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SOCIEDAD | 23-01-2022 00:10

“Lagunas de cristal”: los riesgos de una tendencia que crece en los countries top

Se multiplican los proyectos de barrios privados con espejos de agua artificiales. El peligro ambiental que implica. Milagros Brito, pionera.

El sueño urbano de vivir frente a una playa de arenas blancas ya es una realidad. En la Argentina actualmente se proyectan cuarenta  “lagunas de cristal”, el amenitie top en lo que a servicios de lujo se refiere.

Estas lagunas que se venden como un paraíso de aguas turquesas, arenas blancas y palmeras son la nueva tendencia y su principal desarrollador es una marca registrada a nivel internacional, Crystal Lagoons. La tecnología fue perfeccionada por el bioquímico chileno Fernando Fischmann, que se inspiró en las claras aguas azules que vio en las lagunas naturales cuando visitó México y el Caribe. Después de años de investigación patentó la tecnología para diseñar y mantener las lagunas artificiales más grandes del mundo a bajo costo. Estos espejos de agua se convirtieron en el “unicornio chileno” con billones de dólares de ganancias. La ilusión de “vivir en una playa” se hizo realidad.

En construcción

En la Argentina, los barrios con lagunas proyectados se encuentran en las ciudades de Tigre, Pilar –tres–, Luján, Canning, Ezeiza, Berazategui, Don Torcuato, Córdoba y Pinamar. En todos se ofrece ese “amenitie diferencial”, como lo llama una de sus principales desarrolladoras en el país, la empresaria Milagros Brito, quien a través de su Grupo Vizora construye el Barrio Remeros Beach de Tigre. En su estreno, el éxito fue tal que Brito contó que vendió “cien departamentos en dos días”. Al evento asistieron personalidades del ambiente como Verónica Lozano, Agustina Lecouna y el ex gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, junto a su esposa, la actriz Isabel Macedo. Hoy en día el barrio y la laguna siguen en construcción. Desde su administración anuncian su apertura para diciembre del 2022.

La jueza Sandra Arroyo Salgado en el año 2017 mandó a revisar los permisos de impacto ambiental sobre todos los barrios anclados a la vera del Río Luján y que incluyeran embalses, dragados, excavaciones, lagunas, derivación de cursos de agua y modificación de costas. Las obras se detuvieron. Los vecinos y las ONG denunciaron que estas afectarían negativamente al ecosistema ya que se asientan sobre humedales, necesarios para filtrar y equilibrar el flujo de las aguas. El movimiento de tierras y desvío de cursos podría provocar inundaciones y no se conocía cuál sería el impacto sobre los acuíferos, con la utilización de químicos para clarificar el agua. Con el tiempo, los desarrolladores fueron consiguiendo los permisos respectivos y siguieron con las obras, pese al perjuicio económico que esta demora produjo en las finanzas de los inversores. Y así como los detractores lucharon por la conservación del medio, muchos vecinos de la zona celebraron la creación de estas unidades productivas por el impacto  positivo que provoca en el mercado laboral. Cada uno de estos “oasis” crea cientos de empleos.

lagunas de cristal

La Mansa, “tu ciudad sustentable”, en cambio, se encuentra emplazada  en la entrada de Pinamar. Está a un paso de playas verdaderas como Ostende, Valeria del Mar y Cariló, pero este detalle no detiene a los inversores, ni a los compradores. Cuenta con 267 hectáreas totales. Este barrio fue señalado por organizaciones ambientalistas que denunciaron que una laguna ha perdido su caudal porque se creó una represa ilegal que desvía el agua. Sus desarrolladores dicen que no es así y que la laguna se alimentará con agua superficial y de lluvia. La empresa obtuvo los permisos y continúa su construcción.

El arquitecto Pablo Portas dice no estar de acuerdo con los ambientalistas en muchos temas, pero los apoya en lo que concierne a este tipo de proyectos ya que “destruyen los humedales y, más allá de cambiar el paisaje, destrozan el ecosistema”. Como constructor entiende que “será muy difícil que puedan mantener las arenas blancas y las palmeras”.

En los master plan no se proyecta biodiversidad, no hay árboles autóctonos, no se ven peces, ni pájaros, ni lagartos overos. Esta imprevisión hace pensar en que con el tiempo todos sus habitantes originarios vuelvan a casa y los bañistas tomen sol entre carpinchos, como en Nordelta.

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Virginia Iceta

Virginia Iceta

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