Cuando en el acto posterior a la asunción, el presidente Alberto Fernández dio un breve discurso desde el escenario de la Plaza de Mayo cometió un lapsus que causó mucho revuelo en las calles y las redes.
Se estaba refiriendo al regreso del movimiento político que encabeza, cuando dijo textualmente: “volvimos y vamos a ser 'mujeres'”. “Mejores”, aclaró rápidamente, pero el “fallido” ya había empezado a rodar y a ganar significación entre los miembros femeninos de todo el arco político, un fenómeno -el del apoyo femenino sin distinción- que se acentúa día a día, desde la primera vez que Fernández se declaró a favor del aborto, durante la campaña.
#Albertopresidenta fue el hashtag con que el “lapsus” se transformó en “trending topic” en Twitter.
“No fue un fallido: fue la superación del lenguaje inclusivo”, escribió Gabriela Cerruti en Twitter. “Alberto querido!! No sabés cuánto te agradecemos desde los feminismos tu acto fallido! “, expresó la periodista Hersilia Álvarez. “Hermoso fallido de @alferfez, 'volvimos y vamos a ser mujeres'. Hermoso”, dijo Claudia Piñeiro, feminista militante, hasta ahora alejada de las filas kirchneristas.
Si el “lapsus” o “acto fallido” fue descripto por Sigmund Freud como una invasión del inconsciente en el discurso de la conciencia, una irrupción que trae consigo deseos no manifestados, ideas reprimidas y zonas obturadas a la luz pública; es imposible no fantasear con los contenidos posibles de ese lapsus de Fernández, que tuvo todo el aspecto de ser genuino y espontáneo. ¿En qué habrá pensado cuando las “mujeres” se intercalaron en sus palabras?
Nunca lo sabremos, el secreto quedará para el sillón del analista, pero a Freud le hubiese divertido tomar nota de las posibles asociaciones: el rol fundamental que una mujer tuvo en su candidatura (Cristina), el papel que tendrán en su gabinete mujeres cercanas a su vida profesional y al mundo de sus afectos, el rol que han cobrado en su relato político los movimientos ligados a diferentes formas del feminismo.
Mirá el momento del fallido:
Desde su primera declaración en campaña en favor del aborto; su posterior participación en la presentación del libro “Somos Belén” de la periodista Ana Correa -donde se congregaron muchos de los nombres más visibles del movimiento “Ni una menos”- hasta el discurso con el que inauguró su mandato; Fernández es, por lejos, el más feminista de los presidentes argentinos, incluida Cristina Kirchner.
Por lo pronto, fue el primer mandatario que puso en la lista prioritaria de sus objetivos la necesidad de garantizar la igualdad jurídica y económica para las mujeres y su protección frente a la violencia.
“Ni una Menos debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los poderes de la república. El Estado debe reducir drásticamente la violencia contra las mujeres hasta su total erradicación”, dijo en su discurso inaugural.
Sus posturas caen muy bien dentro del arco feminista, tanto que muchas mujeres por fuera del kircherismo han empezado a mirar con buenos ojos a este presidente que promete hacerse cargo de tantas demandas insatisfechas.
Si Néstor Kirchner encontró en los organismos de derechos humanos un espacio de reclamos desoídos donde lograr una base de apoyo incondicional, ¿será la potencia juvenil de los movimientos feministas un centro donde Fernández haga pie y logre una confianza irrestricta?
La promesa de un tratamiento de la Ley del Aborto en los próximos meses será la prueba de fuego del feminismo presidencial. Desde afuera, sólo se ven obstáculos para su aprobación, en especial, desde las propias filas del espacio gobernante, que integran representantes de las provincias más conservadoras.
#Albertopresidenta es, por ahora, más una expresión de deseos feministas que pruebas concretas de que las mujeres serán escuchadas. Las intenciones del presidente parecen ser genuinas, pero la batalla recién empieza.
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