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SALUD | 24-12-2019 13:49

Sarampión y otras enfermedades evitables: sin acceso a vacunas

Una encuesta muestra que el principal problema está en la escasez de dosis y en la dificultad para llegar a los vacunatorios.

Corría el año 2000, la Argentina había eliminado la circulación endémica del sarampión. Al cierre de esta edición se contabilizaban 84 casos. El 85% de las personas que enfermaron no cuentan con antecedentes de viaje o vínculo con casos importados y casi todas viven en el gran Buenos Aires o en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los partidos de Ituzaingó, Lanús, La Matanza, Lomas de Zamora, Merlo, Moreno, Quilmes, Tigre, Vicente López y Hurlingham, los más afectados en territorio bonaerense, que no había registrado casos durante 19 años. 

Según una investigación realizada por la fundación Soberanía Sanitaria, el mayor número de enfermos confirmados de sarampión corresponden a menores de un año de edad, seguido por los mayores de 20 años.

A nivel mundial, el sarampión es actualmente epidemia, y en países centrales como los Estados Unidos y parte de la Unión Europea responde en gran medida a la negativa a vacunar a los niños por parte de padres. Los denominados “grupos antivacunas” dominan el escenario, a punto tal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a estos grupos una de las diez peligros para la salud a nivel global. 
Sin embargo, eso no es lo que ocurre en la Argentina. El índice internacional de confianza en las vacunas muestra que solo alrededor de un 2% de la población local dice estar en desacuerdo con las vacunas, por no considerarlas efectivas o incluso seguras.  

De acuerdo con lo que surge del Índice de Confianza y Acceso a las Vacunas (ICAV), realizado por la Fundación Bunge y Born (FBB), los indicadores de percepción general de la población encuestada en el país en relación a las vacunas arrojan un elevado nivel de confianza: alrededor del 96% de las personas considera que las vacunas son seguras, el 95,47% las cree importantes para los niños, el 93,69% efectivas, y el 74,59% compatibles con sus creencias religiosas.

Cuando a las y los encuestados (7.000 a nivel nacional) se les preguntó si creen que las vacunas son buenas para los niños, quienes tienen entre 31 y 40 años fueron quienes manifestaron tener un índice más alto de confianza (97%), que se reduce (poco más del 94%) en la franja de 21 a 30 años. Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños ‘Ricardo Gutiérrez’, que dirige el proyecto “Observatorio de la Salud del Niño y el Adolescente” de la FBB, resume la situación: “En la Argentina, aún con una menor confianza entre la población más joven, las barreras de acceso son el principal motivo que explica el déficit de cobertura de vacunación. Esto contrasta con la situación en algunos países desarrollados, donde la opinión sobre las vacunas es la principal problemática”. 

Un ejemplo de esto es Francia, donde un 32% de la población cree que las vacunas no son seguras: a lo largo del 2018 hubo 80 casos de sarampión que causaron 28 muertos. 

Cómo llegar. Según el ICAV 2019, las causas de la brecha entre el nivel óptimo de vacunación y las tasas existentes en el país se relacionan con las distintas barreras de acceso: un 13% de la población no logró vacunarse, o vacunar a los menores a su cargo, la última vez que intentó hacerlo.

El faltante de vacunas aparece como el principal motivo, aún con mayor intensidad entre quienes tienen menores a cargo; otras razones son la difícil accesibilidad a los centros de vacunación, y la espera. De hecho, el sondeo muestra que un 2,3% de las personas tuvo dificultades por la distancia, un 9,2% por el costo del viaje, y tan solo el 67,7% no tuvo dificultades en función de la distancia. Los mayores problemas están entre los sectores con mayores dificultades económicas y sociales.

Por ejemplo, a lo largo del 2018 la provincia de Buenos Aires recibió solo en el caso de tres vacunas el ciento por ciento de las dosis requeridas para inmunizar a su población: la vacuna contra la difteria y el tétanos (doble bacteriana), la vacuna contra la difteria, tos convulsa y tétanos (triple bacteriana) y la vacuna pediátrica contra gripe. Para el resto de las vacunas, las dosis enviadas por la ex Secretaría de Salud de la Nación estuvo muy por debajo de los requerimientos de la provincia. 

A nivel país, sólo el 86,3% de los consultados logró vacunarse la última vez que asistió. Teniendo en cuenta la región: el noroeste y el noreste del país fueron las zonas donde menos pudo vacunarse la gente, con 83,3% y 84,3%, respectivamente, seguidas muy llamativamente por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con un 84,5%.

Entre quienes no tuvo la opción de acceder a las vacunas, un 79,7% señaló como causa el faltante de dosis, con menor disponibilidad en el gran Buenos Aires (90,7%), seguido por el noroeste argentino (87,3%) y la región de Cuyo (83,3%).

“Del estudio también se infiere la importancia del sistema público de salud: un 85,9% de la población se vacuna en hospitales públicos o centros públicos de vacunación, mientras que el 14,1% lo hace en centros privados”, puntualiza Gerardo della Paolera, director ejecutivo de la FBB.

Evaluando el nivel de acceso a las vacunas en su conjunto, los resultados indican que las dificultades para vacunarse son mayores entre la población joven y entre quienes menor nivel educativo. No es difícil relacionar ambas características con la situación económica en la que están insertos ambos grupos. 

Resoluciones. La vacunación tiene un impacto directo en la reducción de la prevalencia de enfermedades evitables y muertes tempranas: la Organización Mundial de la Salud estima que hay entre dos y tres millones de muertes por año por tétanos, difteria, tos convulsa y sarampión. Además, inmunizarse puede ayudar a evitar algunas formas de cáncer (cuello uterino y otros ginecológicos) y Hepatitis B (el carcinoma hepático). Además, reducen el consumo de antibióticos y la resistencia de las bacterias a los mismos. 

La Argentina cuenta con uno de los calendarios de vacunación más actualizados y completos del mundo. Sin embargo, en nuestro país dejan de aplicarse alrededor de 700.000 dosis de alguna de las vacunas del calendario obligatorio durante el primer año de vida. Uno de los principales problemas a solucionar, de acuerdo con los sanitaristas expertos, es revisar el proceso de licitación de las vacunas y resolver los problemas en la distribución de las dosis: instalar campañas masivas de vacunación (difíciles en estos momentos porque no hay cantidad de vacunas suficientes) y concientización e ir hacia las poblaciones más vulnerables, en lugar de esperar a que ellas lleguen a los centros de vacunación que, además de ser lejanos, solo atienden en días y en horarios muy restringidos. 

 

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Andrea Gentil

Andrea Gentil

Editora de Ciencia, Medicina y Tecnología. Coordinadora carrera de Comunicación Digital, UNaB.

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