En un contexto de alta tensión geopolítica y un reordenamiento inminente en el liderazgo de las naciones de América del Norte, dos figuras emergen como interlocutores clave y rivales estratégicos frente a las amenazas y la retórica de Donald Trump.
Por un lado, Claudia Sheinbaum, presidenta de México y la primera mujer en gobernar el país, que ha sabido transformar su imagen de tecnócrata reservada en la de una líder decidida y eficaz. Por otro, Mark Carney, recientemente investido como primer ministro de Canadá, asume el poder en un momento crítico marcado por la inestabilidad económica y comercial, en medio de una relación cada vez más tensa con la administración estadounidense.
Dura
Al asumir la presidencia el 1 de octubre de 2024, Sheinbaum enfrentó numerosas expectativas y críticas debido a su limitada experiencia en política exterior. Inicialmente percibida como una figura técnica sin la capacidad de relacionarse en el complejo ámbito diplomático, la presidenta mexicana ha sorprendido al mundo al consolidar un estilo pragmático y asertivo.
Uno de los episodios que marcó su transformación fue un intercambio telefónico con Trump, en el que, luego de exponer detalladamente las medidas implementadas para fortalecer la seguridad fronteriza y combatir el narcotráfico, la líder recibió inesperadamente un elogio: “Eres dura”.
Según diversas fuentes, Sheinbaum había remitido información precisa y datos contundentes que sustentaban sus argumentos, lo que permitió negociar el aplazamiento de ciertos aranceles que amenazaban con afectar la economía mexicana. Este reconocimiento, aunque pronunciado de manera reticente, evidenció que la presidenta había logrado cambiar la percepción del presidente estadounidense.
Además, Sheinbaum ha sabido capitalizar su imagen interna mediante un discurso que conjuga la defensa de la autonomía nacional con resultados palpables en materia de seguridad. Frases como “coordinación, sí; subordinación, nunca” han resonado entre la ciudadanía, que la respalda con índices de aprobación superiores al 75%. Su gestión se ha visto reforzada por medidas enérgicas contra el crimen organizado, como el traslado de miembros de cárteles a Estados Unidos para enfrentar cargos penales, lo que ha enviado un mensaje contundente a las organizaciones delictivas.
Banquero
En Canadá, el panorama es notablemente distinto. Con la renuncia de Justin Trudeau, Mark Carney emerge como el nuevo líder del país en un contexto de crisis económica y comercial. Carney, cuya carrera se ha forjado en el mundo de la política monetaria, fue gobernador del Banco de Canadá durante la crisis financiera de 2008 y, posteriormente, gobernador del Banco de Inglaterra, convirtiéndose en el primer extranjero en ocupar ese cargo durante la transición del Brexit.
Su impresionante currículum lo ha llevado a ser elegido como líder del Partido Liberal con un amplio respaldo, aunque su falta de experiencia electoral previa plantea desafíos significativos.El primer ministro canadiense se enfrenta a un entorno dominado por las medidas proteccionistas y las amenazas de Trump, quien ha llegado a sugerir que Canadá podría transformarse en el “51 estado” de Estados Unidos.
Carney ha calificado tales afirmaciones de “locura” y ha adoptado una postura decidida para proteger la economía de su país: entre sus primeras acciones destaca la eliminación de un impopular impuesto al carbono, una medida que busca aliviar la presión sobre los ciudadanos y las empresas en un contexto de incertidumbre. Sin embargo, su gobierno se ve forzado a actuar rápidamente, ya que la minoría en el Parlamento lo obliga a convocar elecciones en los próximos meses para legitimar su gestión.
La estrategia de Carney se centra en fortalecer la resiliencia económica a través de la reestructuración fiscal y la atracción de inversiones, en un intento por contrarrestar las sanciones y aranceles impuestos por la administración estadounidense. Además, su liderazgo se enfrenta a la oposición interna, liderada por figuras como Pierre Poilievre, quien ha capitalizado el descontento popular y se presenta como la alternativa para un cambio radical en la dirección del país.
Resistir
El contraste entre Claudia Sheinbaum y Mark Carney se hace evidente al comparar sus estrategias para enfrentar la presión de Trump. Mientras Sheinbaum ha optado por una diplomacia basada en la presentación de datos y un manejo asertivo del discurso nacionalista, Carney se ve forzado a adoptar una postura más combativa.
Ambos líderes se encuentran en el epicentro de un juego de poder en el que Estados Unidos utiliza su influencia económica y política como herramienta de presión. En México, la habilidad de Sheinbaum para negociar y obtener reconocimientos, incluso de un Trump renuente, ha permitido posponer aranceles y evitar una escalada que podría perjudicar la estabilidad interna.
Por el contrario, en Canadá, la situación es más compleja: las amenazas tarifarias, la inminencia de elecciones y el escepticismo de parte del electorado hacen que el gobierno de Carney deba demostrar rápidamente su capacidad de adaptación y liderazgo.
En definitiva, la interna en América del Norte se perfila como una contienda entre modelos de liderazgo muy distintos. Mientras que en México la estrategia se basa en la diplomacia del buen hacer y la consolidación de un discurso que refuerza la soberanía nacional, en Canadá el reto es reactivar una economía en recesión y demostrar que la experiencia del mundo financiero puede trasladarse con éxito al ámbito político, en un momento en que la influencia de Trump sigue siendo el catalizador que obliga a reinventarse y adaptarse a una realidad global cada vez más compleja.
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