La historia de amor de Lula da Silva y Janja no tiene letra y acordes de Chico Buarque pero él sí aparece como protagonista. Fue en la víspera de la Navidad del 2017, después de un partido benéfico de Politeama, equipo de amigos de Chico. Lula jugó de delantero, Janja fue espectadora y se fueron juntos. Pasado Año Nuevo, la relación fue confirmada en una cena para amigos intimísimos. Menos de cinco años después, Luiz Inácio Da Silva es el flamante presidente electo de Brasil. Rosângela Silva no se despega de él, y ya es llamada la Evita brasilera por el entorno político.
Janja nació el 27 de agosto de 1966 en União da Victoria, una pequeña ciudad del Estado de Paraná. Se afilió al PT a los 17 años, empezó a estudiar Ciencias Sociales y se casó con un profesor de historia con el que no tuvo hijos.
En el 2003 fue contratada como asistente de Jorge Samek, amigo de Lula, en la usina hidroeléctrica de Itaipú. La primera foto juntos es de una visita de Lula a la central eléctrica. Un ex aliado político jura que se veían desde antes de la muerte de la última esposa, Marisa Leticia, en febrero de 2017.
Durante los 580 días que Lula estuvo preso en la sede de la Superintendencia de la Policía Federal, en Curitiba, su influencia fue creciendo. Fortaleció contactos con artistas e influencers y consiguió el permiso de “familia” que le permitía ver a Lula todos los jueves. “Nos escribimos más de 500 cartas, me llevaba comida todas las noches y me lavaba la ropa”, contó Lula. Janja recibía rosas rojas.
La fiesta de casamiento para 150 convidados, el 18 de mayo de este año, será recordada por el regalo de la novia: una nueva versión del jingle de campaña de 1989, “Lula lá.Sem medo de ser feliz”, ahora con Janja y sus músicos amigos como protagonistas. Para el entorno fue una decisión demasiado importante como para dejarla en manos de una única persona sin experiencia política. Desde ese día, todos los actos de campaña comenzaron con Janja cantando el jingle, antes del discurso de Lula.
Defensora de los derechos de las mujeres y de los animales, Janja quiere resignificar el rol de la primera dama. Ya empezó. Su poder se expandió durante la campaña. Interrumpe cualquier reunión para alcanzarle a Lula una botellita de plástico con agua pero también elige invitados y hasta quienes suben a los aviones con su marido. Participa de las decisiones, supervisa mensajes en las redes sociales e incomoda a los viejos aliados.Desde el 1° de enero los espera el Palacio de la Alvorada, diseñado por el mayor arquitecto brasilero de todos los tiempos, Oscar Niemeyer.
por Pablo de la Fuente
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