Monday 9 de December, 2024

OPINIóN | 22-07-2020 16:20

Alberto Fernández toca la viola (para los que descreen de su progresismo)

El recurso de la guitarra para defenderse de las críticas de los K. De Nebbia a los Súper Ratones. Sus canciones.

Alberto Fernández está viviendo días difíciles debido al fuego amigo del kirchnerismo. Hebe de Bonafini lo trata de amigo de la “corpo” por sentar a los empresarios a su mesa, Víctor Hugo Morales lo acusa de cipayo por suscribir las críticas del establishment internacional a Venezuela, hasta Cristina elogia y le da retuit a un artículo de Página/12 en el que al Presidente se lo describe como un tibio.  

De una u otra manera, todos ponen en duda su compromiso con la causa K y se preguntan por su identidad política. ¿Es un impostor? ¿Un conservador con disfraz de progre? Luego de las vueltas que dio con la expropiación de Vicentin, ahora congelada, y la demora con que avanzan los proyectos del ala dura, entre ellos el del impuesto a las grandes fortunas, hay bronca e impaciencia entre la militancia cristinista.

Alberto primero eligió el mano a mano para defenderse de los señalamientos: le respondió una carta a Bonafini y llamó a Víctor Hugo a la radio. Pero enseguida se dio cuenta de lo desgastante que es ponerle el cuerpo él mismo a cada crítica.

Esta semana tuvo una idea distinta. Sacó a relucir sus uñas de guitarrero, esas que le sumaron puntos en la campaña del año pasado y lo mostraron como un amante del rock nacional, un alma sensible, un poeta, en fin, alguien que nunca podría ser considerado de derecha. Primero, para el Día del Amigo, se dejó entrevistar con Litto Nebbia en la televisión pública y habló de los largos años compartidos con “el padre del rock”, como lo llamó. Con él tomó clases de guitarra cuando era un adolescente y por él también se dejó el bigote. En simultáneo con esa charla, el Presidente rocker hizo pública una canción que le compuso a otro amigo del ambiente, el fallecido líder de los Súper Ratones, conocido como Person. Y de pronto ya nadie estaba hablando de Vicentin, del fuego amigo o de la grieta entre él y CFK.

La magia de la viola había hecho lo suyo.

En algún reportaje, Alberto ha dicho que lo influenció “más Bob Dylan que Perón” –por eso el nombre de su perro– y que de joven solía tocar en algunos bares y pubs de la ciudad.

Vale la pena citar algunas de sus letras de entonces. En “Cuentan”, el Presidente canta: “Cuentan que en las fronteras de un país que no conozco los periódicos no exhiben los despojos”. Y el estribillo repite: “Cuentan que hay marionetas enredadas en sus hilos, que se anudan a este mundo por sus hijos”.

En “Contracara”, el poeta sostiene: “Aquí estoy y, aunque no quieras, voy marchando entre la nada, voy en busca del refugio donde esconder mi esperanza”.

Sí, Alberto puede escribir los versos más tristes. ¿Cómo van a decir que no es progre?

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Franco Lindner

Franco Lindner

Editor de Política, columnista de Radio Perfil y autor de "Fernández & Fernández" (Planeta).

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