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SOCIEDAD | 29-01-2022 12:49

Los Yabrán hoy

Los herederos del instigador del crimen de José Luis Cabezas reparten su vida entre Argentina, Uruguay y EE.UU. La ruta de una fortuna incalculable que jamás llegó a ser investigada.

El 20 de mayo de 1998, cinco días después de que la Justicia ordenara su detención por el crimen de José Luis Cabezas, Alfredo Yabrán se suicidó. Pero su muerte no fue el final de la historia ni mucho menos el de su emporio. La fortuna del hombre que durante los 90 se jactó de haber construido “un Estado dentro del Estado” sobrevivió en manos de su viuda, María Cristina Pérez, y sus hijos, Mariano, Pablo y Melina. Instalados en los barrios más lujosos de Uruguay, los herederos se convirtieron en un clan prácticamente impenetrable. Desde las sombras y con perfil bajísimo, continúan manejando viejos negocios y se animan a nuevas inversiones. A pesar de codearse con el jet set rioplatense, el legado del empresario sigue intacto y la familia Yabrán continúa siendo un gran misterio.

Los Yabrán reparten su vida hoy entre Montevideo, Punta del Este, Buenos Aires y Miami, ciudades donde no solo tienen algunas de sus propiedades sino también importantes negocios en el ámbito de la logística, los envíos y los desarrollos inmobiliarios. Mariano es el director ejecutivo de Sendit y quien decidió ponerse al frente de la vida empresarial. Pablo, su hermano mayor, divide su vida laboral con su actividad como DJ en fiestas electrónicas. María Cristina y Melina dejan que los hombres se encarguen del dinero y se dedican a la familia. 

Cuando se cumplieron 20 años del asesinato de Cabezas, NOTICIAS publicó una tapa en la que reconstruyó la vida de los herederos del magnate. Apenas la revista salió a la calle, la primera reacción de los protagonistas de la nota fue cerrar sus cuentas redes sociales. No fue casual: Melina utilizaba Twitter para escribir mensajes cifrados sobre su padre, a quien llamaba “Dad”, y Mariano había comparado el amor incondicional de Yabrán por su familia con el de Walter White, el narcotraficante de la serie “Breaking Bad”.

Cinco años después, seguirles el rastro no es una tarea sencilla. El canal de YouTube de Melina es la única huella digital que dejó la familia en la web, donde la hija menor del magnate publicó un video del viaje que realizó con todo el clan a Disney. Sus amigos, cuando son consultados, prefieren no responder preguntas y aunque buena parte del universo empresarial y político los conoce, nadie quiere hablar de ellos.

Con el suicido del empresario, el clan decidió romper con buena parte de los hombres de confianza de Yabrán como Wenceslao Bunge y Pablo Argibay Molina, su vocero y abogado, respectivamente. Según cuenta Gabriel Michi en su libro “Cabezas. Un periodista. Un crimen. Un país” (Editorial Planeta), los contadores Francisco Gazquez Molina y Oscar Roberto Javurek y el abogado Pablo Medrano son de los pocos que sobrevivieron en el entorno familiar y cuyos nombres aparecen entrando y saliendo de los directorios de sus compañías.

Sin embargo, hubo un solo hombre que no solo logró mantenerse al lado del clan sino que además se convirtió en alguien de absoluta confianza para los herederos: el abogado Héctor Colella. En redes sociales, los hijos de Colella y los Yabrán mantienen una interacción permanente y se envían mensajes afectuosos que demuestran una relación más allá de lo estrictamente empresarial.

En una de las cartas que escribió antes de quitarse la vida, Yabrán dispuso que sus negocios quedaran a cargo de “H.C.”, como solía llamar a su amigo y hombre de confianza. “La familia Colella y la familia Yabrán tienen un vínculo estrecho de toda la vida”, dicen desde el entorno del abogado, cuyo nombre apareció en la investigación internacional conocida como Pandora Papers y revivió las sospechas que lo señalaban, a fines de los 90, como el testaferro de Yabrán, acusación que llegó a ser presentada de manera formal en la Justicia por el entonces diputado Franco Caviglia e impulsada por Eduardo Duhalde y Domingo Cavallo.

La fortuna de Yabrán

A pesar de que transcurrieron 25 años del asesinato de Cabezas, el crimen que terminó por poner en la primera plana a Yabrán, nunca se logró establecer con exactitud cuál fue la fortuna que dejó. El dinero declarado a finales de los 90 rondaba los 400 millones de dólares, pero por aquellos años Duhalde declaraba, en la prensa, que el empresario había atesorado “entre tres mil y cuatro mil millones de dólares” (cifra negada por el magnate). Cuando se abrió la sucesión, la Justicia estableció que la suma que se debía repartir entre María Cristina, Mariano, Pablo y Melina era de aproximadamente mil millones de dólares.

El misterio, en realidad, nunca se resolvió. Su muerte paralizó el trabajo que había en el Congreso, donde una comisión de diputados y senadores se había propuesto avanzar en las sospechas sobre evasión fiscal. Además, dos años después del suicidio, el juez federal Adolfo Bagnasco archivó la única causa que se había iniciado en su contra por asociación ilícita. Las crónicas de la época relatan que Duhalde habría aportado en esa causa un documento donde figuraban todas las cuentas secretas que tendrían Yabrán y sus colaboradores en el exterior.

