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SOCIEDAD | 14-08-2020 12:20

Gollán vs. Quirós: el marketing de la grieta sanitaria

En público se lanzan dardos duros, pero en privado acuerdan medidas. Estilos diferentes y un enfrentamiento "para la tribuna".

El de Daniel Gollán y Fernán Quirós es un enfrentamiento extraño. En público, los ministros de Salud de la provincia y de la Capital se lanzan dardos. En privado, los colaboradores de uno y otro desdramatizan y confiesan que hay mucho de estrategia política. A pesar de esto, en la práctica, los funcionarios acuerdan medidas. Desde Nación reconocen que “hay un problema comunicacional porque las diferencias a la hora de informar son muy grandes”. Es cierto: en sus declaraciones mediáticas, los diagnósticos y pronósticos sobre qué camino seguir son totalmente diferentes. En los días más complicados de la pandemia, las máximas autoridades sanitarias del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) decidieron que era un buen momento para jugar a la grieta.

En el entorno de cada uno dicen que es difícil hacer una comparación entre Gollán y Quirós. Insisten en que los ministros gestionan en teritorios completamente distintos, sobre todo si se tiene en cuenta el presupuesto y la estructura de cada distrito. Por lo tanto, sus roles y estrategias necesariamente deben diferenciarse. Sin embargo, desde que el coronavirus llegó a la Argentina, los límites desaparecieron. Ya no se habla de Capital o Provincia sino de AMBA, la sigla que se popularizó en estos meses para hacer referencia a la Ciudad de Buenos Aires y a las 40 localidades que la rodean. Al cierre de esta edición, esta región concentraba el 94% de los contagios del país y registraba un porcentaje de ocupación de Unidades de Terapia Intensiva del 69%.

Ellos lo saben muy bien. De hecho, mantienen conversaciones telefónicas casi diarias y, más allá de algún cruce en alguna mesa de decisiones, sus colaboradores subrayan que tienen buena relación. Es más, en sus entornos destacan las cualidades del otro: desde Provincia dicen que Quirós es lo más parecido que tiene Juntos por el Cambio a su perspectiva sanitaria y agregan: “Para nosotros es un alivio que esté él ahí y no otro”. Y desde Ciudad, reconocen las dificultades del territorio bonaerense: “Acá teníamos aceitada la gestión con muchos años. Ellos asumieron en diciembre y en marzo les pasó esto. Ganar Buenos Aires es maravilloso, pero apenas entrás, nada te alcanza y siempre estás pidiendo favores”.

Los elogios privados no se corresponden con la vida pública, donde florecen acusaciones de todo tipo: en Ciudad cuestionan el discurso del miedo de Gollán y contradijeron sus pronósticos cuando, por ejemplo, afirmó que era “inimaginable” una temporada de verano. En Provincia ponen en duda la calma que transmiten las autoridades porteñas respecto a la baja de contagios de las próximas semanas e insisten en que la Capital continúa siendo el principal riesgo.

Cuando deben explicar estas desavenencias, los voceros de Quirós dicen que los disparos de Gollán buscan rédito político y lo describen como un “ministro militante”. En cambio, en el entorno del bonaerense afirman que lo suyo es una estrategia para defender a la gestión del ataque de los medios e instalar temas que lleguen a la mesa política grande, en la que está sentado el gran árbitro: Ginés González García. Desde el Ministerio de Salud de Nación insisten en que, en la realidad, “la relación entre ambos es muy buena”. Además, subrayan el “trabajo en equipo” y ponen como ejemplo la buena predisposición de ambas gestiones para pensar en una política dirigida al AMBA: “Fue un gesto, es aceptar que están en la misma”, dicen.

El universo de los médicos que hacen política es pequeño y todos se conocen. Y, como no podía ser de otra manera, Gollán y Quirós representan diferentes expresiones ideológicas sanitarias y, más allá de la emergencia, saben que deben alimentar a las bases propias.

Fuego mediático. Aunque las acusaciones de uno y otro lado de la General Paz no son nuevas, a medida que transcurrieron las semanas, fueron elevando el tono. El enfrentamiento tuvo momentos y cada ministro se expuso de una forma diferente. Cuando se pensó la estrategia comunicacional bonaerense se definió que “Gollán tenía que ser la punta de lanza”, cuentan sus allegados: “Se decidió construirlo como un interlocutor desde el principio. Bastante después se lo pudo aliviar en la tarea y ahí aparecieron como fundamentales Nicolás Kreplak (el viceministro de Salud) y Enio García (jefe de asesores del ministerio de Salud), entre algunos otros”, agregan. En Ciudad, en cambio, le dieron un protagonismo casi exclusivo a Quirós, pero con el cuidado de que no sea él quien polemice de forma directa. Para eso hay otros referentes del macrismo. En los dos casos, el objetivo era el mismo: que las eventuales críticas no sean absorbidas por el gobernador Axel Kicillof o por el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta.

El último cruce que tuvieron ambas administraciones fue esta semana, cuando Gollán dijo que “los contagios van de CABA hacia Provincia” y advirtió que “a este ritmo se van a agotar las camas”. Sus declaraciones fueron dos días después de que la Ciudad comunicara, a través de su vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, que los contagios en suelo porteño “podrían empezar a ceder” en los próximos quince días.

