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SOCIEDAD | 29-12-2019 10:22

Chechu Bonelli: el renunciamiento de Cenicienta

Para que sea un cuento de hadas, la mujer tiene que dejarlo todo por el príncipe azul que ahora le da sentido a su vida. Lo que Disney no cuenta es qué pasa en la historia después de seis meses de convivencia.

Chechu Bonelli fue la primera mujer en integrar un panel de periodistas deportivos en el prime time de la tele. Cuando era modelo, llegaba a los desfiles con moretones en las piernas porque le gustaba jugar al fútbol. Y, como periodista, se animó a meterse en los vestuarios de un ambiente machista como pocos.

Sin embargo, un día, el renunciamiento histórico de la Cenicienta tocó a su puerta y ella, como le ocurre a tantas otras mujeres, decidió abandonarlo todo para salir corriendo detrás de los pantalones del amor. Y adiós feminismo. 

Se mudó a otro país, dejó trabajo, entorno social, independiencia económica, afectos y la trayectoria profesional que había construido derribando prejuicios. Siguió los consejos de su padre quien, según Chechu, era el que tomaba las decisiones importantes en la familia. “Vos dejás tus cosas, armás el bolso y te vas con él”, le dijo.

Cenicienta, entonces, ahora devenida en princesa, archivó su vida de harapos locales y subió a un avión de AirFrance. Pero después de un tiempo se encontró en Niza llorando, rodeada de pañales y lavando platos. Es que a las mujeres nunca nos terminaron de contar qué pasaba en el cuento luego de seis meses de convivencia. Y qué pasaba cuando el renunciamiento que se nos pide por seguir al príncipe azul implica olvidarnos de todo. Incluso de nosotras mismas. 

No me atrevo a culpar a Chechu Bonelli. Ella sigue creyendo que valió la pena aguantar lo que aguantó. Y lo justifica: “Vivía tanto para mi laburo que creo que si no me iba con él y apostaba por el amor, hoy sería una terrible solterona”. En definitiva, forma parte de un esquema de pensamiento social que Disney supo explotar y que machacó en el cerebro de generaciones de niñas: la medida de las cosas siempre está puesta en el varón. Sin ellos, no existimos.

Jimena Barón, quien también corrió detrás de las habilidades de un delantero y luego hizo un meaculpa en su oda a “La tonta”, ahora se dedica a advertir a las incautas: “Vos dejás todo, pero un día ellos se toman el palo, se tatúan Roberta en el brazo y te dejan dos ojotas y un toallón”. Esta filósofa del botinerismo sabe lo que significa para una mujer que el final del cuento de hadas siempre lo escriba el dueño de la billetera.    

 

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María Fernanda Villosio

María Fernanda Villosio

Editora de Información General y columnista de Radio Perfil.

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