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PERSONAJES | 12-04-2015 04:09

Inés Berton: “No me identifico como empresaria”

Es una de las mayores especialistas de té del mundo, creadora de Tealosophy e Intizen. Emprendedorismo, lucha con el ego y arquería.

Está recién llegada de una degustación en el hotel Llao Llao, antes estuvo en The Hamptons y previamente en una cabalgata en las montañas. Un poco de trabajo y otro tanto de placer, su agenda es agitada y plena de viajes y proyectos. Pero una vez que compromete su tiempo y accede a la entrevista, el foco es uno solo y el reloj no parece pesar. Mientras su local de Tealosophy de Palermo vive una tarde ajetreada, Inés Berton se sienta a una mesa, pide uno de sus blends y se entrega a la nota sin interrupciones. “En Occidente está muy de moda ser multitasking, y a veces cuando alguien me cuenta todo lo que hace pienso ‘¿y qué hacés bien?’. Yo soy monotask. Mastico chicle y no puedo cruzar la calle… Trato de hacer una cosa a la vez, y así fui naturalizando el poder poner el foco en algo”, ilustra. El resultado es una charla calma, de respuestas pensadas y sinceras. Tal cual sus tés, que, con Tealosophy a la cabeza como marca premium e Intizen y Chamana como marcas más masivas pero igual de cuidadas, lideran el mercado y la han convertido en un nombre sinónimo de calidad, con clientes que van desde el Dalai Lama hasta los reyes de España.

Noticias: ¿Tiene blends preferidos?

Inés Berton: En mi top 5 están el Calm, el Blue Earl Grey, el Indian Delight, el Omm y el Smokey Old Grey. En todas las marcas hay ciertos tés que hablan de la calidad, y tener un buen earl grey o un buen english breakfast es fundamental. En Tealosophy pensamos que un té honesto se hace con ingredientes honestos. Es como el sushi, si no tenés buena materia prima es imposible hacer algo de calidad.

Noticias: ¿Nunca teme repetirse?

Berton: Soy lo menos rutinario del mundo y a veces siento que me vendría bien serlo un poco más. Pero en ese cambio está la variedad. Eso es lo que me permite también no hacerlo tan técnicamente. No me divierte tanto la tendencia, sino que es más sobre lo que yo siento. Recién me estaban maquillando y arriba mío había una higuera. Y enseguida empecé a pensar: “Qué bueno hacer uno de higos con avellanas y miel”.

Noticias: Fue creciendo a la vez como empresaria. ¿Cómo hizo para que esa veta no opaque el lado creativo?

Berton: El mes pasado me dieron el premio del Círculo de Mujeres Creativas, y me encantó, porque con ese premio me identifico. Vengo del lado creativo, toda la vida pinté y escribí, siempre tuve diarios de viajes con collages. Eso es lo más natural para mí. No me identifico cuando me llaman empresaria. Más bien soy emprendedora nata. Sé que soy empresaria porque hace más de quince años que dirijo una compañía, pero el valor agregado fuerte que le doy a Tealosophy es lo creativo. Creo que tomé buenas decisiones porque la marca creció de un modo maravilloso y con la creación de Intizen y Chamana hoy lideramos el mercado del té, pero en mi equipo soy el prototipo de no jefa.

Noticias: ¿Y cómo definiría su perfil de emprendedora?

Berton: Soy básicamente intuitiva. Cuando armamos Intizen, llegué a la góndola y sentí que faltaban productos. Así nacieron blends que hoy tienen presencia en 20 países. Chamana vino años después, cuando vimos que en el mercado faltaba una línea de productos para spas, relacionados con tomarse el tiempo para uno. Y Tealosophy fue cambiando conmigo, es mi visión del mundo del té. A veces me preguntan si hago estudios de mercado, pero la verdad es que cada vez que elijo algo es porque lo quiero yo.

Noticias: Antes de crear Tealosophy vivió ocho años en Nueva York. ¿Cómo fue esa etapa?

Berton: Fui de viaje y terminé quedándome. Pintaba desde siempre, y conseguí un trabajo en el Museo Guggenheim. Pero abajo había una casa de té divina donde iba y elegía mis blends y la gente terminaba eligiendo lo mismo que yo. Así un día me ofrecieron trabajar ahí. Siempre cuento que cuando le dije por teléfono a mi padre abogado, muy serio, que iba a hacer té, entendió “test vocacional”. Y le dije “no, té para tomar” y casi le agarra un infarto. “Inesita, eso no es para vos”, me decía. Ahí me quedé con una japonesa, Fumiko Takahashi, que fue mi gran maestra. Me enseñó el té de un modo totalmente distinto. Con ella tenías que leer a Simone de Beauvoir, hacer observación del musgo sentándote a mirar cómo crecía… Me enseñó como los orientales, todos los días tenía que meditar 24 minutos, porque decía que por lo menos un minuto por hora de tu vida tenía que estar dedicado a eso.

Noticias: ¿Todo ese aprendizaje estaba en sintonía con su personalidad o la cambió mucho?

Berton: Me cambió. Pero yo me siento la fusión de Oriente y Occidente. Tengo calma pero al mismo tiempo soy muy apasionada con lo que me gusta. Lo que pasa es que con los años uno aprende a aceptar. Hoy estoy acá y no estoy pensando en otra cosa mientras. Me hizo estar en paz con mi tranquilidad, porque vivía en Nueva York y no pertenecía, porque no corría…

Noticias: ¿Cómo fue el regreso a Argentina?

