No importa cuándo lean esto: se cayó una investigación contra un ex funcionario de Cristina Kirchner. La noticia que ya se hizo costumbre durante estos meses de CFK vicepresidenta esta vez beneficia a Ricardo Echegaray, el ex titular de la AFIP, a quien la Justicia tenía en la mira por supuesto enriquecimiento ilícito. El sobreseimiento que dictó el juez Rodolfo Canicoba Corral ahora quedó firme por una resolución de la Sala 1 de la Cámara Federal. ¿Por qué? Porque la Oficina Anticorrupción (OA), única querellante, se retiró de la causa y la dejó caer. Su nuevo director, Félix Crous, es el mismo que anteriormente benefició a Cristina al sacar al organismo de otros dos expedientes, los de supuesto lavado de dinero en Los Sauces y Hotesur, las sociedades hoteleras de la familia Kirchner.
La intervención de la Oficina Anticorrupción en esas distintas causas se había iniciado en los tiempos de Mauricio Macri. El chiste fácil indica que ahora la OA pasó a ser Oficina a secas, O.
El caso de Echegaray es especial por un motivo. El ex jefe de los sabuesos fiscales venía haciendo buena letra con la jefa. Dos meses atrás, Cristina le encargó un informe sobre la cerealera Vicentin y qué hacer con ella. Echegaray cumplió. Y en su paper dijo con toda claridad lo que la vicepresidenta esperaba oír: había que expropiar. Ese consejo, revelado por la columna de Marcelo Bonelli, fue el germen de la avanzada contra la empresa santafesina que terminó en cacerolas, banderazo y reprobación del establishment local e internacional, a tal punto que Alberto debió dar marcha atrás y enfriar todo. Desde entonces, el ala dura del cristinismo le echa en cara esa defección al Presidente.
Lo cierto es que Echegaray fue clave en esta historia: le señaló el camino a CFK. Y la Oficina, la O a secas, se lo terminó agradeciendo.
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