Thursday 12 de September, 2024

OPINIóN | 12-08-2024 07:24

El neomacartismo en la diplomacia Milei

Agita el miedo al comunismo como un gran fantasma en una clave de Guerra Fría, a pesar de que esa “amenaza” ha desaparecido del mapa tras la caída de la URSS.

Milei ha desarrollado una diplomacia contradictoria. Su política exterior busca el conflicto con mandatarios progresistas o de izquierda a los que identifica, de modo uniforme, como representantes del “socialismo”, que según él, sólo trae “pobreza” y “muerte”. Ese juego le resulta redituable en lo que llama la “batalla cultural” y el “principio de revelación”, donde presenta el conflicto con estos mandatarios como una autoevidencia del fracaso de la izquierda.

Un conflicto emblemático fue con el Presidente de España, el socialista Pedro Sánchez. La Casa Rosada adoptó la narrativa de Vox, al denunciar que el gobierno español ponía en riesgo la “Unidad del Reino” al “pactar con terroristas y separatistas”. La alineación con la retórica del partido liderado por Santiago Abascal es evidente.

Los viajes presidenciales de Milei, donde participa en foros de la derecha como CPAC o los festivales de Vox, se han convertido en una parte fundamental de su actividad de gobierno y de la construcción de su narrativa. Su alianza con Vox y su “defensa de la libertad de Occidente”, que según él está “en peligro por el marxismo”, son centrales en su discurso.

Estas nuevas derechas representan un neomacartismo, situando al comunismo como un gran fantasma en una clave de Guerra Fría, a pesar de que esa “amenaza” ha desaparecido del mapa tras la caída de la URSS. Lo que sucede en Cuba y Venezuela no entusiasma a nadie como modelo a imitar.

Sin embargo, esta idea se despliega en un contexto donde prima la “posverdad”, la imposición de narrativas, aunque el comunismo no representa una amenaza real para el capitalismo. Ningún país comunista es digno de imitación, pero el “fantasma” del comunismo sigue rindiendo frutos para la extrema derecha.

En contraste, aparece la desdibujada figura de Diana Mondino que intenta poner paños fríos a las tensiones provocadas por el presidente con países que  tienen mandatarios progresistas pero cuyos lazos culturales y comerciales son importantes para la Argentina. Tras los intercambios tensos con Lula, Mondino aparece con el vice Alckmin en Brasil, buscando un enfoque más conciliador. Esta economista cordobesa dueña de un Banco, con estudios en Estados Unidos y cargo institucional en el CEMA, tiene una perspectiva más pragmática y menos ideológica de las relaciones internacionales, y por eso choca con el dogmatismo mesiánico de Milei.

*Por Ariel Goldstein, sociólogo y escritor.

 

por Ariel Goldstein

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