Los fundamentalistas o los refundacionales tienden a rodearse de un círculo pequeño que necesita creer a rajatabla en algo como una religión. Como se sabe, las religiones no son materia opinable para los miembros de un credo, sino que son verdades reveladas a través de profetas que expresan la palabra divina. No se permiten zonas grises: algo es pecado o no lo es. En ese marco, el respeto a la voluntad superior no admite indisciplinas. En ese marco conceptual se maneja Milei.
Cuando un proyecto no tiene una matriz originariamente política, suele suceder que no se permiten conductas ambiguas. La consecuencia natural es el clivaje “disciplina o traición”, ya que esos entornos creyentes tienden a ser naturalmente desconfiados con las figuras e ideas ajenas. Por eso, LLA no fue concebido como un espacio de libre debate, sino como un credo al que se debe suscribir sin cuestionamiento.
Tampoco es extraño que todo gire alrededor de un entorno endogámico, el cual procura mantener la unidad de la tribu a través de su homogeneidad. En definitiva, la pureza del grupo es clave para su subsistencia.
Habitualmente, a quienes no vienen originalmente de la política les cuesta asimilar los códigos de la misma, lo cual lleva a la desconfianza como sistema de relacionamiento permanente con los otros. Eso, a veces, promueve actitudes paranoicas y elucubraciones conspirativas. Por eso la autoprotección es fundamental.
Esto no es solo un elemento que vemos en el proyecto Milei –agravado por su origen no político- sino que se pudo observar también en distintas fases del kirchnerismo, sobre todo cuando llegó al poder en 2003: todo lo que no era conocido, era visto como una amenaza.
Un suceso habitual es que los sistemas de valores de un grupo deriven en una justificación estratégica. Sería algo así como “no solo lo creemos, sino que además es lo mejor en términos prácticos”. Al final, disciplinar a rajatabla evita dedicarle tiempo a una tarea sobre lo que Perón escribió un libro: conducción.
*Carlos Fara es un consultor y analista.
por Carlos Fara
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