La imagen de los runners en los bosques de Palermo el día que se volvieron a habilitar las salidas deportivas fue una cristalización de un síntoma que, en voz baja, se venía palpando. Cada vez más, aumenta la circulación en la calle y no solo por los avances de fase. Distintas encuestas señalan que hay un desgaste de la ciudadanía y que varios rompieron el aislamiento para encuentros privados y familiares, a pesar de que especialistas y políticos insisten en que ese comportamiento puede impactar negativamente en la cantidad y velocidad de contagios.
Como consecuencia, se llegó a una situación de cuarentena líquida, en términos del sociólogo Zygmunt Bauman: el ideal de aislamiento más estricto que anuncia el Gobierno está diluido en los hechos. Así, mientras se ven las calles más concurridas, bares con acumulación de personas en la entrada y eventos masivos en la vía pública -como fiestas o marchas-, se extendió por novena vez la cuarentena.
Contradicciones
Hay visiones encontradas hacia el interior de la toma de decisiones en cuanto al rumbo de la pandemia que se trasladan a lo comunicacional y, por lo tanto, a los ciudadanos. Todos acuerdan en que la conducta social es crucial para definir cómo avanza la pandemia. Pero en la ciudad de Buenos Aires apuestan a la voluntad individual (“no es una cuestión de acatar o no las medidas, sino de que entendamos la situación en la que estamos y lo que conlleva la decisión que toma cada uno individualmente”, deslizaron a NOTICIAS fuentes del Ministerio de Salud de CABA), mientras que la Provincia comandada por Axel Kicillof enfatiza la necesidad de políticas públicas para inducir el comportamiento.
Además, hay diferencias en cuanto a la problemática de las reuniones sociales. Un funcionario próximo al ministro de Salud porteño Fernán Quirós confirmó a NOTICIAS que “según se desprende de entrevistas epidemiológicas a todos los casos confirmados y sospechosos, todos van contando que han tenido alguna reunión o encuentro”. Pero un funcionario de la Provincia de Buenos Aires considera que “en el conurbano, estas reuniones colaboran con la circulación del virus pero no es el foco”.
La negociación para llegar a un consenso sobre qué tanto abrir las restricciones generó confusiones, contradicciones y, según el análisis de Sergio Berensztein, analista político y consultor, “una pérdida de la credibilidad de la palabra oficial”.
En ese sentido, en esa búsqueda de conciliación, en el último decreto aparecieron artículos contrapuestos. Por ejemplo, se permite realizar eventos culturales, recreativos y religiosos de hasta diez personas “preferentemente” -pero no de manera obligatoria- en lugares abiertos. Sin embargo, y esto fue una de las medidas que generaron más resquemores, se prohíben en todo el país los eventos sociales o familiares “en todos los casos y cualquiera sea el número de concurrentes”.
Frente a esto, Fernán Quirós propuso una alternativa para esquivar la medida: “La alternativa es salir a caminar con distanciamiento social y tapabocas con la gente que quiera dialogar o encontrarse entre las 6 de la tarde y las 10 de la noche”.
Enio García, jefe de asesores del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, reconoce que sí hubo cierta ruptura en la comunicación. “Obviamente las actividades al aire libre producen menos riesgo. Entonces, no es una cuestión de riesgo en sí mismo, el tema es qué mensaje estás dando a la ciudadanía: cuando uno da un mensaje político de relajamiento, de que no pasa nada, ahí hay un riesgo que es que la gente baje la guardia, se amontone”.
Una situación similar había planteado el ministro de Salud del Gobierno nacional, Ginés González García, cuando admitió que la prohibición de los runners durante una etapa fue para tener “precauciones en lo gestual”. Pero ahora, y en la misma semana en que se anunció la extensión de la cuarentena con restricciones, se habilitó que los equipos de fútbol vuelvan a entrenar porque la Conmebol dictaminó que en septiembre se jugará la Copa Libertadores.
