Saturday 5 de October, 2024

OPINIóN | Hoy 05:00

El goce repetido

Para el presidente el mal son los otros y su misión consiste en disciplinarlos o aplastarlos. Los métodos y enemigos que comparte con su archienemiga Cristina.

La historia suele repetirse. Como farsa, escribió Karl Marx comparando a Napoleón con su sobrino Luis Bonaparte. En clave argentina, Milei es la repetición cada vez más degradada de Cristina, mal que le pese a ellos mismos y sus dogmas contrapuestos. Un patrón de liderazgo que NOTICIAS sintetizó en el 2012 con el título “El goce de Cristina” y que una década después reencarna en otro líder populista. Sus batallas culturales pueden ser antagónicas, pero las libran con las mismas armas. Y Milei, recargó la artillería.

En aquella nota que provocó escándalo, citábamos a la psicoanalista y socióloga francesa Denise Lachaud, autora del libro “De la megalomanía al goce del poder”. Su ensayo explica cómo algunas personas, en su búsqueda insaciable de control y autoridad, pueden caer en la trampa de la megalomanía, un trastorno caracterizado por una percepción inflada de sí mismos y una necesidad desmedida de poder y reconocimiento. Lachaud postula que el poder puede volverse un objeto de goce en el sentido de generar placer a través del sufrimiento o la dominación de otros. Un liderazgo que sólo se sostiene con pensamiento único y reduciendo a la categoría de enemigo a los no alineados.

En su marketing electoral, Milei le puso nombre a ese adversario a combatir: la casta. Un concepto para resumir a “los malos” que en la gestión demostró ser “los otros”. Cristina también percibía a la otredad siempre como oponente a su proyecto nacional y popular. Los únicos capaces de interpretar y traducir en términos políticos al “pueblo” son ellos.

Sus batallas discursivas no reparan en la desigualdad de poderes: aquella Cristina disciplinando al abuelito amarrete que quería comprar 10 dólares para sus nietos o a periodistas en conferencia de prensa decantó en la obsesión de este Presidente por escrachar ciudadanos, con debilidad por los artistas.

Además de alimentarse de la grieta que los divide, agitan las categorías de derecha e izquierda para enfervorizar auditorios, pero el sesgo autoritario que los inspira es el mismo: Cristina estaba cómoda con el chavismo y el castrismo mientras levantaba las banderas de los derechos humanos y Milei con Bukele, sin que las restricciones de garantías que impone el salvadoreño interfieran en su ideario de libertad.

La cosmovisión paranoica que comparten está plagada de traidores y conspiraciones. En la Justicia, el Congreso y sobre todo, el periodismo. Ese es sin dudas su gran enemigo común. Como lo hizo el kirchnerismo, Milei usa la pauta oficial para repartir premios y castigos. Los malditos medios hegemónicos de Cristina son los nuevos ensobrados de Milei. Las largas cartas en catarata que Cristina publicaba en Twitter (fase posterior a sus cadenas nacionales a repetición) se reemplazaron por las publicaciones furibundas sin pausa de Milei en X.

Hasta en público tienen un similar lenguaje gestual. Hábiles standaperos, se dan golpecitos en el pecho antes de elevar el puño frente a sus fans mientras discursean al borde del llanto. Claro que el fuck you que la ex presidenta le regaló a quienes la abucheaban en la calle el día en que Milei asumió la Presidencia luce tímido al lado de la creatividad del libertario para el insulto y las alusiones sexuales de fijación anal. Pero en esencia nos exigen lo mismo: sumisión. Tanto andar para llegar a ninguna parte.

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Alejandra Daiha

Alejandra Daiha

Directora de revista NOTICIAS

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