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SOCIEDAD | 27-04-2022 15:54

En medio de la crisis económica, la ostentación 2.0

Quiénes son los millonarios que exhibe en sus redes autos importados y joyas. Por qué no tienen haters.

Jorge Gómez sale de su empresa en una camioneta Porsche. No alcanza a hacer 300 metros cuando un auto se le cruza, bajan delincuentes armados y le apuntan. Como el vehículo es blindado el industrial no se altera demasiado, hace reversa y escapa. “Como esas tengo cien historias”, le cuenta a NOTICIAS.

La anécdota no lo cambió. De hecho, en vez de bajar el perfil se hizo famoso en Instagram publicando fotos de sus autos, relojes de las marcas más exclusivas y contando historias de superación. “Mis hijos me piden todo el tiempo que no muestre tanto”, confiesa. Pero no les hace caso: a lo largo de sus 63 años tuvo una docena de Ferraris, compró el primer Pagani de Sudamérica por 340 mil euros y un reloj Richard Mille de 200 mil dólares. Todo está publicado en sus redes.

Pero Gómez no está solo. Un grupo de ricos en la Argentina muestran sin pudor un estilo de vida para pocos. Mansiones, autos de lujo, aviones privados y viajes por el mundo. Influencers millonarios, en un país asediado por la pobreza que, sin embargo, no reciben entre sus seguidores mensajes de odio, envidia o resentimiento. Como un oasis de la sociedad, en su mundo hay poco lugar para los haters.

EXHIBICIONISTAS

Se calcula que en la Argentina hay apenas unas 350 Ferraris, la marca italiana que es, como pocas cosas, un símbolo de estatus. Por esa razón, cada vez que algún Cavallino Rampante se deja ver por alguna calle porteña atrapa miradas. Oscar Fernández (@torofz en Instagram), un empresario de logística internacional nacido en Chaco, cosechó más de 50 mil likes al mostrar una de las últimas que llegó al país.

Abrazado al importador de vehículos de lujo Malek Fara, Fernández puso a la vista de todos su Ferrari Pista amarilla del 2020. “Toro”, como lo llaman sus amigos, tiene más de 400 mil seguidores y allí muestra sus vehículos, viajes y el contacto con celebridades. “Yo no tengo haters. Valoran el esfuerzo, a pesar de que saben que uno tiene guita. Yo salí de abajo”, dice. Y agrega: “Hay gente de plata que no muestra nada, tienen los autos guardados en la cochera. Uno trata de ser amable porque, en definitiva, tengo el mismo vicio que el que se acerca a ver la Ferrari. Somos todos fierreros”.

Un caso similar es el del joven empresario y coleccionista de autos Agustín Trajtenberg. Suele mostrarse en autos importados y piloteando aviones privados, pero la joya de la corona es un Lamborghini Spyder con patente de Ohio que ya trasladó en varias oportunidades a Punta del Este. “Desde muy chico siempre fui fanático de los autos y tener un cabrio era mi sueño. Cuando tuve la oportunidad no lo dudé. Es mi felicidad más allá de lo que puedan decirme”, comenta a NOTICIAS.

Pero ser un exhibicionista de lujos en la Argentina conlleva varios riesgos más, además del peligro latente de la inseguridad. Lo atestigua Malek Fara, quien luego de protestar por tener retenidos en la aduana los vehículos que trajo para vender en el país, decidió mudar su emprendimiento a Uruguay. Tenía 47 autos, entre Ferrari, Maserati, Rolls-Royce y Lamborghini, que nunca pudo nacionalizar.

NEGOCIOS

 El empresario textil Federico Álvarez Castillo también hizo de su pasión por los autos de lujo un negocio. Empezó como hobby, importando vehículos que se dedicaba a restaurar en el país. Aston Martin, Porsche y Mercedes Benz, entre otras marcas, forman parte de su colección. “Tenemos artesanos increíbles acá, como no hay en otros países. Yo traigo los autos a mi nombre y los vamos acomodando”, cuenta.

Álvarez Castillo, esposo de la ex modelo Lara Bernasconi, se asoció con el country Pilará en el emprendimiento Cars & Oficce, un lugar donde sueña con que los coleccionistas hagan sus hangares para exhibir sus joyas y hacer negocios. “No recibo comentarios con mala leche en redes, la gente lo toma con buena onda”, agrega el dueño de Etiqueta Negra.

Para el psicólogo Harry Campos Cervera, la ausencia de haters se explica en la idea del espejo: “Los seguidores de estas personas se identifican con el deseo del otro. Ven su vida y quisieran tenerla”, comenta el profesional de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

En cuanto a los ricos que muestran sus objetos de lujo en medio de un clima de tensión social, Campos Cervera agrega: “Hay una necesidad de reafirmar lo que uno tiene, ante la mirada del otro. En pequeña escala, pasa cuando alguien saca una foto de lo que va a comer, esperando que sus amigos le contesten. A gran escala, un rico muestra sus bienes”.

La respuesta es unánime, entre estos y otros ricos que acumulan cientos de miles de seguidores en Instagram: “La mostramos porque nos la ganamos”, dice uno de los millonarios que prefiere no ser identificado. Y agrega: “Muchos políticos también podrían comprarse una Ferrari, pero no podrían salir a la calle”.

En un contexto de crisis económica se animan a desafiar al ostracismo habitual de los más pudientes y se exponen a la inseguridad. Son famosos por ser ricos. “No me gusta refregarle las cosas a la gente. Quiero contarles que si yo pude, cualquiera puede”, concluye el industrial Jorge Gómez, quien reveló en redes que se prepara para comprar otro Pagani, uno de los autos más caros del mundo.

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Carlos Claá

Carlos Claá

Periodista político

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