El drama de los “tirados”, el número de homeless que se incrementa en las principales ciudades los Estados Unidos, cuestiona las estadísticas oficiales y las políticas de ayudas sociales en la era Biden. Cientos de campamentos copan los espacios públicos de Seattle a Washington, y de Chicago a Los Ángeles. “Es un espacio donde sobrevivimos”, explica Michelle, que vive en las afueras de Seattle en un predio ocupado por gente que perdió sus hogares tras la crisis post pandemia.
Montones de basura y lonas rasgadas rodeaban los remolques y las casas rodantes estacionadas cerca de las vías del tren al sur de la ciudad costera del oeste de los Estados Unidos. “Estoy enfermo, NO me despierten”, “Tengo spray de pimienta”, y “¡No remolquen mi casa!”, con algunos de los letreros escritos a mano para evitar el desalojo. El ayuntamiento de Seattle les advierte desde fines de julio que tienen “orden de retirar todos los bienes personales”.
Muchos duermen en autos abandonados o en tráilers. “No tenemos hogar. Lo odiamos”, reconoce John, de 32 años. El gobierno federal no incluye en sus estadísticas de personas sin hogar a los “tirados” que viven en carpas y tráilers, una metodología que académicos y legisladores apuntan como defectuosa.
Y obtener la cifra correcta ha cobrado una nueva urgencia, ya que el aumento de los costos de viva y vivienda empujan a decenas de miles a vivir en las calles e improvisados refugios. Las carpas ahora se extienden por las veredas y espacios verdes en muchas de las principales ciudades estadounidenses, y los enfrentamientos violentos entre los desalojados y el gobierno parecen haber aumentado. “Las estadísticas actuales le dan al Congreso una imagen falsa de la verdadera magnitud del problema”, marca Donald Whitehead, director ejecutivo de la Coalición Nacional para los Desamparados.
Datos
“Necesitamos tener datos precisos si vamos a brindar soluciones precisas”. Durante años, varias ONG han presionado al gobierno para que mejore sus estadísticas y amplie los refugios. “Es una tarea monumental, es probable que las comunidades no encuentren a todas las personas sin hogar, pero debemos hacer un esfuerzo de conteo constante para evaluar si la falta de vivienda está subiendo en todo el país”, apunta Shantae Goodloe, portavoz de HUD.
“Ampliar la definición de personas sin hogar no resuelve el problema, pero cuantifica la cantidad de personas que viven en situaciones de vivienda precaria”, agrega. Para los tirados, la brecha entre la política y la realidad ha significado elecciones dolorosas.
Mientras pasaban sus últimas noches en el campamento, no tenían idea de adónde irían después. Sin embargo, sabían que no se reunirían con sus cinco hijos y la madre y la hermana de John en un refugio local para personas sin hogar. Cuando la familia llegó a Seattle, no había suficientes camas para que todos pudieran permanecer juntos en las instalaciones. Se habían separado desde entonces, y permanecerían separados hasta que los tirados encontraran un lugar lo suficientemente grande como para que pudieran pagarlo.
“La respuesta que tenemos ahora no es suficiente”, reconoce Marvin Futrell, de 57 años, que vive con otras 55 personas en un asentamiento en California. El ex marinero es beneficiario de un plan social.
Alerta
Ahora los voluntarios y los trabajadores comunitarios caminan por las calles y cuentan la cantidad de personas sin hogar que detectan. Los resultados se combinan con la población total en refugios para personas sin hogar de una región. Y otras agencias gubernamentales, como la Oficina del Censo de EE. UU. y el Departamento de Educación, aportan también sus mediciones para entrecruzarlas.
“Los datos de HUD solo están alcanzando a una fracción de las personas”, cruza Samuel Carlson, gerente de investigación y divulgación de Chicago Coalition for the Homeless. “No es la mejor medida, porque son conteo de una vez al mes”, agrega Jack Tsai, profesor y decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Texas en San Antonio. “Ni siquiera miramos el per cápita o la proporción de la comunidad total que no tiene refugio”.
Una revisión de 2021 realizada por la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de EE. UU., criticó al departamento de Vivienda por no proporcionar a sus filiales programas que se anticiparan al conflicto en medio de la pandemia. Y la inflación posterior ha empeorado situación. Los alquileres están subiendo en todas las ciudades de EE.UU.
“Cada vez dedicamos más horas al trabajo para poder pagar un alquiler. Y tienes que ganar como tres veces el alquiler, y tener el primer y último depósito. Es difícil", se queja Shane, uno de los “tirados” que pudo volver a alquilar departamento tras medio año viviendo con su familia en un tráiler. “Les dijimos a nuestros hijos que era un viaje y que pronto volveríamos a tener una casa”, agrega. Un drama global que sorprende al país del norte con un incremento del 12% en el último año.
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