Antes de eso, la agenda se había copado con la discusión sobre la temporada de verano. Mientras que Gollán decía que le resultaba “inimaginable cientos de miles de personas en la Costa”, Quirós dijo que la complejidad del coronavirus hace que sea muy difícil “prever dos o tres semanas para adelante”.

Otra discordia pública apareció cuando se supo que la intención de la Ciudad es ampliar la habilitación en cuestiones deportivas. La ministra de Gobierno de Buenos Aires, Teresa García, calificó de “inadmisible” la propuesta y dijo que las aperturas porteñas son perjudiciales para la estrategia sanitaria compartida. Por su parte, Santilli relativizó el riesgo en estos casos: “Si se le diera retorno a los deportes individuales, el automovilismo es uno de ellos porque el piloto va solo arriba del auto más allá de que dependa de un equipo detrás. Es como el tenista con el profesor”, afirmó.

Estrategia. “Cada vez que Gollán dijo lo que dijo fue porque necesitábamos instalar algo desde el punto de vista de la discusión política y, también, pública. Porque los debates públicos después se llevan a las negociaciones con Larreta y Alberto”, reconocen desde Provincia. La comunicación bonaerense de la pandemia no fue dejada al azar. Los funcionarios saben que cuando el ministro se pelea con Jorge Lanata, como pasó esta semana por ejemplo, el núcleo duro del kirchnerismo festeja. Desde su mirada, los grandes medios obstaculizaron desde el primer momento la gestión de Kicillof y de ahí la necesidad de salir a embestir.

“Sabíamos que iba a pasar y pensamos permanentemente cómo dar la batalla pública porque sino te llevan puesto. El caso de los médicos cubanos es el ejemplo paradigmático. Se instaló una discusión insólita e ideologizada y se la tuvo que dar porque, de lo contrario, se deslegitima toda la estrategia sanitaria”, insisten desde Provincia y agregan: “La Ciudad tiene un blindaje que les permite gestionar tranquilos hagan lo que hagan. Al principio, por ejemplo, a nosotros nos reventaban porque decían que no testeábamos, pero ahora se invirtió el proceso, Buenos Aires testea más y nadie habla del tema. En Capital están subestimando la cantidad de contagios y nadie dice nada”.

En Ciudad, por el contrario, acusan al bonaerense de ideologizar el asunto: “Es un militante. Es una forma de hacer política, tiene una lengua afilada y la declaración altisonante a tiro. Fernán jamás haría eso”, declaran. Para ellos, lo de Gollán no es más ni menos que una búsqueda partidaria.

Aunque desde Ciudad pretenden más aperturas, la construcción de un perfil prudente en Quirós hace que sea otro quien las reclame: “Para nosotros pareciera que la cuestión se está encaminando a que haya una merma de contagios. Nadie se la quiere jugar pero Santilli lo dijo”, dicen desde el Gobierno porteño. “No deja de ser política. Por más que estés en una pandemia, tenés un montón de actores que están pensando en la tribuna”, agregan.

Árbitro a medida. Al cierre de esta edición faltaba apenas un día para que Alberto Fernández anunciara desde Olivos el camino a seguir, pero todo parecía indicar que las acusaciones cruzadas no fueron más que espuma. Las dos administraciones cedieron y acordaron para que en el AMBA la administración de la cuarentena continuara coordinada.

“Ginés es el mediador, el rector entre ambos”, dicen desde su cartera. De hecho, así funcionó en los momentos más bravos entre ambas gestiones. Un día el Presidente le dio una palmada en la espalda a los funcionarios bonaerenses cuando, al inaugurar un hospital en Ituzaingó, declaró que había pacientes porteños en Provincia. Otro día, Ginés respaldó a la Ciudad, cuando relativizó la puesta en duda de la temporada de verano.

“Tiene que ver con que son de distintos palos sanitarios. Ginés es un hombre del riñón del peronismo, con origen en las obras sociales y vinculado al sindicalismo. Tiene esa misma idea del armado con los gobernadores que tiene Alberto”, cuenta alguien que conoce a los tres ministros.

Es que dentro del mundo médico, las miradas ideológicas también juegan su parte. A Quirós se lo asocia con las escuelas sanitaristas vinculadas a la Organización Panamericana de la Salud, la suya es una visión que apunta a la combinación del sector público y privado con una orientación tecnocrática fuerte. Cuando le preguntan por un referente, menciona al doctor Mario Cámera y cuando habla de su origen señala al Hospital Italiano. Gollán, en cambio, está vinculado a la Escuela de Medicina Social, cercana al proyecto médico de Evo Morales en Bolivia. De hecho, forma parte del “Movimiento 15 puntos por el derecho a la salud” y sus colaboradores destacan que su equipo se dedica a trabajar en el territorio y que tiene militancia, especialmente en La Cámpora. Su referente es Ramón Carrillo.

Estas diferencias, por ahora, solo se manifiestan en un duelo testimonial y ruidoso, pero en los tres niveles de la administración subrayan que continuarán trabajando en equipo. 

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Giselle Leclercq

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