Wednesday 26 de March, 2025

MUNDO | Ayer 07:38

Oscuridad y oscurantismo

Las sombras que vinculan los cortes de energía que mantienen Cuba en penumbras, con las últimas masacres ocurridas en Siria y en Gaza.

Como una metáfora de su extravío en la historia, Cuba ha quedado a oscuras. Y como una consecuencia inexorable del sunismo ultra-islamista que hoy gobierna Siria, los yihadistas convertidos en soldados masacraron civiles de la etnia alauí en los bastiones del “ancien régime”. Muy cerca de allí, Hamás y Netanyahu mostraban su oscuridad política y moral desatando un infierno de fuego que sumó casi medio millar de muertes en un puñado de hora.

En el Caribe y en Medio Oriente hay ejemplos de empantanamiento y de involución histórica. Regímenes sin acelerador para avanzar hacia un futuro diferente, y liderazgos que sólo pueden poner la marcha atrás.

Hamás no sabe combatir a Israel si no es en el escenario de la opinión pública mundial, ofreciendo a los gazatíes como carne de cañón para que Netanyahu criminalice la imagen del Estado judío. Tampoco sabe cómo mantener la tregua sin quedarse sin rehenes, porque ese escudo humano le ha permitido sobrevivir como poder militar, aunque destartalado y reducido.

A su vez, Netanyahu no sabe cómo mantenerse en el poder y lejos de los estrados judiciales que lo juzgarán por corrupción y por lo ocurrido el 7 de octubre del 2023, sin que haya en Gaza una guerra que lo justifique. Y para que esa guerra siga, necesita que Hamás siga teniendo rehenes. Por eso la demora en liberar rehenes le dio la oportunidad de lanzar un bombardeo masivo que dejó en coma la tregua la negociación por los israelíes cautivos. Y de paso, distrajo la atención de su sospechosa embestida para destituir a Ronen Bar como jefe del Shin Bet, a pesar de que los gobernantes israelíes no pueden remover de sus cargos a los jefes de los aparatos de inteligencia, porque entre sus funciones tienen la de investigar al poder.

Cuba y los apagones

Eso hacía Ronen Bar, quien dirigía el Shin Bet desde el gobierno centrista encabezado por Yair Lapid, cuestionando sus propias fallas en el pogromo sanguinario lanzado por Hamás aquel octubre ensangrentado, pero también sembrando sospechas sobre Netanyahu, además de investigar los millonarios sobornos de Qatar a dos asesores del primer ministro. El oscurantismo ultraislamista de Hamas y la oscuridad política, ideológica y moral de Netanyahu suman muerte y destrucción en Gaza.

El ultraislamismo, sea suní o chií, sólo sabe prolongar el pasado oscurantista. Mientras, en el Caribe, la Cuba castrista sólo sabe envejecer de manera patética, esforzándose por detener el tiempo del mismo modo que detiene y encarcela a todos los que quieren dejar atrás un pasado calamitoso y dictatorial, para avanzar hacia un futuro democrático y económicamente lógico.

Los recurrentes cortes de energía eléctrica exhiben la decrepitud tecnológica de los servicios básicos. También la agonía económica de la isla. La economía castrista y su sistema energético funcionaron sólo cuando recibían el petróleo gratis de la Unión Soviética. Se derrumbaron por la desaparición de la URSS y resucitaron tenuemente cuando Hugo Chávez les colocó el pulmotor petrolero venezolano. Precisamente por financiar desde las arcas públicas la construcción del liderazgo regional de Chávez, PDVSA languideció y con ella la subvención al régimen cubano.

Cuba y los apagones

Raúl Castro es más pragmático que su hermano Fidel, pero cuando Obama relajó el embargo para que Cuba recibiera inversiones externas, no pudo vencer las resistencias de los burócratas que temieron perder sus privilegios.

En su primer gobierno, Trump volvió a endurecer el embargo y Biden lo mantuvo así, dejando bloqueada la posibilidad de que Cuba pudiese marchar por caminos de reforma y apertura económica como las que impulsaron Deng Xiaoping en China y Nguyen Van Linh en Vietnam.

En ambos países asiáticos sigue gobernando el Partido Comunista, pero las economías incorporaron el capitalismo y tuvieron despegues formidables. Tanto China como Vietnam tienen regímenes autoritarios, pero ya no padecen el “autoritarismo absoluto” que implicaban los totalitarismos de Mao Tse-tung y Ho Chi Ming.

Trump no debió poner fin a la apertura de Obama ni Biden debió mantener el endurecimiento del embargo que heredó. Pero está claro que fue la burocracia aferrada a sus privilegios lo que impidió la llegada de inversiones privadas.

Donald Trump

Los reiterados apagones producidos por el colapso del sistema eléctrico y la imposibilidad de financiar un mantenimiento adecuado,  muestran la oscuridad ideológica que le impide al régimen revivir la envejecida y anquilosada economía.

Ese estatismo no tiene acelerador para marchar hacia un futuro diferente. Y las masacres de alauitas parecen demostrar que el régimen que reemplazó a Bashar al Assad en Siria, sólo tiene marcha atrás a pesar de las promesas de apertura y pluralismo étnico que hizo su líder, Ahmed al Sharaa,  al entrar victorioso en Damasco.

El régimen que creó Hafez el Assad y continuó su hijo Bashar fue una dictadura sanguinaria ensañada con los suníes, que son el 70% de la población, mientras que los alauitas y las demás minorías étnicas (drusos, cristianos y jazidíes) se sentían protegidas por el régimen alauí de Assad, con excepción de los kurdos, una minoría racial que profesa la vertiente suní del Islam.

Siria

El Frente Al Nusra que comandó Al Sharaa con el nombre yihadista de Mohamed al Golani, profesaba el sunismo, como las otras milicias ultra-islámicas que se unieron en la coalición Hayat Tahrir al Sham (HTS). Los combatientes de esas milicias se convirtieron en soldados del nuevo ejército, pero la violenta irrupción de un resabio del régimen los convirtió de nuevo en yihadistas fanáticos que recorrieron las calles de Latakia y Tartus masacrando civiles alauitas.

Esos días de sangre, el presidente Ahmed al Sharaa volvió a ser el yihadista Mohamed al Golani, aunque luego selló acuerdos con drusos y kurdos para restaurar su imagen de gobernante de todos los sirios.

Europa, de momento, prefiere creer que Al Golani será definitivamente Al Sharaa. Como si, parafraseando a Franklin Roosevelt sobre Somoza, murmurara entre dientes “es un fanático ultraislamista, pero es nuestro fanático ultraislamista”.

Así es como, en el mismo puñado de días, a Cuba la envolvió la oscuridad que simboliza su tiniebla ideológica, en Israel y en Gaza reincidió el oscuro instinto de poder de Netanyahu y Hamás, mientras que en Siria asomó la naturaleza criminal del yihadismo suní deseoso de regresar a los tiempos del oscurantismo.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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