Friday 19 de April, 2024

MUNDO | 27-05-2023 00:01

Tembladoral político en América Latina

El supuesto pacto, en Ecuador, entre la derecha conservadora de Guillermo Lasso y la izquierda populista de Rafael Correa.

Ganar la estabilidad democrática, implica conquistarla día a día”, dijo Jaime Roldós antes de abordar el avión presidencial que se estrelló contra el cerro Huairapungo.

La muerte interrumpió el primer mandato democrático tras una larga dictadura. A los demás mandatarios que no cumplieron sus mandatos, fueron las turbulencias políticas que afectan la estabilidad democrática de Ecuador las que interrumpieron sus gobiernos.

Abdalá Bucaram hizo mucho para justificar la declaración de “incapacidad mental” que lo sacó de la presidencia. A Jamil Mahuad lo derrocó un golpe militar poco después de haber dolarizado la economía y a Lucio Gutiérrez lo derribaron las protestas contra la corrupción y el nepotismo de su gobierno.

En el caso de Guillermo Lasso, quien dejará el gobierno más de un año antes de cumplir su mandato, a su mala gestión se sumó la sospechosa decisión de permitir que se renovara un turbio contrato que había dejado el gobierno anterior. Y la consecuencia del fracaso de este presidente conservador es que Rafael Correa podrá intentar nuevamente tener un presidente que pueda manejar desde Bruselas y le solucione, a como sea, sus problemas con la Justicia.

Este será su tercer intento después de dos fallidos. Lenin Moreno saltó a la vereda opuesta ni bien se convirtió en presidente y no hizo nada para impedir que avanzaran las causas que terminaron en condena para Correa y prisión para el ex vicepresidente Jorge Glas.

En la siguiente elección coronó como candidato a su ex ministro Andrés Arauz, pero perdió contra Guillermo Lasso, un banquero conservador y ex ministro dolarizador del gobierno de Mahuad. Ergo, un perfecto rival para el populismo de Correa.

Aún siendo su enemigo político, hay razones para sospechar que Correa permitió que Lasso escapara de una destitución en juicio político, facilitándole una salida menos deshonrosa. La aplicación del artículo 148 de la Constitución disuelve la Asamblea Nacional pero determinando también el final de su propio gobierno mediante elecciones generales anticipadas. Por eso llaman “muerte cruzada” a esa cláusula por la que Lasso acaba de resignar casi dos años de mandato, a cambio de evitar la destitución y ocupar seis meses más el Palacio Carondelet.

El juicio político bajo acusación de peculado ya había comenzado, cuando el presidente aplicó el artículo 148. De inmediato, el movimiento indigenista Pachakutik y el Partido Social Cristiano que lidera Jaime Nebot denunciaron la inconstitucionalidad de la medida y reclamaron al tribunal constitucional que la invalide. Pero la bancada mayoritaria, que responde a Rafael Correa, tardó en reaccionar.

El líder izquierdista calificó de inconstitucional lo que hizo Lasso cuando ya era tarde. ¿Por qué? Probablemente porque si el actual presidente es destituido en juicio político, a la presidencia la asume el vicepresidente Alfredo Borrero y gobierna hasta el final del mandato, que sería en mayo del 2025. En cambio si hay muerte cruzada, en un par de meses habrá comicios legislativos y presidenciales para elegir las autoridades que cumplirán los mandatos interrumpidos.

El triunfo correísta en los comicios locales de febrero y lo que están señalando las encuestas muestran que en los comicios que se realizarán en agosto, ganarán los candidatos de Correa, mientras que, en un escenario electoral tan sísmico, nadie puede estar seguro de lo que ocurrirá en las elecciones del 2025.

Si Correa puede poner ahora un presidente, por qué esperaría hasta el 2025. Si bien ese año quien gobierne tendrá que enfrentar nuevos comicios, en el año y medio que gobernará un presidente correísta con mayoría legislativa podría valerse de muchos medios, constitucionales o no, para solucionar los problemas de su mentor con la Justicia ecuatoriana.

Ayudar a Guillermo Lasso a tener una salida menos bochornosa, acerca esa posibilidad casi dos años.

Quizá por eso Correa dijo, después de varios días, lo que debió decir desde un primer momento: que la disolución del congreso es inconstitucional porque no se dieron las causales establecidas en la Constitución.

Los socialcristianos y Pachakutik dijeron de inmediato lo que tardó en decir Correa. La carta magna que él promulgó en el 2008 establece como causales que el país atraviese por una “grave crisis política o conmoción interna”. Y lo que ocurría en Ecuador era un juicio político, proceso que no puede equipararse

Pachakutik y el PSC exigieron la destitución de Lasso por la misma razón que en Perú fue destituido Pedro Castillo tras su intento de disolver el Congreso sin que se cumplan las causales establecidas en el artículo 134 de la Constitución, que son dos censuras consecutivas a consejos de ministros propuestos por el presidente.

Si en Ecuador el presidente pudo salir del poder por la puerta antes que la oposición lo arroje por la ventana, es porque Rafael Correa lo permitió.

¿Por qué el líder refugiado en Bélgica, aborreciendo intensamente al banquero conservador que llegó a la presidencia representando al poder financiero, le permitió una salida decorosa cuando tenía los votos legislativos para destruirlo políticamente?: porque prefirió asegurarse el triunfo en comicios generales adelantados, en lugar de la destrucción total de un enemigo político al precio de tener la próxima elección recién en el 2025.

¿Y por qué Lasso eligió beneficiar electoralmente a Correa, recortando en casi dos años el mandato de su partido que podía cumplir el vicepresidente Alfredo Borrero? ¿Sólo para que su caída sea un poco más lenta y menos deshonrosa?

Una respuesta posible es que la derecha de Lasso y la izquierda de Correa tienen algo en común que los pone en una misma vereda, enfrentada a Pachakutik: el extractivismo.

En el primer escrutinio de la elección que convirtió a Lasso en presidente, quien aparecía en el segundo puesto, por lo tanto disputando el ballotage, era Yaku Pérez, de Pachakutik. Ese movimiento es el brazo político de la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador que, como la mayoría de las organizaciones indígenas del mundo, es defensora natural del medio ambiente y se opone a las economías basadas en la extracción de hidrocarburos, minerales y otros tipos de commodities cuya explotación en gran escala genera economías de enclave.

Quizá por eso los recuentos pusieron en el segundo lugar a Lasso, que fue quien finalmente disputó la segunda vuelta con Andrés Arauz. Sin Pachakutik en el ballotage, por derecha o por izquierda, la presidencia quedaría en manos de un defensor de la economía extractivista.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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