Monday 9 de September, 2024

OPINIóN | 01-08-2024 10:05

El gobierno de Milei: la centralidad no se negocia

Milei decidió suplir su debilidad política original con la exacerbación de su figura. Su principal desafío es hegemonizar el campo oficialista, achicando el espacio de acción de sus socios, aunque eso los inquiete.

Estamos atravesando la tercera experiencia continua de un gobierno de coalición en que una de las partes que lo componen tiene la capacidad para desestabilizar a la parte que conduce.

A esta altura parece una obviedad que las coaliciones son útiles inicialmente para ganar, pero no tanto para gobernar. En Argentina las dos últimas no lograron reelegir y ese fantasma recorre La Rosada.

Este tipo de alianzas electorales, al llegar al gobierno se encuentran con una doble hipótesis de conflicto. La primera y más habitual, hacia afuera, frente a un bloque opositor que busca erosionar su legitimidad y la más novedosa, hacia adentro, porque la jefatura está siempre en tensión.

Dentro del sistema milei hay dos planetas con capacidad de eclipsarlo: el planeta Macri, líder del principal espacio socio en el parlamento y aportante de cuadros técnicos, y el planeta Villarruel, emergente novedoso de la política nacional con niveles de imagen superiores al presidente.

Parece fácil conformar una coalición, lo difícil es liderarla, que su efectividad permanezca en el tiempo y que sea competitiva.

La lógica de confrontación interna a cielo abierto, compleja de disimular en la era de la exposición y la inmediatez, no hace más que provocar un desgaste en la figura presidencial, mejorando las condiciones internas de negociación de los socios, pero a riesgo de quebrar el funcionamiento del conjunto.

Hay cuatro dimensiones que mantienen viva a una coalición de gobierno. Imaginemos una cruz: en el eje horizontal, de un lado la competitividad y del otro la gobernabilidad. Y en el eje vertical, arriba el liderazgo y abajo la unidad. Ambas puntas por momentos tensionan entre sí.

Si no es competitiva en términos electorales (o cae su imagen pública) se ve afectada su potencia de gobierno y si retrasa el cumplimiento de sus promesas para ganar gobernabilidad, se deteriora su capacidad electoral.

Respecto a la unidad, se suele aplicar la lógica de “que se doble, pero no se rompa”, porque la ruptura podría ser drástica para la dinámica del gobierno. En ese sentido, algunas veces a cambio de unidad se cede liderazgo.

Milei decidió suplir su debilidad política original con la exacerbación de su figura. Su principal desafío es hegemonizar el campo oficialista, achicando el espacio de acción de sus socios, aunque eso los inquiete. Para lograrlo, la premisa que ordena todas sus acciones es clara: la centralidad no se negocia.

 

*Por Manuel Zunino. Sociólogo y Director Asociado de Proyección Consultores

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