginé que se referían a Maradona. Cuando me lo terminan de confirmar, me bajé del colectivo, compré flores y me instalé en la puerta del estadio”, contó Patricia Sánchez, una vecina del barrio y fanática del club de la ribera a Noticias. La postal era fuerte, la mujer sentada junto a su hijo de no más de cinco años bajo los molinetes de ingreso de la calle Brandsen. Su llanto, no tenía consuelo. “Nosotros, los hinchas de Boca, lo sentimos como un padre porque él siempre está acá. Cada vez que hay partidos. Él es todo, voy a dejar su legado vivo en mi hijo”, aseguró Sánchez, mientras trataba de disimular la congoja.
“Diego es del pueblo, pero un poca más Boca”, es la frase que repetían todos los xeneizes en el lugar. Es que desde su debut en 1981 contra Talleres de Córdoba, vistiendo la camiseta azul y oro, Maradona logró un lugar muy especial en la historia de este club. “Estoy destruido porque siempre fue mi ídolo. Hizo todo lo que tenía que hacer como jugador y en Boca nos dio muchas alegrías”, decía Alfredo, otro fanático cuya devoción por El Diez llegó al punto de escaparse del trabajo para estar presenten en la Bombonera. “Yo trabajo de seguridad y cuando me enteré que había muerto me vine corriendo para acá. No me importó nada, si me quieren echar, que lo hagan. El Diego lo vale”, desafiaba el señor de unos setenta años. Como el caso de Alfredo, había muchos más. Es que Maradona provocaba eso: locura sin límites.
Inesperado. En el complejo Pedro Pompilio, lugar donde se realizan los entrenamientos, a metros del estadio Alberto J. Armando, el clima era de duelo absoluto. Las personas que trabajan en el mantenimiento del lugar aseguraron a NOTICIAS que antes de que trascendiera el fallecimiento del jugador de forma masiva, en los pasillos del club, ya se hablaba de un asueto total y suspensión de todas las actividades. Incluso previo a que se conociera la reprogramación del partido de Boca en Brasil contra el Inter.
Eterno. “Cada 25 de noviembre lo voy a recordar con mucha tristeza y voy a venir a La Bombonera a dejar una flor en honor a todo lo que le dio al fútbol”, aseguró Alfredo mientras secaba las lágrimas de su rostro. “Diego siempre va a estar vivo en esta cancha porque es lo más grande que hay”, agregaba Matías, un hincha joven que heredó de sus padres la pasión por el ex técnico de Gimnasia de La Plata.
Lo cierto es que el 25 de noviembre será un día histórico en el barrio de La Boca, no sólo por el hecho del fallecimiento de Maradona, también porque el estadio que late, ese día, por un momento, dejó de latir.
por Pamela Vargas
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