Sunday 8 de December, 2024

SOCIEDAD | 20-11-2022 00:50

Un viaje al Qatar desconocido

Crónica desde la sede del Mundial. Lujos, machismo y choque cultural. Qué no hacer.

Ver una mini Manhattan fue lo primero que me impactó al volver a Doha, sin la historia ni la efervescencia de la otra, claro está, pero ésta tampoco parece querer dormirse: con pinceladas surrealistas, construcciones flamantes, muy fotográfica y, curiosamente, bastante impoluta, como si el desierto mismo alimentara el ímpetu de su desarrollo. Una curiosa versión de ciudad inventada a velocidad meteórica como tantas otras, pero en ésta se lucen los arquitectos, los catedráticos de universidades renombradas como Georgetown, Weill Cornell, HEC Paris, Texas A&M y la crème de la crème de especialistas diversos aportan su saber a fuerza de petrodólares.

Tan crecida y diferente se ve comparada con las tímidas tres o cuatro torres que asomaban en el desierto cuando la visité por primera vez en el 2004. Por aquel entonces era evidente que las dunas bailaban al compás del viento, que la arena se empeñaba en tapar las pocas calles y líneas de asfalto hacia una nada con ganas de crecer. Era fácil adivinar que no había agua dulce alrededor. Ahora es vox populi que su consumo es uno de los más altos del mundo: 500 litros per capita por día según el diario Qatar Tribune.

Qatar 2022

Por aquel entonces, hace casi 20 años, en viaje laboral, me sentí fascinada de poder cruzar palabra con un qatarí. Curioso intercambio de palabras, una formalidad de “buenos días” y poco más, que me dejó grabada en la memoria y el espíritu una sensación de vacío incomprensible, sin conexión alguna pese a que mi interlocutor qatarí había estudiado en una universidad en Londres por varios años. Sin dudas fue un cruce de barrera cultural difícilmente identificable. ¿Fue tensión hombremujer? ¿Local-extranjero? ¿Mi falta de hijab? ¿Costumbres no compartidas? Supe saludar como es esperado, con apretón de mano derecha y un “salam alaykum”, literalmente “la paz sea contigo”, que suelen usar los no musulmanes. Sabía lo de no mostrar jamás la suela del zapato y que los besos también son informales, solo entre amigos conocidos (generalmente tres en la mejilla) y que los familiares o seres muy queridos se rozan la punta de la nariz dos veces.

También hay que tener cuidado de nunca ir directo al grano en ninguna charla (mucho menos reunión de negocios), ser paciente en conversación trivial, y que el uso de las manos y gestos puede llegar a ser asunto de máxima gravedad, multas o prisión: el pulgar hacia arriba tan OK en Estados Unidos, equivale al uso del dedo del medio, una grosería absoluta, tanto como cruzar las piernas. Alzar las cejas es señal de que algo anda mal, levantar el mentón puede ser un “no” rotundo… El manual no escrito es muy extenso respecto del lenguaje del cuerpo.

Qatar 2022

Lo cultural y lo legal forman una maraña compleja, un patriarcado, aunque las mujeres pueden manejar, trabajar fuera de casa, votar, estudiar y viajar fuera del país. El divorcio es legal, in crescendo entre los jóvenes. El índice criminal es prácticamente inexistente pero -doy fe- las miradas intimidan. Los hombres pueden “llevarte puesta” como sin querer por la calle. La anécdota no me enorgullece, pero es cierta y hasta me dio cierta tranquilidad pinchar con un alfiler a un desconocido que, con la calle vacía y a su entera disposición, simuló chocarme en su afán de mostrar su poder.

El árabe se enseña en las escuelas, el inglés es de uso común en la capital aunque los qataríes prefieren el dialecto, son muy conservadores en varios aspectos: alfombras, carpas y camellos por doquier, la imagen del Emir hasta en las etiquetas junto al nombre del mozo del restaurante. La imagen del Sheikh Tamim bin Hamad al-Thani es muy importante y omnipresente. Admirable también desde su lugar, abriéndose al desafío de ponerse ante los ojos del mundo con esta fiesta del fútbol y su horda de visitantes.

LUJO. Lo otro que de verdad sorprende es ver la ciudad en fotos… tan brillantes y limpias: en vivo tienen una capa de polvo de arena pese al esfuerzo por mantenerlas impecables. Los autos (¡qué despliegue de lujo sobre ruedas!) nunca tienen una pizca de polvo. Están siempre listos para sacar roncha en Instagram.