Aquel dato volvió a tomar relevancia hace pocos meses y puso nuevamente en escena a Colella. En octubre del 2021, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación reveló que el abogado atesoró US$ 145 millones de la venta de Ocasa con una estructura offshore en Nueva Zelanda e Islas Vírgenes.

La operación había sucedido en 1997, cuando Colella le compró Ocasa a Yabrán para luego venderla a Exxel Group y volver a comprarla en 2005. Un año después, en 2006, la compañía se expandió al punto de llegar a ser contratista de la Reserva Federal de Estados Unidos. En el entorno del abogado insisten en que “es dinero declarado y con impuestos pagos” y aclaran que “si bien sus representantes informaron que los fondos provenían de la venta de Ocasa, el dinero es de la venta de OCA (dueña de Ocasa)”.

A través de breves respuestas a NOTICIAS, los allegados a Colella insisten en despegar al abogado de la fortuna de Yabrán, desmienten los títulos periodísticos que lo señalan como “el heredero” o “el sucesor” y repiten que, en la actualidad, HC Corporation (el grupo de Colella) “no tiene negocios en común” con la familia Yabrán.

Los negocios de los herederos de Yabrán

Más allá de la herencia, la familia de Yabrán continuó con una activa vida empresarial. En junio de 1998, dos meses después del suicidio, los medios informaron que Pablo y Mariano Yabrán ya comenzaban a ponerse a la cabeza de las empresas que su padre reconocía como propias antes de us muerte: Yabito SA, Lanolec SA, Aylmer Inmobiliaria SA y Bosquemar Emprendimientos Turísticos SA.

Con los años fue Mariano quien continuó con más fuerza el legado empresarial. El segundo de los tres hermanos figura en los registros como CEO de Greenpol, compañía dedicada a los desarrollos urbanísticos. Además, esta empresa comparte empleados, teléfono y la oficina 1177 en el World Trade Center Montevideo con VJP Negocios, dedicada a la inversión en bienes raíces y enfocada en proyectos a corto plazo con inyección de capitales. En la actualidad, el trabajo principal está concentrado en las zonas más exclusivas de la capital uruguaya, especialmente en Carrasco.

Mariano, que entre el 2004 y el 2006 hizo un máster en Dirección de Empresas en la Universidad de la Empresa de Uruguay, también está al frente de Send It, una compañía de servicios postales, el rubro con el que su padre logró convertirse en uno de los empresarios más poderosos de la Argentina.

Pablo, el mayor, nunca se alejó de los negocios, pero sí decidió incursionar en otros ambientes. Hace por lo menos ocho años se metió en el universo de la música electrónica como DJ de la mano de “Juanchi” Traverso, el hermano de su esposa, Paula Traverso, hija del corredor automovilístico. Con presentaciones sobre todo en Punta del Este, en el circuito de las raves se dice que tuvo mucho que ver en la organización para que David Guetta tocara en la Creamfields.

En Montevideo, Pablo es propietario del 70% de una empresa llamada Mpt Asset Management Corp, radicada en la torre 1 oficina 2101 del WTC montevideano. Se trata de una compañía de asesoría en inversiones. El otro 30% está a nombre de Diego Martín Stella Rebufello. La firma fue multada en las Islas Vírgenes Británicas por haber transferido acciones y haber cambiado su titularidad sin la aprobación previa por escrito ante la comisión reguladora. Según información oficial de las islas, Mpt Asset tiene ganancias anuales por 4 millones de dólares. Con el mismo socio, además, el mayor de los Yabrán creó en el 2015 una empresa offshore en Panamá, La Especialista Holding Corporation SA.

Pablo también apostó a las inversiones inmobiliarias en Miami, donde en el 2015 compró a medias con su madre un departamento de lujo valuado en 1,5 millones de dólares. Lo hicieron creando una corporación con el nombre y direccón del lujoso inmueble: Ocean Drive PH 07 Corp.

Cristina nunca tuvo una participación activa en los negocios y, desde que enviudó, reparte sus días entre Montevideo, donde tiene una mansión en el barrio Manantiales de Carrasco valuada en 2,3 millones de dólares, y su residencia en Punta del Este. Además, en Punta Ballenas tiene otra propiedad a la que bautizó “Mis amores” y que es una réplica de una de las estancias que tenía su marido en Entre Ríos.

Melina, al igual que su madre, tampoco se hizo cargo de los negocios. A nivel social es la que tiene una vida más activa en internet: usa Tik Tok, opina en foros digitales sobre los hoteles en los que se hospeda y hace compras a través de Mercado Libre. Definida como “la preferida” de Yabrán, hoy es quien se encarga de las reuniones del clan. Su nombre aparece compartiendo la propiedad de una casa junto con “María Traverso”, en Doral, una zona residencial y exclusiva en las afueras de Miami.

Además, Melina intenta viajar a la Argentina con frecuencia y se reparte entre Nordelta y Pinamar, donde la familia todavía conserva la emblemática casona “Narbay” y donde, hace 25 años, se produjo el crimen que cambió sus vidas para siempre.

Lejos del peso que conlleva su apellido en nuestro país, los Yabrán montaron en Uruguay su nueva base de operaciones y, también, su nueva vida. En el país vecino por mucho tiempo prefirieron utilizar el apellido Pérez, algo que incluso hizo que sus amistades de Facebook no supieran de quiénes se trataba cuando recibían sus solicitudes de amistad.

Ahora volvieron a usar su verdadero apellido. Pero siguen manejándose con el hermetismo de siempre.

 

por Marcos Teijeiro y Giselle Leclercq

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