Berton: En medio de la crisis del 2001, después de ver por CNN todo lo que estaba pasando, salí a caminar y entre mis canciones escuché “vuelvo al Sur como se vuelve siempre a un amor, soy del Sur como los aires del bandoneón”. Al día siguiente me volví. Pensaba tomarme un año sabático, pero enseguida me lo encontré a Pablo Chiappori, el actual dueño de Paul, que me contó que estaba abriendo un local en Las Cañitas y quería que le hiciera el té. No tenía nada, pero se lo empecé a hacer muy caserito. Después llegó un pedido del Hotel Alvear, luego Volta y así no paré más. Nunca pensé en abrir un local, pero todo el mundo me llamaba a casa. Y terminé abriendo el de la Galería Promenade.

Noticias: ¿La tomó por sorpresa semejante crecimiento?

Berton: El primer año fue muy rápido, porque saltamos de 500 pedidos a 14.000, una locura. No teníamos estructura. Yo atendía el teléfono, mi hermana y sus amigas me llenaban los envases… Fue rápido, pero muy sólido. Eso es lo que me gustó, siento que es una marca fuerte, porque también supimos decir que no. Vino un holding de India que tenía todos los puertos de Mumbai y quería armar Tealosophy para todos los hoteles, pero no estábamos preparados. Vas aprendiendo qué equipo necesitás. Siempre pensé que necesitaba el genio que venga de la multinacional, y en realidad necesito gente que labure a la par. Porque un día le estoy haciendo el té al rey de Camboya y al día siguiente estoy acá armando las latas antes de Navidad, porque no damos abasto.

Noticias: En ese sentido, ¿nunca se le subió el éxito a la cabeza?

Berton: Salimos en la guía Louis Vuitton como la mejor casa de té de Europa, el diario El País nos puso en tapa, La Folha de São Paulo también… Y en un momento el ego pega, y me empecé a creer lo de empresaria. Alrededor de los seis años de Tealosophy, todo era demasiado. Creo que no lo sintieron nuestras tiendas, pero yo sí. Dejé de disfrutar, pensaba “Basta, que tomen Nesquik”. Ahí volví a la fuente, a mi centro, a la base. Por suerte tengo una familia divina que siempre me recuerda mis valores, mi ética, quien soy.

Noticias: ¿Se siente una educadora en cuanto a la cultura del té?

Berton: No me gusta dar por hecho las cosas. No creo que la gente tenga que saber cómo se hace un té en hebras. Me gusta poder contar “mirá, si ponés agua caliente en la tetera antes que en la taza, ese vapor que queda adentro hace que la hebra se empiece a desperezar mucho mejor” o “si vas a usar un saquito de té, no le hagas el ahorcado con la cuchara cuando lo sacás porque eso libera todos los taninos”. Me gusta contar los secretos. La creatividad te saca la inseguridad.

Noticias: ¿Qué tanto tiene de don y qué tanto de maldición tener un olfato absoluto?

Berton: Es un don. Aprendés a trabajar con la memoria y las familias olfativas. La mayoría de la gente dice “cítricos” y yo digo “limón, clementina, bergamota, lima…”. Cuando diseñamos nadie puede usar desodorante con olor ni perfume, porque estamos pensando olfativamente. Quizás con lo que más hincha soy es con los productos de limpieza, para que no contaminen. Después, no voy por la vida como un sabueso. Aparte estuve mil años casada con un cocinero, así que imaginate sino cómo lo hubiera vuelto loco cada vez que llegaba a casa: “¡hoy hiciste risotto!”.

Noticias: ¿Qué disfruta hacer cuando no está trabajando?

Berton: Soy fanática de la arquería. Leí un libro que me encantó, “El zen en el tiro del arco y flecha”, y me marcó mucho, porque habla de la diferencia entre soltar y dejar ir, desde un lado filosófico. Quería dejar el management de Tealosophy y solo dedicarme a lo creativo. Y empecé con el arco tradicional de madera. Tengo un profesor que es un genio y practico todos los sábados en un campito en Open Door. Ese es uno de los grandes placeres de mi vida. Me encanta que si armás bien, podés cerrar los ojos y la flecha va derecho. Si estás tratando de controlar o armaste mal, te fuiste al primer eucaliptus. Tiene que fluir.

Noticias: ¿Sueños, ambiciones, proyectos?

Berton: Soy una eterna optimista y soñadora, así que muchos. Para Tealosophy ya no tengo el sueño de que siga creciendo tanto, sino más bien que sea noble y fiel a su esencia.

Noticias: ¿Y en lo personal?

Berton: Me separé el año pasado. Si bien tenemos una relación divina con Rodrigo [n. de la r.: Toso], ya no estamos juntos. Así que sueño con el día de mañana tener una familia y volver a enamorarme. Quiero seguir muy en contacto con lo que me hace bien. Seguir teniendo la fortaleza de confiar en mi intuición. Muchas veces he caminado el lado menos transitado y tomado decisiones muy distintas, y me gusta, porque siento que incluso con dolor, crecí.

por Vicky Guazzone

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