A 20 años de los atentados del 11 de septiembre del 2001 (11S) donde EE.UU. sufrió el mayor ataque terroristas de su historia en el que fallecieron casi 3000 personas entre víctimas y perpetradores, y en donde los blancos fueron los principales símbolos del poder económico, militar y político de EE.UU mediante el uso aviones comerciales como armas. La magnitud y complejidad de este ataque, que fue realizado no por un Estado, sino por un grupo de individuos pertenecientes a una organización terrorista, impuso la pregunta de ¿cómo los organismos de inteligencia y el gobierno de EE.UU. pudieron ser tomados por sorpresa así? En un nuevo aniversario del 11S, NOTICIAS aborda junto a dos analistas la serie de errores que llevaron al atentado terrorista que cambió la historia.
Una cadena fatal de errores
Para Juan Battaleme profesor en Relaciones Internacionales de la UBA, el principal error que permitió que los atentados acontecieran fue la ”ausencia de la coordinación entre distintas agencias que se abocaba a cuestión del terrorismo tanto internas como externas. La coordinación no existía entre el FBI y la CIA, por lo tanto seguían agendas y problemas distintos, compitiendo entre ellas por recursos y prestigio". Battaleme también señala otros errores que EE.UU. cometió en la prevención contra el terrorismo, como fue la desatención Afganistán tras el retiro de la U.R.S.S. en 1989, o la no consideración del efecto de establecer bases militares de los EE.UU. en Arabia Saudita; sede de Meca y Medina las dos ciudades más sagradas del Islam. Lo que fue interpretado por muchos musulmanes, incluyendo Bin Laden, como una intervención de EE.UU. en el mundo árabe.
En tanto Paulo Botta director del Programa del Medio Oriente de la UCA, coincide con Battaleme en relación con que el principal error de los servicios de inteligencias fue la falta de coordinación entre las distintas agencias. “ Había mucha información en bruto, poca información analizada y poco ámbitos donde se pudiera ver esa información analizada y que se pudiera compartir” a lo que agrega: “Siendo que había información pero no estaba toda analizada, por que no teníamos la cantidad gente necesaria para analizar toda esta información, cuando se analizaba nadie quería hablar algo que fuera contra la tendencia general, y cuando se intercambiaba la información, se intercambiaba el resultado final, no la materia prima y por lo tanto había muchas cosas que se escapaban”.
Otra dimensión que agrega Botta es que en los 90 las prioridades de los organismos de inteligencia, que incluyen también la mayor cantidad de recursos asignados, eran la prevención de armas de destrucción masiva. Así los organismos de inteligencia se enfocaron en las pruebas nucleares de Pakistán y la India en 1998, o el programa nuclear norcoreano, siendo que “el terrorismo de inspiración religiosa con capacidad de hacer daño no estaba en el primer lugar de la agenda”. A su vez, en Afganistán se estaba produciendo luego del retiro de los soviéticos y la desatención de los EE.UU. una guerra civil donde se empezaba a dar un fenómeno donde se entremezclaba lo religioso con lo político. En ese contexto Osama Bin Laden, el saudita que había colaborado en la lucha anti soviética, se aliaba al bando ganador de la guerra civil, los Talibanes.
Esto genero que una vez llegado el Talibán al poder en 1996, Afganistán se transformara en el foco de un nuevo tipo de terrorismo etno religioso que empezaría a crecer en la segunda mitad de los 90. Como se reflejó en los atentados simultáneos a las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania en 1998 por parte de Al Qaeda. Y si bien la CIA empezó a tener en el radar a la organización terrorista, donde incluso fueron desarticulados intentos de atentados en Jordania, Al Qaeda continuo actuando, siendo que en el año 2000 en el puerto de Adén en Yemen, un ataque suicida en el barco estadounidense USS Cole mato 17 marineros. Las señales de alarma se multiplicaron a tal punto, que el 6 de agosto de 2001 la oficina del presidente Bush recibió un informe de inteligencia que revelaba que Al Qaeda planeaba algo grande contra los EE.UU.
La comisión independiente del congreso que investigo el 11S, revelo detalladamente esta descoordinación entre las agencias de inteligencia, cuando descubrió que la CIA no agrego a la lista de vigilancia del Departamento de Estado a Nawam al-Hazmi y Khalid al-Mihdhar, dos de los secuestradores que fueron entrenados para inmovilizar gente. Siendo que si bien la CIA los venia rastreando desde Malasia, al no estar incluidos en esa lista entraron normalmente a EE.UU. La CIA tampoco alerto al FBI de las identidades de estos hombres, cosa que podría haber ayudado localizarlos una vez dentro del país.
Otro error clave fue que el FBI arresto el 16 de Agosto a Zacarias Moussaqui un ciudadano francés de origen marroquí en Minneapolis, quien tomaba clases de vuelo pero no se comportaba como un estudiante normal. Si bien se revisaron sus antecedentes, el FBI determino que no había suficiente "causa probable" de crimen. La comisión del 11S determino que si el FBI hubiera ido más a fondo habría descubierto, como posteriormente lo hizo, la relación entre Moussaqui (que no llego a participar de los atentados) y Ramzi Binalshib uno de los coordinadores del 11S. Así los servicios de inteligencia tenían la información pero no podían armar el rompecabezas.
