La estrategia a esta altura es transparente, aunque el Presidente siga dando vueltas e inventando excusas para no verla. El cristinismo duro lo está corriendo por izquierda, con gestos, palabras y también proyectos concretos, como el de la diputada Fernanda Vallejos, que impulsa que el Estado adquiera parte del paquete accionario de aquellas empresas a las que subsidia en la pandemia.
Aunque no lo diga, Alberto sabe que esa militancia radicalizada que endiosa a CFK y lo mira con desconfianza a él –las Hebe, los camporistas, los artistas y referentes sociales comprometidos con la causa– lo está cercando cada vez más. Lo consideran un sapo de otro pozo, al que tuvieron que tragarse como candidato porque parecía la única manera de ganar las elecciones. Y no olvidan, claro, todo lo que ese sapo transformado en Presidente dijo de Cristina cuando estaba enemistado con ella tras renunciar a ser su jefe de Gabinete allá por 2008: que actuaba como una adolescente, que tenía una “distorsión de la realidad”, que vivía en “su mundo dual”…
Lo cierto es que la de la diputada Vallejos es solo la más reciente de una serie de iniciativas del cristinismo duro que incomodan a Alberto. El impuesto a las grandes fortunas que impulsa Máximo Kirchner, y que el jefe de Estado públicamente ha aprobado para congraciarse con CFK, puertas adentro también lo fastidia. Es amigo del capital, como le achacan los ultra K.
Además, cuando surgió la polémica por la liberación de presos en medio de la crisis sanitaria, por supuestas razones humanitarias que el Presidente primero explicó y después borró con el codo, también estaba el ala dura detrás de esa jugada que lo terminó descolocando.
¿Qué busca el cristinismo con estas movidas? Cerca de Alberto las explican como un reflejo lógico dentro de una coalición gobernante donde las porciones de poder de cada cual están en discusión permanente, y vaticinan que esas diferencias seguirán dándose. Pero el temor que solo expresan por lo bajo es el siguiente: ¿el cristinismo lo corre por izquierda para lavarse las manos en el hipotético escenario de una catástrofe económica de Alberto –agravada por la cuarentena interminable– y para presentarse como la alternativa a él en las próximas elecciones? ¿Buscan ser la oposición dentro del oficialismo?
La duración de Alberto como Presidente estará determinada por cómo evoluciona la crisis sanitaria y la económica. Y sus críticos, los de adentro, permanecen al acecho.
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