* * * * Si 2021 se asoma más cercano a la normalidad, Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale emprenderá una larga gira por todo el país para festejar sus tres décadas como dúo. Y vaya si lo merece este proyecto que viene cruzando clásicos del tango, del folklore, del cancionero latinoamericano y de la mejor producción rosarina. Y como se ha dicho mucho, no estamos aquí frente a un cantante, enorme en esa profesión, dicho sea de paso, con el acompañamiento de un socio. Estamos frente a un rubro, muy consolidado, con un estilo propio que ha trascendido, incluyéndolas, las importantes carreras individuales de cada protagonista.
Por cierto, los vimos por streaming, una modalidad a la que de a poco nos vamos acostumbrando todos. Y también los artistas y los productores, que van puliendo las cuestiones de conexión, mejorando los resultados acústicos y buscando opciones escenográficas que pongan un toque diferenciado a cada propuesta. Para el caso, no optaron por una sala de teatro o de un estadio, tal como los actuales protocolos permitirían. El lugar elegido fue el cálido y hogareño patio de la casa familiar de Lito en el barrio de San Telmo, allí donde vivieron sus padres hasta la muerte y donde él mismo tiene hace mucho el estudio que alguna vez bautizaron como “La casita de mis viejos”.
Así, plantaron a cuatro artistas sobre el “escenario”, en ronda y a distancia sanitaria, con la apoyatura de Julián Baglietto en batería y percusión y Jano Vitale en bajo y guitarra. Organizaron una lista de 18 canciones, de esas inoxidables que suelen integrar sus conciertos. Hubo temas latinoamericanos (“Parado”, “Vámonos”, “Qué he sacado con quererte”), folklore del mejor (“Zamba de Lozano”, “Piedra y camino”, en uno de los picos altos del recital), varias piezas rosarinas de Fito Páez, Adrián Abonizio o Jorge Fandermole (“Actuar para vivir”, “La vida es una moneda”, Historia de Mate Cosido”, “Solo”, “Mirta, de regreso”, “Tratando de crecer”), una nueva relectura de “Ese amigo del alma” y mucho tango, un género que cada vez le sienta mejor a la interpretación conjunta, con títulos como “Los mareados”, “Garúa”, “Tarde”, “Nostalgias”, “La última curda” y un emotivo cierre con “Gricel” de Mores y Contursi.
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