Parálisis y dudas
Luego que el vuelo 11 y el vuelo 175 se estrellaron respectivamente en la torre norte y torre sur del World Trade Center, George Bush fue informado del segundo avión estando en una escuela primaria frente a la prensa. En esos famosos 7 minutos, se puede observar el desconcierto del mandatario, por el cual fue cuestionado ya que muchos estadounidenses reclamaron el porque no hubo una respuesta inmediata del gobierno señalando directamente a quienes realizaron el ataque. Pero tanto para Battaleme como para Botta esto fue el resultado natural de un hecho disruptivo e inesperado, en donde se evidencio la falta de información de lo que estaba sucediendo, incluso de que tipo de ataques se trataba. Otro elemento que se sumó a la confusión inicial fue la increíble coincidencia donde la Oficina Nacional de Reconocimiento (ONR), iba a realizar ese mismo día un simulacro en el que un avión se estrellaba contra un edificio. Posteriormente el portavoz de la ONR , declararía que cuando comenzaron a desarrollarse los acontecimientos cancelaron el ejercicio. Esta incertidumbre también se reflejó en las acciones siguientes del gobierno, donde Bush se trasladó rápidamente al aeropuerto de Sarasota, Florida, donde ante la falta certera de información fidedigna de la situación, sus consejeros le recomendaron no volar a Washington.
Simultáneamente el vicepresidente Dick Cheney, quien fue llevado al búnker de la Casa Blanca, se comunicó con Bush (aún en el aire) pidiendo la autorización de derribar vuelos civiles que no respondieron la orden en volver a tierra. La posterior caída del vuelo 93 en ese lapso de tiempo, producto de una rebelión de los pasajeros contra los terroristas, hizo que incluso miembros del gobierno pensaran que el avión había sido derribado por la fuerza aérea, lo que demuestra el grado de falta de información de los propios funcionarios. Esto generó un periplo del presidente Bush en distintas bases militares donde primero emitió un breve comunicado a la prensa, para luego recién desde una base de Arkansas poder establecer con su vicepresidente, mediante vídeo conferencia, un cuadro más claro de la situación. Esto desembocó finalmente en su regreso por la tarde a Washington, donde a poca distancia del edificio del Pentágono que también había sido atacado, emitió un discurso a todo el país donde públicamente responsabilizaba a Osama Bin Laden y Al Qaeda de los atentados.
Si bien hubo un cuestionamiento inicial al hecho que mientras todos los vuelos estaban suspendidos, se le permitió a la numerosa familia de los Bin Laden, salir normalmente del país por esos días. Esto fue posteriormente justificado por los organismos de inteligencia en base a que la familia había cortado todo tipo de lazos con Osama en los 90, siendo que su ubicación primeramente en Sudán y años después en Afganistán ya era conocida por estos servicios. Una de las posteriores modificaciones que se hicieron en los organismos de inteligencia post 11S sería la “Patriot act” ,que obligó a las distintas agencias de inteligencias a colaborar entre ellas y compartir la información, pero también se creó una superestructura de inteligencia que muchas veces a sido acusada de avanzar sobre las libertades individuales.
En cuanto al respuesta militar de EE.UU. para capturar a Osama Bin Laden y erradicar a Al Qaeda, Botta señala que la doctrina utilizada por EE.UU. en un primer momento fue “ tratar de evitar lo que le había pasado a los soviéticos por lo tanto lo que hicieron es utilizar a una estructura militar que estaba en el terreno, la Alianza del Norte y brindarles mucho material y contar con la colaboración de Irán” Esta doctrina buscaba ayudar a los que estaban en el terreno sumando fuerzas especiales de EE.UU. para capturar a Bin Laden. Aquí se plantea uno de los principales interrogantes de la primera respuesta militar post 11S, ya que cuando Osama Bin Laden y sus seguidores se encontraban acorralados en las montañas de Tora Bora al sur de Afganistán, EE.UU no pudo capturarlos y estos escaparon.
Sin embargo, el profesor Botta brinda una respuesta esta pregunta, planteando que las tropas estadounidenses llegan en su mayoría a principios del invierno boreal, en donde “había una limitación logística en medio de una limitación geográfica y en medio de limitación meteorológica, esta fue la ventana de oportunidad que utilizó Al Qaeda para escapar”. En este escenario a fines del 2002 una vez derrocados los talibanes, se produjo tal vez la primera gran equivocación de EE.UU. tras el 11S, qué consistió la decisión de reconstrucción del país y "exportación de una democracia", en uno de los países más diversos geográfica y etnicamente del mundo, con los resultados actuales a la vista. A 20 años del 11S se demuestra que más allá de las teorías conspirativas, lo atentados se rebelan como el triste y fatal producto de una serie de errores estructurales concatenados, que dejaron dolorosas lecciones a EE.UU. y el mundo.
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