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SOCIEDAD | 22-09-2020 09:08

Por qué la Cocaína Rosa puede ser la droga más destructiva y aspiracional

Provoca efectos alucinógenos. Los peligros de sus componentes desconocidos y el marketing de un nombre que atrae a jóvenes. Cuánto cuesta conseguirla en Argentina. 

Quince minutos después de la primera inhalación el efecto es profundamente adormecedor. Salvando las distancias, es similar a esa sensación que tenemos cuando tomamos una copa de más. Cuando finalice el turno depresor y sedante, este preparado colorido disparará un efecto estimulante y psicoactivo. De ahí en más, todo será exaltación. Quienes han probado y estudiado a Venus, la llamada “cocaína rosa”, saben lo riesgoso de esta sustancia sintética que, en dosis altas –y no conocidas–, puede llevar a la muerte. 

Esta semana se habló de esta supuesta “nueva droga” que se comercializa en la Argentina, en relación a un polvo que de por sí llama la atención por su color rosado. El mismo fue encontrado en el departamento donde pasó sus últimas horas la brasileña Ana Karolina Fernández, una estudiante de Medicina de 22 años que falleció al caer por el hueco de un ascensor el pasado 4 de septiembre en Retiro.

Cuando los efectivos de la Policía de la Ciudad ingresaron al departamento del piso 14 del edificio de avenida Libertador 654, encontraron en la mesa vasos de plástico, botellas de alcohol, ceniceros con colilla de cigarrillos y un sobre transparente que en su interior tenía una droga alucinógena en forma de polvo rosado llamada 2CB, popular y marketineramente conocida como Venus o “cocaína rosa”.

Ha habido casos donde el Tuci tenía clonazepam, incluso antidepresivos como la fluoxetina o medicamentos como el Viagra.

Se trata de una droga presente ya hace unos años en el país, que se comercializa como una variedad más fuerte que el éxtasis y a la que también se suele llamar “Tucibi” (el nombre proviene de la adaptación al español de 2CB en inglés)

Es una sustancia estimulante que por su composición química provoca efectos alucinógenos. “Está dentro de las feniletilaminas, que son las anfetaminas de diseño. Estas drogas existen hace muchísimos años y fueron sufriendo modificaciones químicas a lo largo del tiempo, obteniendo más acciones a nivel alucinógeno y cardiovascular”, explica Silvia Cortese, jefa de Unidad Toxicológica Clínica del Hospital Fernández y jefa de Toximed Argentina. “Los grupos químicos que se agregan, que se hacen en laboratorios ilegales, son los que le dan más efecto y potencialidad de riesgo para los usuarios”, agrega la especialista.

De Ibiza a Buenos Aires

Estas drogas, que comenzaron siendo la fruta más deseada que los narcos destinaron a los jóvenes de la clase alta de Ibiza, circulan ya desde hace un tiempo entre sectores medios y bajos. En general, se consumen en ámbitos ocasionales y de recreación, mayormente en fiestas electrónicas y por chicos que a veces no llegan a saber qué es lo que están metiendo en su organismo.

Según pudo saber NOTICIAS de fuentes directas que la consumen, el gramo en Argentina cuesta entre 4000 y 4500 pesos. “Con un gramo, tenés para 20 dosis, o rayas”, detallan sobre esta droga que hace efecto entre los 15 y 20 minutos, y que tiene una duración de seis horas promedio. El usuario experimenta alteraciones de los sentidos visuales y auditivos como así también aumenta la conciencia o estimulación mental. “En dosis elevadas produce alucinaciones parecidas a las del ácido lisérgico, el LSD. Como efecto adverso, impacta en el cerebro y el corazón, con aumento de frecuencia cardíaca, riesgo de arritmias y posibilidades de producir infartos. A nivel cerebral, puede llegar a generar hasta convulsiones”, detalla Carlos Damin, jefe de la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA y presidente de Fundartox.

Esta droga, que se originó en los años 70 en los Estados Unidos, resurgió a partir de los 2000 con mucha fuerza en países como México y Colombia. Allí es donde más se produce, y desde donde los carteles colombianos la expanden por todo el mundo, incluyendo países europeos como Alemania y España, y ahora también, en varios regiones de Sudamérica. “En Colombia se la conoce como Tuci, que sería por la pronunciación en español de 2C. Cocaína rosada es el nombre que le dio la policía en 2012, que es cuando se reportó por primera vez a la prensa”, dice, desde Colombia, Julián Andrés Quintero, líder de Échele Cabeza, un proyecto que lleva diez años trabajando en reducción de riesgo y daño en espacios de fiesta, prestando además servicios de análisis de sustancias, un trabajo similar al que hace en España la organización civil Energy Control.

El peligro de no saber.

Para quienes estudian en detalle a este polvo rosado, Venus termina siendo muchas veces un preparado de diferentes sustancias psicoactivas, legales e ilegales. “Esto no es el resultado de haber tomado una materia prima como la hoja de Coca y volverla cocaína”, ejemplifica Quintero. Por eso con esta droga, dicen en la jerga, su resultado depende del cocinero. “Es revolver y mezclar sustancias que van desde la Ketamina y el MDMA hasta la cafeína y los colorantes”, agrega Quintero.

Es aquí donde reside el color rosado que tanto atrae al público joven, y que le da también un sabor especial. “Es un tema de merchandising, y se lo da algo tan básico como un polvo endulcolorante tipo postre Royal. La hace más atractiva y le quita el sabor amargo”, agrega el colombiano. Para Quintero, entonces, lo que aquí se conoce como Venus o Tuci, no tiene nada que ver con el real 2CB, aquella feniletilamina psicodélica que se sintetizó en los años 70 y 80. “En los primeros análisis que hicimos en 2013 en un gramo de esta sustancia, encontrábamos solo el 10 por ciento del 2CB original. Hoy en día no tiene nada que ver con lo que en Colombia se conoce como Nexus”, agrega Quintero.

Quienes estudian la composición de este tipo de drogas vienen haciendo hincapié sobre el riesgo de ciertas alteraciones en el “equilibrio” estimulante y depresor que tendría que producir el consumo del polvo. “Te arman un cóctel con cualquier cosa. Se encuentra rara vez 2CB como lo conocemos”, coincide Tomás Pérez Ponisio, de Paf!, un proyecto de atención en fiestas que ganó terreno en Argentina después de la tragedia de la Time Warp, la fiesta electrónica que se realizó en 2016 en Costa Salguero, que dejó cinco jóvenes muertos por la ingesta de drogas de diseño.    

Paf!, al igual que Échele Cabeza y Energy Control, tiene como finalidad crear espacios seguros en lugares festivos donde puedan dar información de lo que se va a consumir.

Pérez Ponisio está convencido de que hay mucha confusión y desconocimiento sobre Venus. “La peligrosidad reside en no saber bien cuáles son sus componentes. Ha habido casos donde el Tuci ¡tenía clonazepam!, incluso antidepresivos como la fluoxetina o medicamentos como el Viagra. Es una porquería, te dicen ‘mirá esto nuevo’ y la gente no sabe lo que está consumiendo. Encima los medios la presentan como la droga cool de la alta sociedad y la termina consumiendo la clase media como una cuestión aspiracional y sin conocimiento”, esgrime Pérez Ponisio.

La joven brasilera encontró la muerte en el fondo de la boca de un ascensor. Pero es probable que haya visto de cerca un rato antes –si se comprueba fehacientemente la ingesta en el examen toxicológico del cuerpo– el abismo que produce no saber la peligrosidad de lo que se consume.

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Agustín Gallardo

Agustín Gallardo

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