Qatar 2022

Es curioso que lo más auténtico está lejos de lo que se promociona a nivel oficial: caminar por La Perla, también conocida como la “Arabian Riviera”, una isla artificial con boutiques y restaurantes; tomar el té en el Four Seasons, o unos drinks en el Ritz Carlton. Ir de shopping, aunque más no sea para ver, también interesante entrar a algún local para ver la variedad de abayas que las mujeres qataríes prefieren como señal de dignidad y modestia, aunque lleguen a pagar más de 10 mil dólares por alguna de esas túnicas negras y pese a que debajo ostenten lo máximo en accesorios de lujo y marcas de primera línea, tal como se descubre puertas adentro y en ronda de mujeres. Ellos, los hombres qataríes, tampoco se quedan atrás a la hora de darse un gustito: en plena pandemia hicieron extensísimas filas en la puerta de Cartier (sucursal Doha) para comprar una edición limitada de Santos Dumont, un bolígrafo que solo se lanzó en los países del Golfo.

A diferencia de Disney, donde diez años son casi nada, en estas latitudes ese lapso se traduce en un todo: lo que antes era arena, ya no es. Recuerdo que en mi primer viaje me impresionaba ver la cantidad de lugares con carteles “Family friendly” que restringían la entrada de hombres solos… ¿Seguirán estando? Con o sin carteles, con mayor o menor restricción de alcohol, hay que ver qué pasará con la gente, ingrediente estrella para el ambiente de fiesta que rodea a los Mundiales. Y es que por más organizado que pueda estar Qatar, sin dudas faltará el toque de color del turista popular. Doha no tiene infraestructura de hoteles baratos, ni departamentos razonables en Airbnb. ¿Qué será de la atmósfera callejera, sin la clase media turista, sin sus cánticos y su algarabía improvisada, sin la camiseta tironeada con furor frente a una cámara y que contagia a los que miran el Mundial por televisión desde su casa, algo que no se puede comprar ni con todo el dinero del mundo?

Qatar 2022

Bordeando el agua y pasando por los rascacielos, la extensión de seis kilómetros de la Corniche era hasta hace unos años puro color arena: ahora hay verde, ¡con césped!, y está previsto como epicentro de desfiles y espectáculos callejeros, puestos de comidas, show de agua, luz y sonido. Barrios privados en islas artificiales, marinas de película, hoteles flotantes, mucho ha cambiado… La impresionante red del metro se puso en marcha inmediatamente después de que se supiera que Qatar sería sede del Mundial, y el consecuente aluvión de un millón de turistas.

PLACERES. Vale la pena pasar a ver el diseño de la Biblioteca Nacional y dedicar unas cuantas horas al Museo Islámico de Arte (MIA), que reabre por estos días después de un año de cierre con arreglos internos y reestructuración de las salas. Impresionante edificio, curaduría y exhibición de objetos de distintos continentes y períodos históricos.

Entre los programas clásicos imperdibles, sobre todo por la oferta de restaurantes aledaños, está el de ir a regatear por oro, especies y textiles en Souq Waqif. Aunque el zoco data del siglo XIX, fue renovado en el 2006 manteniendo el espíritu original para locales y turistas (dicen que hay que ofrecer la mitad de lo que piden e irse si no aceptan el precio: seguro lo llamarán para hacer una contraoferta). Entre sus callejuelas, la mezquita de Fanar luce su mejor look al atardecer, con su minarete en forma de espiral iluminado se ha convertido en emblema de la capital. Más allá, el Souq Waqif Falcon Hospital, con compraventa y cuidado intensivo de estas aves, protagonistas del deporte nacional.

Qatar 2022

En Al Shahaniya las carreras de camellos (dromedarios en verdad –una joroba–, originarios de Arabia) son otra tradición y deporte de jeques, que fueron profesionalizadas en 1972, con torneos los viernes de octubre a febrero, y prácticas los sábados. Es un programa bizarro, a unos 50 minutos de Doha. Los lugareños siguen las carreras manejando sus SUV alrededor de la pista, arengando a sus animales a 40 kilómetros por hora, desde la ventanilla del auto. La mayoría con jockeys robots, unos aparatitos de 20 o 30 centímetros sobre el lomo, que dan latigazos de manera regular. En plan de miniturismo, con chofer privado o excursión, ofrecen un viaje a través del desierto pasando por el mercado de venta de camellos y siguiendo camino hasta el fuerte de Al Zubarah (patrimonio de la Unesco) que fue construido en 1938 y usado como destacamento militar hasta 1986, junto a las ruinas de lo que fue un importante centro para los buscadores de perlas entre 1766 y 1850.

Creadas naturalmente en ostras, las perlas eran mayormente buscadas en el Golfo Pérsico. Allí fue también Jacques Cartier, en busca de la perla perfecta en la cumbre de su éxito, como joyero personal de Rockefeller, Vanderbilt, Ford, el rey de Siam y el rey Eduardo VII de Gran Bretaña.

Habrá que esperar a ver qué pasa, porque, como dice el refrán árabe, “las cosas buenas deben ser escritas en la piedra del corazón, donde nunca serán borradas, mientras que las malas deben ser escritas en arena, donde los vientos del olvido y el perdón se encargarán de borrar”. Sea como fuere, Doha ya hizo historia como una de los desarrollos más rápidos que se hayan visto jamás.

Qatar 2022

 

por Carolina Robbiano (desde Doha)

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