Este martes 3 de noviembre los estadounidenses dirán si quieren otros cuatro años más de Donald Trump en la Casa Blanca, y de un gobierno a golpe de mensajes en Twitter, o si por el contrario se pronunciarán por vuelta a la política tradicional, quizás más gris y estatistas según la mirada, con el demócrata Joe Biden.
Los sondeos y pronósticos de expertos coinciden en que las opciones de que Trump sea reelegido son bastante reducidas, pero el magnate también partía en desventaja en 2016 frente a la demócrata Hillary Clinton, y al final terminó alzándose con la victoria.
El complicado sistema electoral estadounidense, por el que los ciudadanos no votan directamente a su presidente sino que eligen a los integrantes del Colegio Electoral, que a su vez votarán por el inquilino de la Casa Blanca, deja entreabierta la puerta a que el republicano pueda resultar reelegido pese a no obtener la mayoría del voto popular, como ya ocurrió.
Darlo vuelta. Pero para que esto ocurriera, deberían romperse todos los pronósticos: el portal especializado en elecciones FiveThirtyEight da como ganador a Biden en 89 de las 100 simulaciones, mientras que el pronóstico actual de Cook Political Report es que el demócrata tendría asegurados, con mayor o menor certeza, 290 votos en el Colegio Electoral.
De acuerdo con la media de sondeos a nivel nacional de Real Clear Politics, el exvicepresidente de Barack Obama tiene una ventaja de 7,2 puntos sobre Trump (en los estados más disputados cae a 3,2 puntos), una ventaja mayor a la que tenía Clinton en la recta final en 2016, que era de 3,3 puntos.
Las elecciones se decidirán en un puñado de estados, los llamados "estados bisagra", que no votan siempre por el mismo partido. Si Trump quiere tener alguna opción, debería imponerse en varios de esos estados (Florida, Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Carolina del Norte y Arizona), algo que parece poco probable.
Electorado. Biden cuenta con un firme apoyo entre mujeres, votantes negros y blancos con estudios universitarios, mientras que el principal respaldo para Trump lo constituyen los hombres blancos y los votantes blancos sin estudios superiores.
No obstante, aunque el presidente domina en el segmento del electorado blanco, su ventaja con respecto a los 20 puntos que le sacó a Clinton en 2016 se ha reducido al mínimo. Además, Biden domina con claridad entre el electorado mayor de 65 años, que hace cuatro años votó fuertemente por Trump.
El presidente también parece estar perdiendo su primacía en las zonas rurales. Allí en 2016 obtuvo una ventaja de 28 puntos sobre su rival demócrata, pero esta brecha se habría reducido ahora hasta los 15 puntos.
La única noticia positiva para el mandatario es que el candidato demócrata no tiene tanto push el electorado hispano como Clinton. Y los votantes latinos han ido ganando terreno con las décadas, superando hoy al electorado afroamericano: el 13,5 por ciento y el 12,5 por ciento respectivamente.
Recuento. Hasta ahora ya han votado 94 millones de estadounidenses, incluidos casi 60 millones que lo han hecho por correo y 34 que han acudido de forma anticipada. en estados como Texas. El principal problema que plantea el voto por correo y el voto anticipado es el del recuento. En el caso del voto por correo, antes de computarlo es necesario procesarlo de forma adecuada y validarlo, lo que demorará el resultado.
Una eventual demora en la proclamación del vencedor (como ocurrió en 2000 cuando el Tribunal Supremo terminó dando la victoria a George W. Bush en Florida por 537 votos) podría abrir una crisis sin precedentes en el país. Trump ha criticado el sistema de voto por correo, advirtiendo de posibles fraudes, al tiempo que no ha cerrado la puerta a no reconocer el resultado si esto no es de su agrado.
Esto podría ser dramático: la grieta se ha potenciado durante el mandato de Trump, y existe el riesgo real de violencia en las calles. En los últimos meses una ola de protestas masivas en torno al movimiento Black Lives Matter, ha potenciado en espejo la proliferación y consolidación de grupos armados de extrema-derecha.
Trump tiene el poder de reducir la amenaza o exacerbar la polarización. Si estalla la violencia, el presidente debe condenarla firmemente, incluso si es el perdedor de las elecciones. Pero su historial hasta el momento sugiere que podría empeorar las cosas.
Comentarios