En medio de la euforia futbolística por el Mundial en Qatar continúan las denuncias por las muertes de miles de trabajadores migrantes contratados para la construcción de los estadios y la expansión de la ciudad. Y es que las condiciones para quienes trabajan en Qatar rozán en muchos aspectos formas modernas de esclavitud: según el medio británico The Guardian, que fue uno de los primeros en investigar el tema, en 2021 murieron más de 6.500 trabajadores en Qatar. Durante la pandemia del coronavirus, el país asiático tuvo 161 mil contagios por Covid-19 y 257 muertes: se ha muerto más gente por el mundial que por el virus.
Cuando estos hechos comenzaron a denunciarse en 2021, no solo los organizadores del Mundial cuestionaron las acusaciones, si no que, llamativamente, la Confederación Sindical Internacional también lo hizo, a pesar de que entre 2010 y 2014 había denunciado los abusos perpetrados contra los trabajadores. La secretaria general de la entidad, Sharan Burrow, explicó al medio AFP que en 2016, luego de una denuncia presentada ante la Organización Mundial del Trabajo (OIT), el gobierno qatarí aceptó negociar algunas leyes para los trabajadores y llegó a establecer medidas como el salario mínimo. Naciones Unidas, entre otras organizaciones, elogiaron los cambios.
“No es todo lo que hubiéramos querido ver en un sistema industrial maduro, pero son una base clave para la protección de los derechos de los trabajadores”, aseguró Burrow, quien también afirmó que de acuerdo a la OIT hubo 50 muertos y un poco más de 500 heridos graves en 2020. “Son esas cifras las que son exactas y no el total de 6.000 (entre finales de 2010 y principios de 2021), que mencionan varios medios”, explicó Burrow, quien cuestionó las cifras dadas por The Guardian y otros medios y aseguró que en diez años se ha logrado un cambio sustancial en lo que a las condiciones laborales en Qatar se refiere. Además, afirmó que de no haber ocurrido los avances de los últimos años, las muertes si hubieran sido muchísimas más.
Pero a pesar de la discución por la cantidad de muertos o qué tan grandes son los avances conseguidos, lo cierto es que persisten en Qatar condiciones laborales de gran precariedad. Las principales causas de las muertes de trabajadores en Qatar están vinculadas a caídas de altura y los accidentes, ya que no se disponen medidas de seguridad acordes al riesgo de las tareas. Y la lista de irregularidades incluye jornadas extensísimas bajo temperaturas insportables, maltratos y abusos (de todo tipo) , discriminación y salarios bajos: 257 dólares mensuales, que a veces son retenidos o incluso no son pagados por los empledores.
Además, si algún trabajador llega a quejarse, es despedido, y no existe el derecho ni a la huelga ni a la sindicalización, además de que si renuncian pueden ser encarcelados por el delito penal de “fuga”, o perder sus visas de trabajo (la mayoría de los trabajadores son extranjeros: Pakistán, Bangladesh, Nepal y Sri Lanka son los países que mayor cantidad de inmigrantes trasladan a Qatar, y constituyen la mayoría de sus 2,8 millones de habitantes).
Y es que las condiciones laborales en Qatar no tienen que ver simplemente con discusiones habituales sobre derechos y obligaciones: hasta no hace mucho tiempo, regía en el país el “kafala”, un sistema de contrataciones que vinculaba a los empleados con sus empleadores volviendo imposible que renunciaran o, incluso, que cambiaran de empleo sin permiso del empleador.
Si bien el kafala fue disuelto de forma oficial, grupos de derechos señalan que el kafala sigue existiendo de forma informal, un caso similar a lo que ocurre con los días libres, ya que muchos trabajadores pueden llegar a pasar desde meses hasta años sin descansar, a pesar de que las leyes lo contemplan como garantía.
Además, muchas veces los trabajadores también deben pagar una cuota muy alta de reclutamiento: es decir, antes de llegar al trabajo ya tienen una abultada deuda sobre sus espaldas.
Las voces más críticas siguen protestando, alegando que los cambios son insuficientes. La organización Human Rights Watch afirmó que esas reformas “no alcanzan”, “llegan demasiado tarde” y que tienen “grandes baches”. También han denunciado que si un trabajador deja su empleo por el que no le han pagado varios meses, existe la posibilidad de que nunca cobre ese dinero.
También ha habido - aunque muy pocas - protestas desde el mismo ámbito del fútbol. El seleccionado de Países Bajos, por ejemplo, subastará las camisetas que usará durante el Mundial Qatar 2022 para apoyar a los trabajadores migrantes de acuerdo a información de la Asociación neerlandesa de Fútbol (KNVB) informó que después de consultar con los jugadores, se decidió que las ganancias totales de la subasta online se utilizarán para mejorar la situación de los trabajadores migrantes. Otro de los países en visibilizar la cuestión fue Dinamarca, pero no encontró mucha respuesta del otro lado: la FIFA llegó a prohibirles a sus jugadores que entrenasen con camisetas que llevaban leyendas alusivas a los derechos humanos.
El Gobierno de Qatar, que ya reconoció que gasta cerca de 500 millones de dólares a la semana para la preparación del Mundial, empleó a más de dos millones de personas desde diciembre de 2010 hasta la actualidad. Las autoridades afirman que el país es líder regional en reformas laborales y los progresos continuarán incluso luego del Mundial.
Señalan a sus críticos por ignorar dichas reformas y de acusar injustamente al país. Sin embargo, algunos datos alientan la desconfianza: en agosto, la policía detuvo al menos a 60 trabajadores que hicieron huelga por salarios impagados y han habido casos de reporteros extranjeros que son detenidos por informar sobre estas problemáticas.
Incluso un guardia de seguridad, Malcolm Bidali, fue detenido el año pasado durante tres meses solo por publicar información alusiva a estos hechos en su blog anónimo. Aunque es cierto que los cambios sociales son lentos y muchas veces llevan décadas, el hecho de que hablar sobre lo que ocurre conlleva multas y días de cárcel hacen pensar que hay transformaciones que no solo son lentas, si no que caminan en el desierto.
por R.N.
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