Berensztein analiza: “Me parece que el Gobierno decidió mantener en el discurso y también en términos de la normativa una postura dura e incluso contradictoria. Porque el viernes pasado el Presidente elaboró todo un discurso basado en conceptos de la responsabilidad individual y el domingo esparció este DNU que era mucho más restrictivo de lo que se suponía”.
Así, tanto porque Argentina es un país federal, con distintas situaciones epidemiológicas y con un virus que cambia constantemente, como por todas las aristas a tener en cuenta a la hora de manejar una pandemia, comenzaron a superponerse órdenes, contraórdenes, decretos nacionales y disposiciones municipales a medida que se fue prolongando la cuarentena que no siempre iban en la misma línea.
Con el último decreto de Alberto Fernández, que prohíbe las reuniones sociales en todo el país, se generó conflicto. No solo varias provincias están en fases más avanzadas que AMBA sino que además algunas (San Juan, Santa Fe, Santiago del Estero y Catamarca) reabrirán las escuelas. La medida produjo reacciones de desobediencia. En Corrientes, Gustavo Valdés se apresuró a decir que no aplicaría el decreto en su provincia porque “le parece contradictorio”, aunque ahora dio marcha atrás y acatará la disposición nacional. En San Juan y San Luis, anunciaron que analizarían su aplicación.
Termómetro social
Algunas encuestadoras privadas midieron el comportamiento de los argentinos en relación al aislamiento en los últimos meses. Según la consultora D’Alessio Irol- Berensztein, el temor al contagio descendió unos puntos respecto de junio, quedando en el quinto puesto. La encuestadora Management & Fit relevó que en el AMBA el 87% de las personas consultadas violó la cuarentena para visitar familiares. En esa línea, AHF Argentina encontró que el 43% de los que no pasaron el aislamiento junto a su pareja rompieron la cuarentena para tener relaciones sexuales.
En cuanto a la aceptación del aislamiento, una encuesta realizada por Proyección Consultores en la provincia de Buenos Aires arrojó que la extensión de la cuarentena tiene un 50% la aprueba y un 20% tiene una posición neutra. Esas mediciones demuestran que todavía se apoya la medida, pero va disminuyendo el porcentaje.
“Lo más importante acá son los componentes familiares, afectivos, no materiales, en el comportamiento de la gente: buscan la sociabilidad, el abrazo, el ver al ser querido”, señala Berensztein. En ese sentido, explica por qué se generó un desgaste: “Lamentablemente me parece que es inevitable, uno puede pretender o intentar incluso forjar comportamientos extraordinarios por un período limitado. Creo que es demasiado voluntarista suponer que la sociedad iba a mantener el mismo nivel de conciencia y de limitación por demasiado tiempo”.
Consecuencias
En el Gobierno nacional el incumplimiento civil se percibe, razón que los llevó a armar spots con artistas y campañas de comunicación en los reportes diarios pidiendo mayor cuidado individual y conciencia. En la Provincia y CABA pasa lo mismo. Pero ninguno cree que eso implique que la cuarentena no funcione: por el contrario, entienden que mientras las mediciones que estudian estén controladas, se podrá manejar la pandemia.
“Hay que ver resultados parciales, no es blanco y negro. Si no hubo un 100% de acatamiento de una medida no es que no funcionó. Ahora estamos en una situación que para evitar los contagios todavía sigue funcionando. En julio, cuando volvimos a fase 1, logramos que se baje un 13% la circulación. Uno lo que tiene que evaluar es si el cambio fue suficiente para el objetivo que se buscaba”, explica Enio García desde la Provincia y asegura que si se compara la movilidad entre julio del 2020 y julio del 2019, se está en un 60% de la circulación original.
Medidas que se convirtieron en una bola de nieve, marchas y contramarchas en las decisiones, desgaste emocional y pérdida de la percepción del riesgo hicieron que el aislamiento planificado por los gobernantes cambiara su forma y rumbo por el comportamiento de los ciudadanos y se convirtiera, más que nunca, en una cuarentena líquida.
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